España ha sido, y es, un país de legumbres. Según los datos del Ministerio de Agricultura, cada español come de media unos 3,14 kilos de este alimento al año, lo que supone un total de 140.0000 toneladas. El consumo es tan alto (o la producción nacional tan baja) que es necesario importar entorno al 70% para hacer frente a la demanda. Los agricultores castellanos y leoneses temen que el acuerdo de libre comercio con Mercosur afecte a un cultivo tradicional ya de por sí escaso que mueve alrededor de 267,5 millones de euros.
El agricultor leonés Javier Pozo cultiva desde hace 20 años alrededor de 30 hectáreas de alubias en la comarca del Páramo. Como a otros productores, la importación de alubias desde Sudamérica le ha quitado parte del negocio. Teme que con la entrada del acuerdo entre la Unión Europea y Mercosur y la desaparición de aranceles el panorama vaya a peor.
“Ha habido momentos en los que las importaciones nos han hecho polvo. Sobre todo hace unos años cuando el consumo cayó en picado y era muy difícil lograr rentabilidad”, relata. En los últimos años, según señala la Asociación de Legumbristas de España, la tendencia se ha revertido y cada vez se comen más legumbres, un 2,8% anual más, por lo que también se ha registrado un repunte de la producción.
“Se está notando un aumento del consumo en toda la Unión Europea y, particularmente en España”, explica el investigador del Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC, Diego Rubiales. “Sin embargo, con nuestra producción actual somos incapaces de abastecer las necesidades de consumo interno”, añade a este diario.
En los últimos años, según datos del Ministerio de Agricultura, en España se han producido unas 76.000 toneladas de garbanzos, alubias y lentejas, una cifra insuficiente para hacer frente a la demanda actual. Por Comunidades, lideran la producción nacional Castilla la Mancha (36%), Castilla y León (30%) y Andalucía (20%). “Una política que favoreciese el cultivo de legumbres y una subida de los aranceles a la importación podría impulsar la legumbre en España”, asegura el agricultor leonés Javier Pozo.
Una producción irregular y escasa
“España no es un buen productor de legumbres”, sentencia José Manuel Álvarez, secretario general de la Asociación Española de Legumbristas (ALE), la organización que reúne a los principales envasadores y distribuidores del país. “La producción no es estable, así que la mayoría de los productores prefieren importar a depender de una producción inconsistente”, subraya Álvarez en declaraciones a este medio. Según la asociación de agricultores ASAJA, en 2018 la producción de legumbres en Castilla y León se multiplicó por cuatro debido a las buenas condiciones climáticas y la fluctuación depende de cada año. “Es muy difícil hacer previsiones si tienes que depender de los cultivos nacionales”, remata Álvarez.
El investigador Diego Rubiales, coincide en parte con el análisis. “En España dejó de apostarse por la tecnificación de las leguminosas y se primó el cultivo de cereales”. Esta falta de inversión técnica ha provocado que cultivar legumbres sea mucho menos rentable en España. “Las legumbres tienen prácticamente el mismo rendimiento que en los años sesenta, mientras que el de los cereales, como el trigo, se han triplicado”, asegura. “Si sacas 3.000 kilos de cereal por hectárea frente a 800 kilos de lentejas, no salen las cuentas, así que el agricultor prefiere ir a lo seguro”.
Los cambios bruscos en el clima tampoco vienen bien a estas plantas. “La alubia es muy delicada. Sufre más con el granizo que otros cultivos como la remolacha o el cereal”, explica el agricultor Javier Pozo. “El exceso de calor durante la floración y el de agua afectan mucho”, relata. Los fenómenos extremos ya repercuten en la agricultura en España y seguirán haciéndolo en el futuro. Tanto, según un informe reciente de la Agencia Europa de Medio Ambiente, que en los próximos años se podría perder el 80% del valor de las tierras de cultivo.
El riesgo del libre comercio
Mientras que los envasadores se frotan las manos, los agricultores se ven sumidos en la incertidumbre. El secretario general de la Asociación de Legumbristas prevé que su entrada en vigor será bueno para los distribuidores, aunque matiza que el arancel actual con Mercosur no es “muy alto”.
Por su parte, ASAJA de Castilla y León considera que el acuerdo con Mercosur puede suponer la puntilla la producción de legumbres que actualmente sobrevive, con dificultad, en un mercado prácticamente libre. “Con el acuerdo de libre comercio se va a facilitar la importación, pero la desaparición de los aranceles tampoco va a suponer mucho cambio, porque no es muy alto”, aseguran.
“Nosotros asumimos el libre mercado, sin él no podríamos exportar, así que hay que estar a las duras y a las maduras”, añaden. Sin embargo, piden endurecer otros factores. “Lo que sí pedimos es que se exijan unas mínimas normas de producción, ambientales y sanitarias a estos países”, explican. “Estos factores nos impiden competir con reciprocidad. También influyen las condiciones laborales de los trabajadores de España que, por ejemplo, no pueden competir con Brasil”, dice con preocupación.