Las relaciones entre el presidente del PP, Pablo Casado, y el presidente del mismo partido de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que nunca han sido buenas, pasan por su momento más tenso a las puertas de fechar los congresos provinciales y autonómicos en la comunidad. La guerra soterrada que mantienen ambos ha vivido varios episodios en los que Génova, sin previo aviso, ha purgado a cargos orgánicos del partido. El objetivo de Casado es tener el control territorial de la formación y neutralizar a Mañueco.
La desconfianza mutua viene marcada por dos circunstancias: Mañueco apoyó a la exvicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, cuando se enfrentó a Casado en las primarias para presidir el Partido Popular. A su vez, Casado estaba llamado a ser el delfín del expresidente Juan Vicente Herrera en 2017. No sólo era la opción favorita de Herrera, a nivel interno hubiese tenido apoyos suficientes como para evitar lo que ocurrió en marzo de ese año, unas primarias que debilitaron al 'herrerismo' y que acabó ganando Mañueco.
Ya en un Gobierno autonómico compartido con Ciudadanos y pactado desde Madrid, Mañueco se ha convertido en un molesto dolor de cabeza para Casado. La pandemia ha puesto a prueba lealtades y el presidente de Castilla y León se muestra más dócil con quien le mantiene en el poder: el vicepresidente, Francisco Igea. Tan seguro se ha sentido Mañueco en los últimos meses que en junio se atrevió a recomendar a Pablo Casado “una desescalada verbal” y una estrategia política basada en los pactos, “en la mano tendida” y en el “entendimiento”. Lo decía tras haber logrado que la mayoría de la oposición, incluido el PSOE firmase un pacto de “reconstrucción” del que los socialistas, meses después, se han acabado desvinculando.
Las purgas
El movimiento más determinante de Génova contra Mañueco se produjo con 'agosticidad', cuando llamó a capítulo al gerente del PP de Castilla y León, Pedro Viñarás, y lo destituyó sin previo aviso. Mientras Viñarás aún leía la carta en la que se le comunicaba su cambio de estatus laboral, el nuevo gerente entraba en las oficinas del PP autonómico reclamando su espacio. Borja García Carvajal, amigo de Pablo Casado, se convierte en una pieza clave para mantener informada a Génova. García Carvajal, que apoyó a Mañueco en sus primarias, no se sintió igual de respaldado por el presidente cuando intentó hacerse con la presidencia del partido en Valladolid, que siguió en manos de Jesús Julio Carnero. Tampoco hubo agradecimiento años más tarde, cuando Mañueco llegó a la Junta. García Carvajal se quedó con un cargo de concejal raso de la oposición. Tal y como informó elDiario.es, Viñarás, mentor político de Mañueco, vincula su salida de la gerencia al intento de Casado de controlar los congresos, y en eso Viñarás es experto. De hecho presume de ser el que más veces ha “ganado” elecciones con mayoría absoluta. Por eso mismo, Mañueco lo ha recolocado como asesor del Grupo Parlamentario Popular con un con generoso sueldo, algo que ha levantado ampollas en el grupo, pero también en la dirección nacional del partido.
Lo que está claro es que la presidencia del partido en Valladolid dejará de estar en manos de Carnero, porque desde Génova también también se ha bloqueado su candidatura. Carnero, que presidía la Diputación de Valladolid hasta las pasadas elecciones autonómicas, fue apeado del puesto por la dirección nacional y, a cambio, se le colocó como consejero de Agricultura en el nuevo gobierno de coalición. La jugada tenía no sólo el objetivo de ceder a los deseos de Ciudadanos, que no quería cargos públicos que repitiesen después de dos legislaturas, también barría a Carnero de la presidencia del partido: los estatutos impiden que se presente un cargo en el Gobierno autonómico. Pero es que además el ahora consejero estaba en las listas de la ejecutiva de Sáenz de Santamaría, había que purgarlo. Mañueco tuvo que tragarse también ese sapo, no lo quería en su gobierno por considerarlo de la facción 'herrerista' y llegó a resistirse. En Génova el enfado fue considerable. “Pero ¿qué se cree este tío, con todo lo que hemos hecho para hacerle presidente de la Junta?”, espetaron. Para el partido, Mañueco es una pieza más, pero no un valor en alza, después de cosechar los peores resultados del PP en la historia de Castilla y León.
Que Mañueco se debe a Igea y no al partido quedó claro también en septiembre, cuando Castilla y León fue la única comunidad gobernada por el PP que votó positivamente en el Consejo Interterritorial de Salud el semáforo con medidas concretas que deben adoptar ciudades de más de 100.000 habitantes. “En Castilla y León las decisiones de Sanidad las toma Casado, Verónica Casado”, llegó a decir burlonamente Igea en una rueda de prensa. Eso sí, Ciudadanos sí ha tenido que soportar la puesta en escena de ruedas de prensa de Mañueco junto a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en las que esta rompía acuerdos de perimetración.
El último incendio se produjo este martes, cuando la consejera de Sanidad anunciaba en rueda de prensa su intención de pedir de nuevo un instrumento para, siguiendo el consejo de los expertos, el confinamiento total en la comunidad durante dos semanas, dada la evolución de la pandemia. Castilla y León ha relajado medidas en Navidad, y ha sido el PP quien ha forzado la máquina tras el cierre de la hostelería. No solo se abrieron bares, sino que las restricciones fueron las mínimas establecidas en el Interterritorial. Mientras otras autonomías se cerraban perimetralmente sin permitir salidas o entradas de familiares, o restringieron las reuniones a seis personas, Castilla y León aplicó a rajatabla las restricciones acordadas en el Interterritorial y no las varió un ápice ni cuando las cifras de positivos empezaron a subir.
Tras esa petición de confinamiento, el PP 'ardió'. Horas después, la Junta mandaba un comunicado matizando que “la Junta de Castilla y León no ha adoptado ninguna decisión sobre las propuestas planteadas por los expertos”. Génova no aprueba un nuevo confinamiento y no va a tolerar que una de las pocas comunidades en las que gobierna lo pida.
Y si el Partido Popular denosta a Mañueco, lo mismo hace Ciudadanos con Igea. El pasado martes, la presidenta del partido, Inés Arrimadas, arremetía contra él tras unas tibias declaraciones en las que el vicepresidente no afirmaba que quisiera fichar por el PP, pero tampoco lo negaba. “Nunca digas nunca”, decía. Arrimadas contestó diciendo que “sólo quiere su sillita”. Lo cierto es que Igea y Mañueco han formado Gobierno y equipo 'outsider', puede que por única y última vez.