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Castilla y León se enfrenta a una desaceleración económica provocada por la inestabilidad política según el Colegio de Economista

El Colegio de Economistas de Valladolid (Ecova) prevé que la desaceleración continuada del último año provocará una bajada del Producto Interior Bruto (PIB) de Castilla y León que se situará a finales de este año en torno al 2,1 o el 2,2 por ciento a pesar del incremento registrado en el primer trimestre del año. Esta situación se produce, en opinión del decano del Ecova, Juan Carlos de Margarida, “por la situación de inestabilidad política de la Comunidad que genera una pérdida de confianza bastante acusada tanto en empresas como en consumidores”.

En concreto, los datos del Observatorio Económico de Castilla y León ponen de manifiesto la caída del índice de confianza empresarial en casi 6 puntos respecto al último trimestre del 2018 y el descenso en la confianza de los consumidores que incrementan sus depósitos financieros, reduciendo el gasto y la solicitud de crédito financiero.

De Margarida ha explicado que el incremento de la economía en el primer trimestre indica que no hay recesión, aunque se mantiene una desaceleración “continuada” desde mediados de 2017 que ha hecho que se pase de un 3,5 por ciento de crecimiento a lo que podría ser un 2,1 o 2,2 este año.

A este respecto, ha aclarado que no se trata de ser “alarmistas” pero sí “precavidos”, algo que considera que hay que ser ante una desaceleración que se mantiene en el tiempo y ha explicado que inicialmente no se llegaría a una recesión.

El decano del Ecova prevé que se mantenga esta desaceleración, que se constata en la caída de la productividad industrial, una disminución de la confianza empresarial y del consumidor, la ralentización de las ventas minoristas y una bajada del crédito, entre otras cosas, además de algo “muy preocupante” como es el aumento de la deuda.

De Margarida, quien ha desgranado los diferentes datos económicos correspondientes al primer trimestre, ha destacado cuestiones que considera importantes como la bajada de la confianza de los consumidores y de los empresarios, en éste último caso en un 11,7 por ciento con respecto al mismo periodo del año anterior y un casi 6 puntos, algo que ha atribuido a causas sociales, políticas y estructurales.

El decano ha advertido de que la “desconfianza” hace que no se invierta y no se consuma y ha apuntado además que también a este preocupación por la posibilidad de una nueva crisis financiera y la pérdida de puestos de trabajo o cierre de empresas ha provocado también que baje el sector exterior. Precisamente las exportaciones, que son “la joya de la corona”, han disminuido “considerablemente”, cerca de un 8 por ciento.

Además, ha destacado la importancia de la “falta o poca” visión de los empresarios de Castilla y León que, aunque son trabajadores, constantes y tienen “grandes valores” les cuesta “dar un paso adelante” y siempre lo hacen después que los demás, frente a lo que considera que hay que llevar a cabo acciones claras de los gobiernos en los próximos cuatro años para mantener la continuidad de la actividad económica.

Por otro lado, ha recordado que el PIB depende de la creación de puestos de trabajo, no de la actividad industrial y económica porque cuando se pare la creación de empleo bajará, a lo que ha añadido que Castilla y León tiene como motor económico la industria, pero es una “comunidad de servicios”.

Amenazas a la economía

De Margarida ha apuntado las “amenazas” de la economía de Castilla y León este año, que pasan por los efectos de la precariedad laboral, ya que pueden afectar al poder adquisitivo; los riesgos de la exclusión social; o el volumen de deuda pública, que considera que no debe aumentar“ y disminuir.

De la misma forma, ha señalado la concentración de la actividad en sectores de baja productividad, cuando cree que hay que apostar por que sean de “alta productividad” y fundamentalmente la industria; y la debilidad de la investigación y el desarrollo, ya que a su juicio hay que ser “más innovadores”, al tiempo que contar con empresas de mayor tamaño ante lo reducidas que son en la actualidad.

Frente a ello ha reclamado acciones “claras” de los gobiernos para los próximos cuatro años porque las amenazas tienen “más que ver” con la falta de cambios y reformas que con cuestiones como la reducción del comercio exterior.

Por ello, considera que hay que hacer “cambios estructurales importantes” para afrontar el futuro, al tiempo que ha reclamado no olvidarse del ciudadano, que es “lo más importante, el pilar”, que necesita “confianza, estabilidad y claridad” sobre lo que hacer en los próximos meses.