El objetivo de dos aficionados a la naturaleza grababa en la Montaña palentina una imagen insólita por su rareza y la crudeza de los hechos. Una osa peleaba hasta despeñarse contra un macho. El resultado: el atacante moría por la fuerza de la caída y la madre se recogía a una cueva con su cría para proteger a su prole y curarse de las heridas. Este hecho no es “excepcional” en la naturaleza, cierto es que “el infanticidio en oso” es algo que puede darse “todos los años”, pero “no es algo que ocurra todos los días”, como ha asegurado el presidente de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero, en una entrevista con EFE.
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Ese ataque se debió a que el macho pretendía acabar con el osezno para que la hembra entrara de nuevo en fase de celo, como ha explicado Palomero. “El fin no era matar a la osa, sino dejar sus genes. El objetivo era matar a la cría para forzar que la hembra entrara en celo”, ha afirmado. “Es un ataque infanticida, un intento de matar a la cría”.
Una vez finalizada la pelea, un operativo compuesto por personal de varias de administraciones y entidades se afanaban en localizar a los úrsidos. El cuerpo del macho fue encontrado horas después de que se diese la alerta, pero madre y cachorro lo pusieron difícil. La familia se había escondido en una gruta próxima al escenario de la batalla con una complicada entrada, con estrechamientos y una longitud de más de 15 metros, es decir, se ocultan en todo un fortín.
Este ataque podría ser la segunda vez que un macho tratase de matar a los oseznos de esta osa, como han defendido los expertos. Esta hipótesis también recoge que este macho ya haya podido matar a otro osezno de la misma madre, tras haberse constatado que esta tenía dos cachorros. “Tres días antes la habíamos visto con dos crías y el domingo la vimos solo con una, por lo que es probable que antes de atacar a la hembra haya matado a la otra cría”, afirma Palomero. “Pero solo es una hipótesis”, insiste.
El caso es que las imágenes del ataque, -“que es muy agresivo y la hembra se defiende muy bien”, según indica Palomero-, se han hecho virales, en opinión del experto, por un doble interés: el que despiertan estas escenas “tan poco vistas” y el que despiertan los osos, en particular, entre los seres humanos.
Y es que, si en general “los predadores nos atraen mucho”, los osos aún nos resultan más atractivos e interesantes por las connotaciones que tienen. Es un plantígrado simpático y todos los niños han tenido un osito de peluche.
“Por eso estas imágenes excepcionales se hacen virales”, afirma. “Pero hay que explicarlas”, añade Palomero, porque los osos no son peluches, son animales salvajes que hacen este tipo de cosas.
El presidente de la Fundación Oso Pardo ha considerado que “es bueno que la gente vea que la naturaleza es así y tiene momentos que pueden romper esquemas muy humanos”.