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¿Qué relación hay entre Caperucita Roja y Marie Curie? Una exposición vincula a científicas con cuentos clásicos

Marie Curie y Caperucita Roja, en la exposición ‘Científicas Olvidadas jamás Contadas’.

Alba Camazón

Valladolid —

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¿Qué relación hay entre Caperucita Roja y Marie Curie? Las máquinas portátiles de rayos X —inventadas por Mónico Sánchez Moreno— que Curie usó en las ambulancias de campaña durante la I Guerra Mundial habrían resultado útiles para encontrar a Caperucita Roja y su abuelita en la barriga del lobo. ¿Y entre El Mago de Oz y Hedy Lamarr? A Dorothy le hubiera venido bien un GPS para orientarse por Oz. ¿Sabías quién inventó las galletas con trocitos con chocolate, el periscopio, o incluso el Monopoly? El Museo de la Ciencia de Valladolid desentraña estos misterios y vínculos en la exposición ‘Científicas Olvidadas jamás Contadas’, que se puede visitar hasta el 24 de abril de 2023.

La artista Rosana Largo ha diseñado y pintado al óleo casi una veintena de piezas en madera que representan diferentes escenas de cuentos clásicos que luego ha relacionado con científicas e inventoras históricas y actuales. Ricitos de Oro, La Sirenita, La Bella y la Bestia son solo algunas de las historias que han servido de inspiración.

La idea es hablar de ciencia a través de los cuentos, algo que les resulta mucho más “familiar” y atractivo. “La ciencia es a veces compleja y difícil de entender para los niños”, apunta Largo. Algunos se quedarán con los coloridos colores, y otros con que una mujer descubrió de casualidad las galletas con pepitas de chocolate.

“El cuento me marcaba la pauta y luego buscaba el vínculo”, explica la artista vallisoletana a este periódico, vinculada a los cuentos desde su infancia. Sus padres regentan La Boutique del Cuento, primero en Valladolid y ahora en Urueña una librería especializada en libros desplegables e ilustrados para público infantil.

Sobre el cuento de Alicia en el País de las Maravillas, por ejemplo, se ve a una Hipatia de Alejandría monocromática junto a un astrolabio. ¿Por qué? Hipatia fue la primera mujer matemática y filósofa. Se le atribuye, de hecho, esta cita: “Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea es mejor que no pensar”. Pocos personajes ficticios se hacen más preguntas que Alicia, cuya historia está llena de matemáticas.

Si uno es capaz de apartar la vista de la miríada de detalles de este 'cuento túnel' y sus diferentes escenas en una única pieza, puede observar la sombra que proyectan en la pared las figuras de Hipatia, Maríe Curie, Hedy Lamarr, Sarah Mather, Amanda T. Jones. Ruth Sager o María Blasco, que investiga ese envejecimiento que tanto rechazaba la bruja de Blancanieves.

Aunque casual, resulta metafórica esta sombra. “Yo las habría encumbrado de alguna manera, pero fue muy emotivo ver cómo, se forma inconsciente, se proyectaban sus sombras”, apunta Rosana. La directora del Museo de la Ciencia de Valladolid, Inés Rodríguez Hidalgo, también lo hace notar: “Así se las ve como lo que merecen”. La sombra de estas científicas e inventoras simboliza la huella que dejaron sus hitos.

“No se pretende devaluar el papel de los científicos hombres, sino equiparar el de ellas”, añade. Si uno piensa en personajes vinculados a la ciencia, los ejemplos se pueden contar por cientos... pero prácticamente todos son hombres. Marie Curie es quizá la única que se ilumine en el imaginario colectivo. Más moderna, Margarita Salas, pionera española en genética molecular. Poco más.

“A los referentes femeninos hay que buscarlos con un candil. Esta exposición es de justicia. Hay en la historia de la ciencia y la tecnología mujeres que no fueron reconocidas, que fueron ignoradas o incluso suplantadas por hombres. Queremos que los niños y las niñas que buscan su lugar en la vida puedan encontrar referentes que desarrollen su pasión y vocación por algo”, apunta Rodríguez Hidalgo.

La directora del Museo de la Ciencia de Valladolid destaca la importancia de unir Ciencia y Cultura. “La ciencia es parte imprescindible de la Cultura, se relacionan de manera natural . Nadie es culto si no sabe un poco de ciencia”, indica. Un aviso para los amantes de las exposiciones interactivas: esta no es una de ellas, aunque tiene alguna pieza interactiva y una búsqueda de una científica que está escondida en la sala.

El recibimiento ha sido positivo desde que se inauguró la exposición, aunque en el museo esperan tener mucho jaleo estas navidades, sobre todo con familias dispuestas a aprender de ciencia, arte, historia, y, evidentemente, de sus cuentos favoritos.

Mientras tanto, esperemos que nadie tenga jamás que repetir este texto de Henrietta Swan Leavitt, una astrónoma que cambió la manera de observar el universo gracias a su descubrimiento sobre la luminosidad de las estrellas. “El director del centro astronómico de Harvard, Edward Pickering, ha publicado un artículo con los periodos de 25 Cefeidas en la Pequeña Nube de Magallanes, calculados en realidad por mí. No me han autorizado a firmar mi trabajo”.

Swan Leavitt, como tantas otras, fue ninguneada. Rosalind Franklin, química, no podía tomar café con sus compañeros de la facultad, que subestimaban sus descubrimientos. Ruth Sager, pionera de la genética citoplasmática, rebatió las leyes de Mendel, aunque nadie la creyó entonces.

Ante esa injusticia histórica, nacen propuestas como esta exposición, que busca difundir sus historias. En palabras del grupo musical valenciano Mafalda: “Nos acordamos de todas vosotras y vuestro nombre ahora es eterno. Os nombrará hasta el mismísimo silencio”.

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