“Aquí estoy, mirando cómo el fuego se nos está comiendo el monte”. Así responde Pablo –nombre figurado ya que prefiere no desvelar su identidad por miedo– al teléfono cuando se le pregunta qué tal está. Es bombero forestal, en concreto trabaja en un camión como manguerista en la comarca leonesa de El Bierzo. Lleva ocho años en el operativo antiincendios de la Junta de Castilla y León y ha pasado por muchos puestos: vigilancia, helicóptero o camión. Pese a la veteranía es joven y un firme convencido de su profesión, que para él es algo vocacional. Es un apasionado de la montaña.
Pero Pablo no está trabajando en los fuegos que asedian las montañas del Bierzo ni ha sido desplazado a Zamora a los peores incendios de la historia de la autonomía ni a cualquiera de los 200 fuegos a los que Castilla y León ha tenido que hacer frente desde que empezó julio. Su caso es otro: está contratado pero no ha pasado todavía el reconocimiento médico. El problema es que la mutua que debe hacer el examen médico no le da cita.
El caso de Pablo no es único, como él mismo asegura, hay más, como Martín, que afirma que conoce a otros tantos en la misma situación en la provincia de León. “Es deprimente ver cómo arde tu tierra y que no te dejen trabajar”, afirma. Fuentes sindicales confirman que la situación se ha producido y sospechan que en los casos del operativo contratado en empresas privadas la situación es peor. En Castilla y León parte del operativo es contratado directamente por la Junta de Castilla y León, como los mangueristas o personal de torretas de vigilancia, y otra parte mediante empresas privadas a las que se les subcontrata las cuadrillas de tierra o personal a bordo de helicópteros. La Consejería de Medio Ambiente asegura, ante una petición de explicación, que no les consta que esto suceda en el operativo.
El resumen de su situación es que están en casa contratados pero sin poder entrar en acción y, con la que está cayendo, no les falta ganas pero no quieren jugarse la vida si no pasan el reconocimiento. Pablo quiere salir con sus compañeros pero lo poco que saca en claro es lo que le dice el “personal del servicio” y es que, como él “hay más gente” aunque, como apostilla, “a mí me da igual que no sea el único. Solo quiero estar ahí”.
La situación de Pablo pasa por un contrato de seis meses que empezó a contar a principios junio y, casi dos meses después, sigue sin poder salir con sus compañeros. “He llamado 500 veces, y nada. Me he ofrecido a irme a León a pasar el reconocimiento y tampoco. ¡Fíjate qué feo que llame el trabajador a la empresa porque no empieza y porque está desesperado! ¡Mal va el país!”.
Pero hay otros compañeros que han decidido aplazar el reconocimiento y se encuentran en el operativo, como ha explicado. La fórmula no convence en absoluto a este brigadista ya que acuden al servicio con “un papel en el que el jefe de estación de incendios de León les autoriza y se hace responsable de los actos” de los compañeros.
Esta situación indigna a Pablo, quien asegura que él, que ya empieza “a tener el culo pelado en incendios”, ve que a la Junta de Castilla y León “no le interesan los veteranos”, porque cuanta “más experiencia tengas, más defiendes tu puesto de trabajo” y siente que a los que más tiempo llevan les están dejando irse para aprovecharse de que al renovarse la plantilla “no se guerrea” .
“No voy a ir a un incendio”, continúa, “sin un reconocimiento médico previo porque si me pasa algo, por ejemplo de corazón, la Junta se lava las manos y ese papel que ha firmado tu responsable se queda en papel mojado”.
Es por eso, como explica este manguerista, que le da “rabia” su situación, hasta el punto que, como confiesa, fue a un incendio en “el que debería estar trabajando y en vez de ir de manera legal fui de voluntario”.
Pablo, como asevera, ama su trabajo y el monte, que le ha llevado a conocer buena parte de la montaña de Castilla y León. “Buena parte de los montes que se están quemando los conozco, tengo buenos recuerdos de esas zonas”, se lamenta.
Pese a gustarle lo que hace, no se quiere enfrentar al fuego sin un mínimo de garantías. “En un incendio tienes que estar en unas condiciones físicas fuertes. En 15 minutos de cara al fuego no vales nada porque te agota. Hasta el más fuerte cae”, afirma.
Trabajar de cara al fuego lleva sus riesgos y nadie está exento del sufrimiento. “Yo he visto 'pinchar' a todo el mundo. Te quedas blanco, te quedas sin fuerzas y es muy importante que tus compañeros tiren de ti. Tienes que ir en unas condiciones físicas muy fuertes y andar bien por el monte”, sentencia. Y de ahí que no se mueva de su posición de querer pasar el reconocimiento.
“El jefe me dijo que no podía trabajar”
La situación de Martín –nombre también figurado por mismos motivos– es similar a la de Pablo. Los dos empezaron a trabajar entrado el mes de junio aunque en el caso de este segundo él estaba de vacaciones, “dadas por la Junta”, cuando le citaron para el reconocimiento y no pudo acudir. La siguiente fecha disponible en la mutua: el 5 de agosto.
Para Martín está es la segunda campaña y también le gusta lo que hace, prueba de ello son las muchas llamadas que ha tenido que hacer para poder aclarar algo su situación.
Comenzó a trabajar sin reconocimiento, como trata de resumir, primero recibiendo cursos de formación y, cuando iba a comenzar la campaña, se enteró de que sin el reconocimiento médico pasado no se podía entrar a los incendios. “Me llegó que no se podía trabajar así y que, como yo, había bastante gente en esa situación. Así que, como yo lo que quería es saber si tenía algo que me pudiera meter en un problema en un fuego, pregunté al jefe y me dijo que no podía trabajar y que me tenía que quedar en casa hasta el 5 de agosto”.
“Eso sí”, matiza, “se supone que voy a cobrar este mes. Te quedas en casa cobrando, eso lo dejaron clarísimo, no sé si para evitar que des guerra”.
Martín también trató de adelantar plazos ofreciéndose a desplazarse. Le dijeron que le llamarían y aún sigue esperando. “Si no nos pueden hacer el reconocimiento, la Junta debería abrir otra vía para avanzar y ponernos de manera prioritaria. Aquí la gente quiere trabajar”.
Por suerte para Pablo, su 'calvario' personal, por el que asegura que lo ha pasado “mal psicológicamente”, se ha terminado en la última semana de julio gracias, como asegura, a “insistir y llamar por teléfono cada día”. Aunque la situación se ha dado y ha habido varias personas en sus casas a la espera del reconocimiento médico mientras el monte de Castilla y León ardía. En el caso Martín pasará este 5 de agosto el reconocimiento tras llevar desde junio con contrato.
Ante esta situación, la Junta de Castilla y León ha asegurado a este periódico que no les consta la denuncia de ambos mangueristas de que hay brigadistas contratados que no han podido pasar el reconocimiento para trabajar en condiciones en medio de una oleada de críticas por la situación del operativo.