“Lo primero que hice cuando fui a Dueñas fue ir al cementerio; y cuando fui a Palencia, visité el parque en el que habían fusilado a mis antepasados”. Julio vive en El Salvador desde hace 33 años y solo hace diez que descubrió que su familia fue represaliada durante la Guerra Civil.
Sus abuelos se marcharon de Dueñas en los primeros años de la dictadura, pasaron por Valladolid y se afincaron en Euskadi, donde los padres de Julio y él mismo nacieron y se criaron. “Estoy reescribiendo mi historia familiar desde hace solo diez años, y tengo ya 58”, explica al otro lado del teléfono.
En la plaza de la Paz de Dueñas todavía pervive la cruz en homenaje los caídos, que el alcalde (socialista) de la localidad no ha retirado, y que previsiblemente será declarada Bien de Interés Cultura (BIC) como quiere Vox —el partido que controla la Consejería de Cultura— a pesar de que se incluyó en la lista inicial de vestigios del franquismo que pretende conservar.
Desde hace unos meses, Julio intenta que se cumpla la Ley de Memoria Democrática en Dueñas, el pueblo de sus abuelos y donde fusilaron a cuatro familiares directos, aunque creen que podrían ser hasta diez. “Esa cruz no puede estar y hay que retirarla. La Embajada de España en El Salvador me ayudó a mandarle una carta al Ayuntamiento, pero no tiene ninguna voluntad de tocar el tema a pesar de que tiene mayoría absoluta”, protesta Julio, profesor y gestor cultural en el país centroamericano.
La plaza de la Paz
El alcalde del municipio, Miguel Ángel Blanco, explica que en 2008 se colocó una inscripción en recuerdo a las víctimas en la Casa del Pueblo y se cambió el nombre del entorno por plaza de la Paz. “La idea era que primara la convivencia”, asegura a este diario Blanco, que recuerda que el Ayuntamiento ha organizado varios homenajes a los represaliados y ha participado en algunas excavaciones.
El regidor asegura que ha comenzado el trámite y está a la espera del expediente de la Subdelegación del Gobierno, y luego será necesario un informe de Patrimonio. “Este señor debería informarse de la situación en la que estamos, pero me tendrán que decir si incumple o no la Ley”, asevera el alcalde de Dueñas.
La primera vez que Julio visitó la localidad de sus antepasados fue en 2013. “Fui a buscar y conocer mi origen, a mis casi 50 años, porque sentía esa necesidad de completar mi historia familiar. Nunca había ido a Dueñas, quizá por algún trauma de mi padre y yo no tenía esos lazos. Las cosas de Castilla me pillaban un poco lejano”, recuerda.
Más de cien personas represaliadas
Cuando llegó a Dueñas fue cuando realmente tomó conciencia de que sus familiares habían sido fusilados tras el golpe: visitó el pueblo y el cementerio, donde se instaló un monumento en recuerdo a los represaliados. Algunos de ellos eran Pedro y David, hermanos de la abuela de Julio, y de Alfonsa y Teófila, tía y sobrina de su abuela.
Pedro era panadero y fue segundo teniente de alcalde del municipio 'botijero' por Unión Republicana, fue fusilado junto a otros concejales —algunos de ellos, socialistas—. David, taxista, fue acusado de llevar a varios cargos socialistas para hablar con el gobernador civil tras la sublevación.
Este municipio situado en El Cerrato palentino, haciendo frontera con Tierra de Campos, de unos 3.000 habitantes a principios de 1930, vivió una de las represiones más fuertes durante la guerra civil: 100 personas fueron fusiladas o ajusticiadas, 25 de ellas, mujeres.
“Estaban comprometidas, implicadas en movilizaciones sociales, pero no eran cargos de responsabilidad. Eran las mujeres de, madres de... Fueron asesinadas sin juicio”, sostiene el historiador Pablo García Colmenares. En la provincia de Palencia 86 mujeres fueron fusiladas, pero solo una de ellas vivió un proceso judicial.
“Si haces un análisis individual, ves que muchos son hermanos, cuñados, sobrinos... todo muy ordenado, sistemático y preparado. No hay otro ejemplo tan bárbaro”, expone el doctor en Historia Contemporánea. Los 'paseos' en Dueñas dejaron más de 200 huérfanos. Tantos que tuvieron que crear un comedor municipal para poder alimentar a los niños.
Julio se sumó en 2014 a la querella argentina contra los crímenes del franquismo. “Me presenté en la Embajada de Argentina en El Salvador y presenté mi escrito. Tenemos todo el derecho y obligación moral y familiar de reivindicarles”, replica.