El 15 de mayo de 2011, los indignados de Valladolid no tomaron la plaza principal de la ciudad como en otros lugares de España, sino una zona aledaña, a escasos metros del Ayuntamiento y algo menos concurrida. Quizá eso fue lo que permitió a la acampada de Fuente Dorada prolongarse durante 64 días, lo que la convirtió en una de las que más tiempo se extendió de todo el país. En comparación, la de la Puerta del Sol de Madrid duró 28 días. Desde las primeras jornadas, Luis Miguel Durán formó parte del movimiento que revolucionó la política española: el 15-M, un movimiento que también vino a revolucionar su perspectiva política.
Hasta entonces, la participación político-cívica de 'Luismi', que se convirtió en una de las voces más activas de la acampada, se reducía a actividades como voluntario de Cruz Roja. En poco tiempo, pasó de acompañar dos o tres veces por semana a personas con movilidad reducida, a liderar la plataforma STOP Desahucios en la capital del Pisuerga. De aquellos primeros días recuerda sobre todo el ambiente y la sensación de que algo estaba cambiando. “Los primeros días de acampada fueron una explosión de solidaridad. Me sorprendió la respuesta de la ciudadanía y el apoyo de los vecinos con quienes estaban acampados”, resume diez años después.
Allí conoció a Mercedes. Una monitora de yoga y tiempo libre de 44 años con más experiencia en las luchas sociales. “Yo había participado en sentadas, movimientos para conseguir la jornada continua en los colegios, protestas sociales, etc.”, explica. Ella participó en el germen de lo que sería la acampada. Días antes había un movimiento ciudadano, 'Estado del Malestar' que buscaba fórmulas para protestar. Como en otros lugares, la manifestación del 15 de mayo concentró todo ese malestar y desembocó en una protesta que duraría semanas. “Nos íbamos copiando los unos a los otros, escuchando lo que hacían otras ciudades. Aquellos días fueron emocionantes”, recuerda.
Diez años después, ni Mercedes ni Luismi creen que el movimiento haya fracasado. El 21 de julio de 2011, de madrugada, la Policía desalojó el campamento improvisado, pero no puso fin a las reivindicaciones. “Estaba claro que tenía que cambiar para continuar”, reflexiona Luismi, que durante varios años estuvo en las plataformas contra los desahucios. “Sí produjo cambios. Se cambió la percepción de la política, la gente empezó a implicarse más, la corrupción dejó de ser tolerable y surgieron movimientos como las mareas o las Plataformas en Defensa de la Sanidad Pública”, señala Alberto Bustos, concejal del Ayuntamiento de Valladolid, y entonces candidato de Izquierda Unida. Como en otras ciudades una de las cristalizaciones del movimiento fue las llamadas candidaturas de unidad popular o municipalistas. En Valladolid, el éxito fue evidente en los siguientes comicios, cuando se presentaron dos: Valladolid Toma La Palabra y Valladolid Sí Se Puede.
“Para mí lo más interesante de aquellos días es que el movimiento 15-M supo incorporar a mucha gente de distintas edades, a personas sin experiencia y a otras 'con mochila' en las luchas sociales”. sentencia Bustos, ahora concejal de participación ciudadana en la ciudad. En Valladolid -como en Madrid, Barcelona, Valencia o Cádiz- el cambio tardó en cristalizar. Javier León de la Riva, el alcalde del PP desde los años 90 revalidó su cargo en 2011, pero el cambio, considera Bustos, empezó a gestarse entonces.
“La transformación política fue un poquito más tarde. Los rescoldos de ese 15-M se van a asentando hasta confluir en un cambio político. Nuestra ciudad, como otras capitales, pasó a estar gobernada por gente que nunca había estado en el poder y que venía de movimientos sociales”, señala el edil. Izquierda Unida, con apoyo de otros colectivos y de manera asamblearia, se integró en la candidatura municipalista y asamblearia Valladolid Toma la Palabra, que logró cuatro concejales en las elecciones de 2015. Una coalición con el PSOE de Óscar Puente sacó al PP del Ayuntamiento.
“Toma la palabra ha supuesto un revolcón en la vida política de Valladolid, tuvimos unos magníficos resultados. Seguimos manteniendo una estructura abierta, todo se elige con primarias y organizamos asambleas en las que absolutamente todo el mundo puede participar”, sentencia el edil. Para Bustos, hay ideas de cómo tienen que funcionar las organizaciones que salieron del 15-M que acabaron incorporando. “Transparencia, rendición de cuentas, código ético. Son cosas que en VTLP estamos desarrollando con modestia, con errores, como todo el mundo, pero también con coherencia”, indica.
Mientras VTLP consiguió relevancia política, la otra candidatura popular, Sí Se Puede, desapareció entre luchas internas y falta de coordinación. Para 'Luismi', uno de quienes participó en el 15-M desde el principio, y en las asambleas que formaron Toma la Palabra, Izquierda Unida fue muy inteligente. “Consiguió apoyarse en movimientos sociales. VTLP es una Izquierda Unida, pero con un traje más moderno, aunque no deja de ser un partido político, por eso me desligué”. Del 15-M Valladolid surgieron plataformas sociales que lograron cambiar la ciudad, aunque entrando en las instituciones. Pero también gestos más pequeños y casi tan importantes. Mercedes, que también estuvo en la Plataforma Stop Desahucios, reflexiona a menudo sobre lo que se consiguió y lo que no. “Cuando me preguntan qué hemos logrado, me acuerdo de una mujer a la que iban a echar de su casa con dos hijos. Conseguimos que se quedara y arregló la situación. Para mí eso ya merece la pena”.