El mismo día en que la consejera de Sanidad, Verónica Casado, decidió suspender la vacunación con AstraZéneca, no sólo estaba llamada a la vacunación masiva la población de 65 y 66 años (para la que sí se aconseja la inoculación), también cerca de un millar de trabajadores de la propia Consejería de Casado, con edades que oscilan entre los 25 y los 65 años y a los que se iba a vacunar en la propia sede, lejos de las colas interminables en la calle para acceder al centro de vacunación masiva de Valladolid. Según Casado, la influencia de esta cita en su decisión fue “cero”. “Absolutamente nada, de la misma manera que no jugó ningún papel cuando inmovilizamos un lote determinado también de AstraZeneca porque había una duda de que producía efectos secundarios”, ha asegurado la consejera.
Lo cierto es que tras esa suspensión y la posterior indicación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) de inocular la AstraZéneca sólo a personas por encima de los 60 años, la única vacunación que no se ha retomado es la de la Consejería de Sanidad por razones obvias. De haberlo hecho, una gran parte de ese personal estaría en riesgo de sufrir los temidos efectos secundarios en estudio y que provocaron la anulación.
La consejera ha recordado que ese personal está incluido en el calendario de vacunación y que se les ha dejado “los últimos”, si bien no ha señalado que la mayoría de los trabajadores no están en primera línea con pacientes COVID, puesto que se trata de todo tipo de profesionales. Verónica Casado ha dejado a la mitad una frase: “yo de hecho no tenía ni....vamos que no influyó en mi decisión”. Casado, por fuerza tuvo que saber que se procedía a esa vacunación que se comunicó por email a todos los integrantes de los Servicios Centrales de la Consejería y de los que ella forma parte. Pero es que además esa mañana el hall del edificio estaba ocupado por varios puestos de vacunación que no pasaban desapercibidos. “Si hubiera pensado sólo en la Consejería, habría paralizado sólo la de la Consejería”, ha llegado a decir.
También ha justificado la vacunación “centralizada”, mientras personas de 89 años tienen que hacer cola en la calle en provincias como Salamanca, “porque se intenta hacer el número mayor de vacunaciones en el mínimo tiempo posible”. Además ha añadido que se hace en la Consejería “con medios propios”, mediante médicos y enfermeras que trabajan allí y que ayudan “en su horario laboral” por lo que no se detrae “ningún recurso de otros sitios donde se está haciendo vacunación”.
El vicepresidente, Francisco Igea ha intervenido a su vez, notablemente molesto, para “confesar un secreto” e irónicamente ha comentado que como estaba planeada la vacunación ayer de la Consejería de Sanidad, utilizaron sus “contactos en Bruselas” para “provocar la convocatoria urgente de la EMA” y “así que coincidiera”. “Bueno es que esto, de verdad, hay veces que hay que ser un poquito realista”, ha zanjado.
La Consejería de Sanidad no ha convocado de nuevo a su personal para proceder a la vacunación.