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La restauración de una capilla de la Catedral de Segovia revela objetos guardados dentro del retablo y la reja

Labores de restauración en el retablo de la capilla de Santiago de la Catedral de Segovia.

Alba Camazón

Valladolid —
31 de diciembre de 2024 19:14 h

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La Catedral de Segovia ha restaurado la capilla de Santiago Apóstol, adquirida en 1527 por el contador de Felipe II Francisco Gutiérrez de Cuéllar, que también era caballero de la Orden de Santiago. Durante seis meses, han trabajado cuatro restauradores, cuyo trabajo ha revelado varios objetos que han permanecido durante siglos en las oquedades del retablo y la reja, además de otras pinturas que han quedado visibles en la única cripta de la Catedral.

La restauración —cifrada en 202.000 euros que ha financiado íntegramente la seo segoviana— ha sido integral: un cuarto de las pinturas murales de la bóveda estaba desconchado y otro cuarto estaba degradado como consecuencia de las humedades y del paso del tiempo. Los muros, además, estaban “muy sucios”, según explica la conservadora principal del proyecto, Paloma Sánchez, que justifica esta oscuridad por el humo de las velas que a lo largo de los siglos los fieles han colocado. “Esta capilla tuvo mucho culto”, apunta.

Detrás del retablo, dedicado al Apóstol Santiago, localizaron restos de cartas o peticiones —rogativas para que el Santo intercediera— correspondientes a los siglos XVI, XVIII e incluso posteriores, en latín y en castellano. “Algunos restos no se han podido recomponer, pero otras sí, y hay una paleógrafa que lo está transcribiendo todavía”, aclara Paloma Sánchez a elDiario.es.

Rogativas al Santo entre la pared y el retablo

Los fieles colocaban estas misivas entre la pared y el retablo, pero en la parte superior de la predela (la parte baja del retablo), en la base de la escultura, se han encontrado otros objetos inesperados: flores decorativas del siglo XIX o XX con soportes similares a jarrones, algún trozo de retablo desechado y un punzón y un pincel antiguos que probablemente se utilizaran para las pinturas murales de la bóveda. “En algunos retablos era habitual colocar estas rogativas, pero jamás había visto tantas cosas”, señala Sánchez.

El sitio donde más objetos perdidos se han encontrado ha sido en la reja, dentro del arquitrabe, que también es hueco. La reja que se puede observar no es la que quería inicialmente Francisco Gutiérrez de Cuéllar, quien había encargado una de Flandes. Sin embargo, un incendio en el puerto de Laredo deformó la reja, y el contador de Felipe II decidió encargársela a un artesano rejero en 1594.

En los huecos del arquitrabe había diez centímetros de pelusas vegetales, ramitas y esqueletos de pájaros. Está dentro de lo esperado encontrar este tipo de restos en este espacio. “Lo que no es habitual es que hubiera materiales con los que se decoraba la reja”, apunta la restauradora, que enumera los hallazgos: un punzón para perforar los dibujos, una bolsita de pigmento, un tejido con restos de oro que conservaba la forma de un dedo —se usaba para pulir los dorados— y unos papelitos anaranjados que se utilizaban para dorar la reja.

Además, se coló una pelotita de cuero en el hueco de la reja —“Se dice que antes los niños entraban a jugar a la catedral”, aclara Sánchez— y también se han encontrado una estampa de la Virgen del Destierro y una moneda de ocho maravedíes del reinado de Felipe III. “Dentro de esos frisos había también un trozo de reja que debió de caerse, no lo encontrarían y lo repusieron. Se conserva el dorado como si lo acabaran de hacer”, agrega Sánchez, que ha trabajado de manera intermitente en las restauraciones de la Catedral desde 2001. Todos estos huecos ahora se han tapado durante la restauración por limpieza y para evitar que se cuelen otros objetos.

Unas caricaturas del siglo XVIII

La cripta de Gutiérrez de Cuéllar tiene dos estancias, que también han sido restauradas en este proyecto: una sacristía con una bóveda pintada con ángeles de la pasión y el enterramiento del contador de Felipe II, que falleció en 1581. “La bóveda tenía tres capas de enlucido y descubrimos una gran cruz de Santiago pintada de siete por cuatro metros rodeada de conchas”, relata la restauradora.

También se ha recuperado una virgen que formaba parte del retablo original y se han descubierto unas caricaturas de dos personajes previos a 1756. Esa referencia procede del enlucido que estaba sobre estos dibujos y que estaba fechado. Paloma Sánchez asegura que apenas tienen información sobre estos dibujos. “No sabemos quiénes son, ni queda claro si son hombres o mujeres... uno tiene la nariz más aguileña y otro, más chata. Pero lo hemos conservado por respeto al original”, apunta.

Paloma Sánchez asegura que el trabajo de restauración realizado ha sido “muy respetuoso con el original” y se ha evitado el uso de disolventes que sean demasiado efectivos. “Queremos quitar el humo de las velas, pero mantener el barniz original del retablo, por ejemplo”, añade la restauradora, que apuesta por una conservación “respetuosa con el paso del tiempo” pero que permita disfrutar mejor de la visita. “La capilla ya no está tan oscurecida. Hasta ahora, pasaba desapercibida y va a ser un gusto cuando abra en enero”, augura.

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