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Opinión
La Trastienda

Melancolía otoñal

Garcia-Gallardo y Mañueco, hace unos meses en el Pleno, antes de la ruptura entre PP y Vox.

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Aquello de que cualquier esfuerzo inútil conduce a la melancolía, que se le atribuye a Ortega y Gasset, bien pudiera aplicarse al Proyecto de Presupuestos de la Comunidad de Castilla y León para 2025 que, Estatuto de Autonomía en mano, la Junta debería remitir a las Cortes a lo más tardar el próximo día 15. No se respetará el plazo, ya que a fecha de hoy el gobierno de Alfonso Fernández Mañueco ni siquiera ha presentado el techo de gasto que previamente debe trasladarse al “mausoleo” parlamentario de Villa del Prado.

El nuevo Proyecto presupuestario, elaborado por el primer gobierno monocolor que preside Fernández Mañueco, está abocado a acabar en la papelera. Vista la resaca que ha dejado la espantada de Vox en la Junta, no parece que la ultraderecha vaya a prestar sus votos al grupo popular; lógicamente, prefiere que se prorroguen unas cuentas, las de 2024, en las que pudo meter su cuchara. Y sin Vox al PP no le salen las cuentas para sacar adelante un Proyecto que va de suyo que los socialistas y los irredentos del Grupo Mixto (el “apátrida” Igea y el podemita Fernández) enmendarán a la totalidad.

Eso sí, a Mañueco lo anterior le importa una higa, ya que desde que Vox le hizo el favor de irse da por descontada la prórroga presupuestaria. Y que el todoterreno consejero de Economía y Hacienda, Carlos Fernández Carriedo, ese eterno-chico-bien-mandado-que-vale- igual-para-un-roto-que- para-un-descosido, trabaje en balde le importa todavía menos. Carriedo (cuatro veces consejero de la Junta, la primera en el siglo pasado) está acostumbrado a lo que le echen.

Más sangrante fue lo de diciembre de 2021, cuando Mañueco sacrificó unos nuevos Presupuestos a punto de ser aprobados, al disolver por sorpresa las Cortes para convocar elecciones anticipadas previa expulsión de la Junta de su socio de gobierno, en ese momento Ciudadanos. Después de haber asistido a aquello, lo de prorrogar otra vez unas cuentas se asume sin mayor trauma, aunque, eso sí, resta potencia a la crítica del PP sobre las dificultades de Pedro Sánchez para dotarse de unos nuevos Presupuestos Generales del Estado.

Mientras tanto, el PP prosigue el borrado de las aberraciones perpetradas durante su etapa de gobierno con Vox. Tras apostatar de la infame Ley de la Discordia, la reunión del pleno del Consejo de Diálogo Social ha restablecido una “seña de identidad” en la que el inefable Veganzones se ha estado ciscando con la anuencia del PP. A este paso el único rastro que va a quedar del nefasto paso de Vox por la Junta va a ser la infausta declaración de un monumento fascista, la 'Pirámide de los Italianos como Bien de Interés Cultural. Un baldón que arrastrará para siempre el consejero de Cultura, Gonzalo Santonja, que en ese pecado (muy venial respecto a otros suyos) lleva la penitencia. Y doy por sentado que a la Junta no se le ocurrirá subvencionar la restauración de semejante adefesio arquitectónico, que además es de propiedad privada.

Empezaba a ser llamativo el retraso de la Audiencia de Valladolid en dictar fallo sobre el caso Perla Negra/Polígono de Portillo, cuya vista oral quedó vista para sentencia el pasado 8 de mayo. Y en estas se anuncia que el tribunal ha fijado para el próximo día 22 (5 meses y medio después) la fecha en que emitirá su veredicto. Veremos cómo torea Mañueco el morlaco de la posible condena a unos altos cargos de la Junta sobre unos hechos ocurridos cuando él ya era secretario autonómico del PP (no digo ya cómo saldrá del trance el entonces presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, apoltronado tan ricamente ahora como consejero nato del Consultivo, con una soldada anual de 80.741 euros del ala).

Es lo que tiene lo de llevar tantos años en política: Mañueco ya era el número dos del PP de Castilla y León en 2002, año en el que fue condenado el alcalde de Ponferrada, Ismael Álvarez, por su acoso a Nevenka Fernández. Pese a esa condena, Nevenka nunca recibió reparación alguna por parte del partido del que formó parte y acabó exiliándose ante la hostilidad encontrada en Ponferrada. Ese oprobio ha subsistido y subsiste. En él parece haberse subrogado el actual alcalde, Marco Morala, quien se ha retratado al denegar autorización municipal para rodar allí la película Soy Nevenka.

Claro que, si hablamos de las derivaciones del caso Nevenka, el que se cubrió de lodo hasta las cejas fue el entonces secretario federal de Organización del PSOE y antes secretario autonómico del partido, Óscar López, al urdir en 2013 desde Ferraz una moción de censura para desalojar al alcalde del PP con el apoyo de la agrupación política liderada por Ismael Álvarez. El fiasco fue monumental, al punto de que el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, se vio obligado a desautorizar la iniciativa y ordenó retirar la moción, orden que se pasó por el forro el candidato a la Alcaldía, Samuel Folgueral, quien, junto al resto de los concejales socialistas, abandonó el partido y creó su propio chiringuito político.

Aquello fue el broche del calamitoso paso de López por Castilla y León, que comenzó en 2004 como diputado cunero por Segovia, destino que no se descarta que el ahora ministro de Transformación Digital y Función Pública pudiera retomar 20 años después a fin de agenciarse un escaño en el Congreso en las próximas generales. Vistas las tragaderas de buena parte de la militancia socialista, no sería de extrañar.

De lo que no tengo ninguna duda es de que López, en su momento impulsor de la candidatura de Luis Tudanca frente a la de Julio Villarrubia, maniobrará en la sucesión del actual secretario autonómico del PSOE. Tudanca se sabe amortizado y la mejor prueba de ello es que no se haya postulado para un nuevo mandato. Y es de parvulario político que no anuncie que da por concluido su ciclo, ya que, de hacerlo, se resentiría del todo el crédito político que aún mantiene.

¿Quién puede sucederle? Sigo descartando la opción del acalde de Soria, Carlos Martínez, que enterró su futuro político con la patochada de Tardelcuende. El ridículo de presentar como candidato al ocupante de ese 'papamóvil' sería de alcance nacional. El PP y Vox tendrían la campaña hecha. No creo que la ministra Ana Redondo se deje embaucar y la burgalesa Esther Peña juega en otra liga. Y aparte de todo concurre que el mayor activo del PSOE de Castilla y León, la ex delegada del Gobierno Virginia Barcones, a mayor abundamiento vicesecretaria autonómica del partido, no parece que le haga ascos a la candidatura. Blanco y en botella

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