Los hosteleros de las zonas de montaña de León llevan toda la vida conviviendo con los temporales de nieve de otoño a primavera. Dependiendo del año, unos cae mucha, otros ni un copo. Pero el que cae bien saben a lo que se exponen. A tener que cerrar porque los turistas no pueden llegar en coche por la carretera, o porque las tormentas no les permiten siquiera ver las casas que si no fuera porque saben que están ahí frente a las suyas pensarían que se las ha llevado la ventisca a otra parte. Permanecen días y semanas enteros sin luz, teléfono o Internet. Son la 'España vaciada', el medio rural del que muchos hablan pero pocos conocen tan bien. Y no se quejan, porque es la vida que han elegido.
Lo que no pudieron decidir fue la declaración de la pandemia de coronavirus Covid-19. Como muchos otros sectores, se vieron obligados a cerrar las puertas de sus negocios durante meses, para reabrir el verano de pueblos llenos pero poco turismo rural. Vuelta a cerrar antes del puente de Todos los Santos y reapertura para Navidad. Una tendencia de ceses de actividad y vueltas a la rutina, en paralelo a la evolución epidemiológica en la provincia de León, que parece que va a continuar también este 2021.
La Junta de Castilla y León ha decidido obligar el cierre del interior de bares y restaurantes, y permitir la actividad en terrazas al aire libre. Pero, “¿Quién se va a sentar en la terraza, si tenemos metro y medio de nieve?”, se preguntan, achacando la ignorancia de los 'expertos' y políticos que toman estas decisiones “desde su despacho de Valladolid con 20 grados, temperatura confort, cuando aquí estos días hemos tenido temperaturas de 20 grados bajo cero de madrugada, y 10 bajo cero a mediodía”.
No obstante, no toda la hostelería de la montaña de León está en la misma situación. Por eso, iLeón ha querido conocer una parte de su realidad y que nos expliquen cómo afrontan lo que queda de invierno y de pandemia por delante.
Los que ya no reabrieron
Una buena parte de la hostelería de montaña de la provincia decidió no reabrir sus puertas después del cierre del puente de Todos los Santos. Con Castilla y León perimetrada, sin que se permita entrar ni salir, y teniendo en cuenta que la mayoría de sus visitantes son madrileños, gallegos, vascos o extranjeros, prefirieron acogerse al cese de actividad hasta que la situación mejore.
De oeste a este de León, es el caso del Centro de Turismo Rural Valle de Ancares, en la pequeña localidad de Pereda. “Nuestra última reserva fue el 5 de noviembre. Estamos a cero. Y la nieve no es el problema, porque nieve siempre hay”, sentencia su dueño Gerardo Jorge Ovalle, que asegura que “Todo lo que hay en Ancares está cerrado. Con las visitas que tendríamos no da para pagar la calefacción. Un desastre. Hasta que no se quite el cierre perimetral no me salen las cuentas para abrir”.
José Luis Valencia, de El Trasgu de Foncebadón, y su socio decidieron acogerse también al cese de actividad hasta el mes de marzo. “El Covid nos está matando. Es el peor año de la historia para la hostelería”. Su negocio se nutre de los peregrinos del Camino de Santiago, un 90 por ciento extranjeros, que el pasado 2020 no hicieron su mochila para hacer la ruta jacobea. “Lo que ganábamos abiertos nos daba para comer y pagar la luz, y porque tenemos la mitad de las cosas apagadas, que si no ni eso”. Pero es optimista, agradece a “la estrella” que tienen no haber abierto para Navidad porque ahora no tendrían ningún tipo de ayuda y se verían obligados a despedir, e indemnizar, a los trabajadores que llevan años con ellos y que ahora están en situación de ERTE. “Supongo que la cosa mejorará pero, el 2020 que teníamos tantas ganas de que se acabara creo que no ha hecho más que empezar”.
El Hotel Picos de Europa en Posada de Valdeón también está cerrado, igual que el resto de los establecimientos hoteleros del pueblo. Abrieron solo el mes de agosto y cerraron un mes después, en septiembre, porque “no venía nadie y decidimos cerrar todos”. Cuando preguntamos por las ayudas la respuesta nos la trae el eco. “¿Ayudas? A estos sitios nunca llegan las ayudas, pero sabemos defendernos. Ya llegarán tiempos mejores”.
Los que tienen que cerrar
Otra parte de los hosteleros de la montaña de León volvieron al trabajo para Navidad porque para ellos la nieve y los deportes de invierno son sinónimo de visitantes. Aunque la Covid y la Junta no les van a dejar aprovecharlo, al menos durante las próximas dos semanas.
En La Cueta, la localidad a mayor altitud de la provincia (1.442 metros), en Babia, hay más de metro y medio de nieve. “Ningún montañero va a querer entrar en calor tomándose un café o un caldo en la terraza a diez grados bajo cero”, lamenta el dueño del Hostal Picos Blancos, Emilio Martínez. Más teniendo en cuenta que ese iba a ser todo su negocio estos días, “dos comidas, dos cervezas, cuatro cafés que íbamos a poner este invierno y nos los quitan”. Pide a la administración autonómica que se replantee las medidas restrictivas generales como ésta y que se delimite de provincias a localidades o zonas básicas de salud el ámbito de toma de decisiones en función de los casos de Covid. Aunque reconoce que tendrá que acosumbrarse a las circunstancias sin saber muy bien qué rumbo tomarán: “Igual nos pasa como al burro del gitano que cuando se acostumbró a no comer se murió”. Seguirá trabajando, eso sí, en el Hostal, dando alojamiento, y en una casa rural que arregló durante el cierre de noviembre a diciembre. “Y así vamos tirando”.
Ana Cañón del Hotel Rural Río Viejo en Cubillas de Arbas, se une a Emilio en afear a la Junta que solo les deje atender a sus clientes en la terraza con metro y medio de nieve. Pero es que además, a su negocio no se pueden acercar ni los esquiadores de la estación invernal que tienen a menos de media hora en coche “porque pertenece a otra comunidad autónoma y no pueden entrar”. “No nos pueden meter a todos en el mismo saco. Abrieron en Navidad para callar la boca al sector. Que hagan como en otros sitios que nos mandan cerrar a las cinco o a las seis de la tarde... Pero nosotros no tenemos la culpa de la pandemia. Cuando no cerramos por el temporal de nieve, cerramos por la Covid”. Afortunadamente, los 20 habitantes del pueblo la siguen arropando y apoyando todo lo que pueden. “Tenemos un grupo de WhatsApp, les escribí para decirles que abría en mi día de descanso porque volvemos a cerrar y han decidido venir todos a comer para despedirnos hasta que podamos abrir de nuevo”, agradece.
La minoría que va a seguir abierta
Los campings y las casas rurales representan la pequeña parte de los hosteleros de la montaña de León que mejor van a pasar la tercera ola porque, al menos, no tendrán que bajar la persiana.
Las Cabañas Patagónicas en Maraña están prácticamente llenas de amantes de la naturaleza y el frío. “Hemos tenido cancelaciones de huéspedes de otras comunidades pero estamos teniendo muy buena respuesta de la gente de Castilla y León. Conseguimos llenar incluso solo con la gente de la provincia de León. ¡Esperamos que no se desanime!”, manifiesa Gorka Abaitua, reconociendo que la situación no es fácil para muchos compañeros de profesión. “Al final lo que ofrecemos nosotros son apartamentos con cocina, en los que tienes tu propio espacio y eso ayuda mucho en una situación así. La gente viene más tranquila”.
En Liegos, en la Montaña de Riaño, Sara Lario de la Casa Rural Cinco Leyendas, nos explica que también seguirá abierta, adaptando su política de reserva y cancelación a la situación cambiante de las medidas restrictivas después de Navidad. “Se reserva poco y se cancela mucho”, en grupos que no pueden ser de más de seis personas, lo que le deja “poco margen para sacar algo de beneficio si restamos lo que supone calentar la casa”. El año pasado, tuvo un 50 por ciento menos de facturación, “y este invierno juntar nieve y coronavirus lo hace más complicado”. “La nieve pasará, todos los años viene, pero el Covid es solo una gota más de un vaso casi lleno en el que seguimos notando las desigualdades del medio rural a pesar de tener los mismos derechos. Es bastante frustrante que todo sean trabas cada dos por tres, pero seguiremos tirando con lo que se puede”.
Las restricciones tendrán validez al menos hasta el próximo día 26 de enero, sin perjuicio de que se puedan endurecer aún más como ha pretendido este mismo viernes la Junta de Castilla y León, adelantando el toque de queda a las ocho de la tarde (20 horas) y limitando las reuniones de no convivientes a cuatro personas, en vez de seis.