El Cronicón de Oña, la representación teatral que une al pueblo para contar la historia medieval del monasterio burgalés
La próxima semana se cumplen 36 años desde que arrancó El Cronicón de Oña: una representación teatral que une al pueblo para contar la historia de la Villa de Oña y del monasterio burgalés en los siglos X y XI. Más de 150 voluntarios de entre 7 y 89 años trabajan los textos e interpretan a monjes, condes, reyes, abades e incluso el Cid Campeador. “La gente del público nos cuenta que no esperaban que un grupo de aficionados haga un espectáculo de estas características y calidad”, explica a este diario Juan Luis Gradilla, que ha participado en El Cronicón desde 2000.
El monasterio de San Salvador fue fundado en 1011 por los condes de Castilla Sancho García y Urraca para que su hija la infanta Tigridia gobernara el cenobio, integrado por religiosos y religiosas, que compartían el espacio aunque hacían vidas independientes, salvo en algunas liturgias en concreto.
Aunque los ensayos empiecen a finales de julio, el trabajo que hay detrás de los focos viene de largo. La presidenta de la Asociación Cultural 'El Cronicón de Oña', Berta Tricio Gómez, asegura que se trabaja todo el año: se contrata la dirección artística y el trabajo de luces y sonido; pero también hay tarea que recae en el taller de costura. “Un grupo de mujeres del pueblo empieza en abril a trabajar en el vestuario de manera constante. Este año están con los trajes de las damas y también hemos cambiado parte de las joyas y utilería”, apunta Tricio Gómez.
El Cronicón de Oña, Fiesta de Interés Turístico Regional, recrea la fundación del Monasterio de San Salvador y recorre la historia de los personajes que están enterrados en el Monasterio, espacio que sirve como sala de teatro. Hace años, la obra tenía lugar en la iglesia del monasterio, pero el distanciamiento social y pandémico les obligó a buscar un sitio nuevo: el patio de San Íñigo. “Este espacio es más grande y nos da más juego, tiene una visión inmejorable”, señala Gradilla, que participará en el Cronicón de Oña del 14 al 18 de agosto a partir de las 22.00 horas.
El espacio encajó muy bien y el tiempo ha acompañado (casi) siempre. “Es sorprendente, pero siempre nos hace buen tiempo. Un año nos hizo una tarde fantástica, pero cayó de repente un tormentón y el público se empapó. Repartimos camisetas y toallas para que se secara la gente y luego se quedaron a verlo”, explica Gorka Peña, otro de los miembros del reparto que lleva unos ocho años en la obra.
El pueblo de Oña rescata algunos de los personajes históricos que fueron enterrados en el monasterio de San Salvador como Sancho García y su esposa Urraca Gómez; Sancho III el Mayor de Pamplona y su reina consorte e hija de Sancho García y Urraca Gómez, Muniadona de Castilla; el primer rey castellano, Sancho II 'el Fuerte' (que murió en el sitio de Zamora a manos de Bellido Dolfos en 1072) y los infantes de Castilla Enrique y Felipe, hijos de Sancho IV y de María de Molina.
Juan Luis Gradilla recuerda que empezó a participar en El Cronicón porque un amigo suyo tuvo que dejar el equipo por motivos personales. “Cuando alguien deja de venir, intenta traer a un sustituto”, explica Gradilla, que recorre los diferentes personajes que ha interpretado: un papel secundario de noble, el abad Sancho (el confesor del Conde Sancho García) y ahora de San Íñigo, consejero de Sancho III el Mayor de Pamplona. “El proyecto sale adelante con la colaboración desinteresada de la gente y eso es muy ilusionante”, señala. Poco después, Gorka Peña, bilbaíno que interpreta a tres personajes distintos, agrega: “Es un orgullo dar vida a personajes que están enterrados en el monasterio”.
Homenaje al precursor de la lengua de signos
Además del patio de San Íñigo, la troupe escenifica un fragmento en la escalinata del monasterio. Otros años se traía una boda o una escena romántica. Pero este año, como novedad, los actores avanzarán en el tiempo hasta el siglo XVI, con fray Pedro Ponce de León, precursor de la lengua de signos y uno de los personajes históricos que está enterrado en la villa burgalesa. “Vino en 1545 a retirarse del bullicio y le encomendaron la educación de dos niños sordos que eran hijos del marqués de Berlanga, Juan Sánchez de Tovar. Es una figura muy destacada de la historia”, explica Tricio Gómez.
Hasta entonces, se consideraba que las personas sordas no podían hablar; pero este monje les enseñó a escribir y desarrolló un lenguaje similar al dactilológico, por lo que se demostró que las personas sordas tenían capacidad de aprendizaje y también pudieron heredar a partir de entonces. La Confederación Nacional de Sordos de España dedicó en 1984 un monumento al benedictino junto a la escalinata de acceso a la iglesia del Monasterio de San Salvador de Oña.
De hecho, la Asociación para la Reeducación Auditiva de Niños Sordos de Burgos (Aransbur) ha acudido en varias ocasiones a Oña para recordar el trabajo de fray Pedro Ponce de León. Gradilla recuerda cómo hace unos años acudió un grupo de personas sordas a ver El Cronicón de Oña. “Les dejamos los textos y trajeron a los traductores de lenguaje de signos. Les cedimos unos sitios para que pudieran verlo todo y cuando quieran pueden volver”, invita.
La historia de Fray Pedro Ponce de León no será la única novedad de la recreación, que también contará con un escenario complementario al principal que va a permitir ampliar la zona de trabajo y simultanear escenas. Tricio Gómez explica a este diario que permitirá dos escenas simultáneas, por ejemplo, cuando Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, lleva el féretro del rey Sancho II de Castilla para que sea enterrado en Oña.
Al principio, la mayoría del público procedía de Oña y de los pueblos de alrededor, pero el público se ha ido ampliando con los años, incluso fuera de Castilla y León. Aragón, Madrid, País Vasco, Andalucía, Cataluña son solo algunas de las autonomías de las que procede el público del Cronicón de Oña, que año tras año cumple con su fin último: juntar a cientos de personas del pueblo para promocionar su historia, patrimonio y entorno natural.
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