Era sábado 9 de marzo de 2019. Una soleada mañana anunciaba la primavera. Habían sido dos semanas intensas, desde que el domingo 24 de febrero anunciamos mi candidatura a liderar el partido en la autonómicas. Me levanté con la satisfacción del deber cumplido y después de desayunar comencé a mirar nervioso el teléfono. La votación se cerraba a las 10 de la mañana y a partir de las 11 deberíamos de tener resultados. Pero todo había comenzado dos semanas antes…
'On the road again'
Habían sido dos semanas espectaculares, inolvidables. Semanas en las que habíamos recorrido en coche los 94.000 km2 de la comunidad autónoma de Castilla y León. La mejor campaña política que he vivido nunca. 'Han Solo y Luke Skywalker', así nos definió Adelaida, la mujer de Luis Garicano. Luis lo dio todo en esa campaña y acabaría pagándolo. Lo pagó con el desprecio de un partido incapaz de asimilar la elegante discrepancia de su mejor cabeza. Nos montamos en el coche y recorrimos las nueve provincias. Grabamos videos de 'road movie' con el móvil para cada agrupación que no podíamos visitar. Hicimos decenas de reuniones, para cuatro y para cien militantes. Dimos un mitin espectacular en Valladolid donde nació Here comes the sun como nuestra banda sonora. Acudieron a aquel mitin dos de nuestros diputados nacionales, Fernando Navarro y Fernando Maura. Otros prefirieron esconderse. No querían arriesgar el puesto en unas elecciones generales tan próximas. Reímos y lloramos como chavales en aquel mitin. El salón del Felipe IV estaba lleno hasta la bandera. Es tan raro ver llorar (de emoción, no de vergüenza se entiende) al público de un mitin. Se tiene que dar una atmósfera muy especial. Pero el ambiente de aquel mitin fue tan electrizante, tan lleno de fe y de ilusión, que no se volvería a dar nunca más.
Manejamos las redes con prudencia y eficacia, insistiendo a todos nuestros partidarios “elegancia y no caer en la provocación”. Ilusión y esperanza. Esos fueron los mensajes. Dimos decenas de entrevistas y nos expusimos a todos los medios. Los jóvenes, los militantes creyentes, los convencidos y la rebeldía de unos pocos cargos como Ana Suárez, concejal de Salamanca, Gloria portavoz en Burgos o Jose Manuel, el alcalde de Carrión de los Condes, auparon nuestra candidatura. Transmití a nuestros jóvenes mi fe inquebrantable en el 'If' de Kipling: “Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila, cuando todo a tu lado es cabeza perdida. Si tienes en ti mismo una fe que te niegan…” Esa poesía, que mi padre colgó de la cabecera de mi cama en mi adolescencia, nos acompaño desde entonces en todas las campañas
Todo el mundo trabajó con una enorme ilusión a cambio de nada. Dejamos bien claro que nadie podía esperar nada de nuestra victoria que no fuese el mítico “sangre, sudor y lágrimas”. No prometeríamos cargos a nadie por apoyarnos.
Tengo que hacer mención especial a quien fue siempre mejor director de campaña: José Miguel García, alias 'Chemi'. Una especie de perro perdiguero de la política. Un olfato a prueba de bombas, rápido, certero y con visión estratégica como pocas personas he conocido en este oficio. Funcionario de la Junta de Castilla y León que aún hoy arrastra las consecuencias de su apuesta. Él coordinó un equipo en todas las provincias y un grupo de cabezas pensantes entre los que estaban Enrique Rivero, Rafa Velasco y David Martín. Creamos, además, otro grupo más amplio con gente de todas las provincias que manejaba toda la información y las reacciones del sector oficialista del partido, un sector este que mostraba a cada paso su desesperación.
En resumidas cuentas, habíamos salido a jugar sin apoyos oficiales, pero con toda la fe del mundo y con un gabinete digno del Ala Oeste. Hicimos un esfuerzo inimaginable de comunicación, utilizando todas las redes y todos los medios a nuestro alcance, y lo hicimos con elegancia.
En nuestro último acto de campaña en Arroyo de la Encomienda la gente comenzó a gritar “Libertad, Libertad, Libertad”. Hartos de las presiones del aparato durante aquella campaña perdieron el miedo. Habíamos sido felices. Habíamos sido libres. Habíamos creído y hecho creer. Nunca volveríamos a tener esa inocencia.
Una campaña en la oscuridad
Mientras, incomprensiblemente, Silvia Clemente y Pablo Yáñez decidieron ocultarse. Lo fiaron todo al poder de la organización, el compromiso de los cargos electos y su capacidad de coacción. Decenas de wasap recordando compromisos y apelando a la futura confección de las listas. Mensajes desde los cargos recordando que había que votar a Albert Rivera y a Silvia Clemente fueron constantes. Confiaron en su arma secreta y en su poder. El recurso de última hora acabaría hundiendo su candidatura
Todos los procuradores, menos el bueno de Mitadiel, se habían colocado con el aparato. La fotografía en la sede con: José Manuel Villegas, Luis Fuentes, David Castaño, José Ignacio Delgado 'Pocholo', Belén Rosado, Miguel Ángel y Pilar Vicente (nuestra portavoz en Valladolid), para presentar a Silvia fue todo un poema y toda una declaración de intenciones. El último día de campaña acudieron Juan Carlos Girauta, nuestro portavoz en el Congreso, y Miguel Gutiérrez, miembro de la Ejecutiva, a un acto de cierre en el NH Ciudad de Valladolid.
Algo les decía que la cosa no iba bien. “Silvia es una decisión nuestra” declaró desesperado y sin disimulo Juan Carlos Girauta. Habían llevado a todos los cargos a toque de corneta. Aún pueden verse esas fotografías en los medios. Aplaudieron con el fervor exigido y el propio Luis Fuentes salió al escenario a señalar a Silvia completamente emocionado. Un auténtico aquelarre de conversión que el partido exigió a todos sus cargos.
Los medios de José Luis Ulibarri hicieron también un último esfuerzo. “Los más de 400 afiliados allí presentes, que prácticamente dan por ganadora a la candidata, se vieron sobrepasados por la emoción y corearon la palabra presidenta a Silvia Clemente”, afirmaron sin rebozo en una crónica sublime del acto. Aún se puede consultar la pagina del NH de Valladolid donde detalla que el salón de aquel hotel cuenta con un aforo máximo de 300 personas.
Silencio, se vota
Durante la larguísima jornada de votación, las 24 horas que iban del viernes 8 de marzo a las 10:00 a las 10:00 del sábado 9 de marzo , fuimos recibiendo los comprobantes de voto. Nuestras sensaciones eran muy buenas. Habíamos pedido a los militantes que se los bajaran y que, quien quisiera, lo fuera enviando. Esto fue clave, como luego pudimos comprobar. El sistema de votación permitía descargar el comprobante de tu voto y en él figuraba “a quién” habías votado. Este sistema nos permitía hacer, al menos, un recuento de nuestros votos y meter el miedo en el cuerpo a quien estuviese tentado de dar un pucherazo. Si sabíamos cuantos votos teníamos, ellos no podrían contarnos menos. Nuestra fe en el sistema telemático de votación era ya por aquel entonces bastante escasa. Teníamos serias dudas, que enseguida confirmaríamos, de si eran capaces de seguir el resultado de la votación a lo largo del día.
Las llamadas desesperadas a la votación por parte de los cargos orgánicos del partido a diversos militantes se fueron intensificando durante la jornada. Esas llamadas nos hicieron comprobar su desesperación y sus maneras chapuceras de gestionarlo. Hubo quien llamó dos veces al mismo afiliado para recordarle que aún no había votado a lo que provocó un “¿Y tú cómo lo sabes?” que acabó bruscamente con la conversación. En el colmo del delirio, el entonces coordinador de Zamora, acabaría confirmando días después a la prensa que “le habían llamado de Valladolid por la mañana diciéndole que buscara votos, que iban perdiendo”. No se puede ser más chapuzas.
Un recuento sorprendente: faltan 81 votos
Pero todo eso aún no lo sabíamos. La votación había concluido. Ahora había que conocer la decisión de nuestros afiliados y nosotros convocamos una rueda de prensa en el Campo Grande a las 13:30 del mediodía para celebrar nuestra victoria o asumir nuestra derrota. Llame a José Manuel Villegas a primera hora solicitando que se nos informase con prontitud. Los medios insistían en conocer el resultado. El tiempo pasaba y no teníamos aun la información. Eran eso de las 13:10 cuando ya me encaminaba con Chemi por la Acera de Recoletos hacia la fuente de la Fama en el Campo Grande cuando sonó el teléfono. Era Villegas: “Paco has perdido. Ahora te paso los resultados”. Colgué y mire a Chemi: “Hemos perdido”.
Sabía, por su tono de voz, que era mentira. Tenía el íntimo convencimiento de que no había sido así. Nos conocíamos lo suficiente como para detectar esa falta de credibilidad, pero no podíamos hacer otra cosa que asumirlo. A los 5 minutos me envió los resultados por wasap: 561 contra 526. 35 votos de diferencia. “Joder, por qué poco”, exclamamos.
Allí estaban todos. Mitadiel, David ,Miguel, Enrique, Teresa, Hugo, Marta, Beatriz … decenas de militantes que esperaban ansioso poder celebrar nuestra victoria. Había que explicares que no había nada que celebrar. Me encendí un cigarro mientras atendía una última llamada y me dirigí a la prensa después: “Silvia Clemente es la candidata elegida, que ya no será la candidata de la dirección ni de la ejecutiva, sino la candidata del partido”. Le deseamos suerte y que se alejara de los poderosos y pensara siempre en los más débiles. Así reconocimos su victoria.
En la redacción de El Mundo de Valladolid Felipe Ramos no podía contener su alegría: “El respaldo de los militantes, que llega a pesar de la campaña de acoso y derribo orquestada contra la expresidenta del Parlamento autonómico, sitúa a Silvia Clemente como la primera mujer que opta a ser candidata a presidir la Junta”, calificaba de “varapalo” el resultado y me calificaba como el “todavía parlamentario”. Añadía: “La militancia de Ciudadanos en la Comunidad ha hablado y lo ha hecho para disipar cualquier sombra de duda sobre lo acertado o no del fichaje de Clemente y, con su masivo apoyo, vienen a respaldar la decisión tomada por el presidente de su partido Albert Rivera”. Eran las 14:23. No había pasado ni una hora.
Pero a esa hora alguien ya se había dado cuenta de que en la comunicación oficial del partido aparecía los siguiente: votos emitidos 1013. Silvia Clemente 561; Francisco Igea 526; Vanesa Pérez 7. Sobraban 81 votos. La suma de todos daba 1094 y emitidos eran 1013. Cuando me lo comentó Chemi recuerdo que le dije “¿Y qué? Dirán que ha sido un error tipográfico y no podremos hacer nada.”
Nos fuimos a la pérgola del Campo Grande con todos los militantes a tomarnos unas cañas y a gritar de nuevo y con más ganas que nunca: “libertad, libertad”. Lágrimas, abrazos y emociones que convirtieron aquellas horas en las mejores de mi vida política. Nunca he sido más feliz que entonces. Habíamos perdido sí, pero habíamos hecho lo correcto. Nos hicimos un vídeo y unas fotos. Al repasarlo hoy solo he visto buena gente. Alguno de ellos ya no está con nosotros. Aquella fotografía contiene aún a la mejor gente que he conocido en este oficio. Estaban orgullosos y tenían sus motivos. No sabían que pronto el destino nos daría una satisfacción merecida.
Los votantes noctámbulos de Silvia Clemente
Enfilamos todos por la Plaza Zorrilla y María de Molina hacia la plaza de Santa Ana para llegar después a 'Los Zagales' donde habíamos quedado para una comida de hermandad. El ambiente era alegre y distendido a pesar de la derrota. Menú del día por 21 euros y múltiples anécdotas de campaña.
No habíamos acabado con las fabes con almejas cuando Gloria Bañeres me informa de que su sobrino, que es afiliado en Burgos, ha empezado a descargarse todos los comprobantes de voto y hay cosas sorprendentes. Gente votando a las 2:30 AM a Silvia Clemente. No uno, ni dos .. más de 30 votos a altas horas de la madrugada y TODOS para Silvia. La noticia empezó a correr por las mesas y comenzó a organizarse un revuelo notable. Más de 50 personas estábamos en aquella comida.
El pucherazo parecía evidente pero había que actuar con cautela y discreción. Si se extendía la noticia perderíamos el control de los acontecimientos y cualquier cosa era posible. Entonces sucedió algo inaudito en estos tiempos de redes sociales. Después de bajar con Chemi a reflexionar la estrategia a seguir, decidimos pedir a nuestros jóvenes expertos en matemática e informática (teníamos gente espectacular) que se descargaran todos los justificantes de voto. Subimos al comedor y les pedí solemnemente a los presentes que mantuvieran un estricto silencio sobre lo que sabían: “Os prometo que se hará justicia, pero os pido confianza y discreción. Que nadie publique nada, ni ponga un tuit ni mande un wasap”. Allí estaban, más de 50 españoles, que guardaron durante 24 horas un secreto que abriría un día después todos los informativos y las primeras páginas de los siguientes días. El partido de la regeneración y la transparencia acababa de ser descubierto intentando un pucherazo de libro. Nunca he obtenido más confianza que la que me prestaron aquellas decenas de militantes. Supieron callar, esperar y confiar.
Un piso franco en La Rondilla
Después de tomar un gintonic en El Buzón, nos desplazamos al populoso barrio de La Rondilla de Valladolid. Allí, en un “piso franco”, en la calle Soto número 58, donde convivía uno de nuestros jóvenes afiliados con su pareja, se había organizado un centro de mando con cuatro ordenadores portátiles desde donde bajamos todos los certificados de voto de todas las elecciones primarias de Ciudadanos. Comprobamos el horario de las votaciones y quiénes habían recibido los votos a cada hora. El resultado fue muy peculiar. Silvia Clemente había recibido 129 votos durante la madrugada del día 9 de marzo. De ellos, 54 entre las 02:00 y las 04:00 y, lo que fue más sorprendente, un enorme arreón de 41 votos en la última hora de votación. Pero lo que ya cantaba notablemente es que el sistema aleatorizaba los listados de voto de tal manera que los colocaba sin orden de horario, ni de candidato, salvo en el caso de nuestras votaciones. Allí, sospechosamente, aparecerían 81 votos consecutivos perfectamente ordenaditos por horario. Todos ellos a Silvia Clemente. Curiosamente los mismos 81 votos que descuadraban la cuenta oficial entre la suma de todos los votos y los votos emitidos.
Elaboramos unos gráficos de la evolución temporal de la votación y descubrimos que fuimos ganando durante todo el día 8 hasta la noche. A partir de las 2:00 parece ser que se “despertaron” los votantes de Silvia y que al llegar la mañana, al ver que ni así llegaban a alcanzarnos, dieron ese último empujón y estuvieron votando hasta las mismas 9:59 a.m. del día 9 para poder finalmente superarnos en esa última hora. Era evidente que habían sido capaces de ir monitorizando el resultado y más evidente aún que habían introducido esos 81 votos muy probablemente desde la misma IP. Un escándalo mayúsculo. A eso de las 19:30 ya lo teníamos todo claro.
El gabinete de crisis del piso franco y el grupo de Whatsapp más amplio, en el que había 11 miembros de absoluta confianza, había decidido que no podíamos callar. No íbamos a tolerar un pucherazo de tal magnitud. Si lo hacíamos ya nadie se creería eso de que éramos el partido de la regeneración. Pero el asunto era como presentárselo al partido para evitar que tomaran una decisión equivocada. La decisión sólo podía ser una: reconocer que habían sido sorprendidos y anular esos 81 votos, evidentemente fraudulentos, y proclamar, consecuentemente, la victoria de nuestra candidatura. Cualquier otra cosa hubiera sido una estafa. Imaginamos todas las opciones que podrían plantearnos (repetir elecciones, validar esos 81 votos, hacer ofertas suculentas, amenazarnos…) y después de mucho meditar decidimos que solo había una opción para evitar que cayeran en ninguna de esas tentaciones. Colocarles entre la espada y la pared.
A las 20:40 llamé a Villegas y le dije: “Ville, te voy a mandar unas cosas por Whatsapp. Léelo y me llamas”. Le mandé el acta oficial con el descuadre de los 81 votos, todas las gráficas de voto que habíamos hecho y una denuncia al juzgado de guardia meticulosamente redactada por falsedad documental. Al minuto me llamó de vuelta “¿Esto qué es Paco?”; “Lo que parece Ville”. Le dejé meridianamente claro que no íbamos a tolerar el fraude y que tenían hasta el mediodía del día siguiente para paralizar públicamente la proclamación de Silvia Clemente. Si no lo hacían así, nos presentaríamos en el juzgado. La conversación no fue ni tensa, ni larga. Ni reconoció, ni negó, los hechos. “Lo hablaremos con la comisión de garantías ”. No esperaba que me dijese más, ni menos. Nos fuimos a la cama notablemente satisfechos por la gestión y enardecidos por el clarete.
De camino al Juzgado
A primera hora del día 10 de marzo volví a ponerme en contacto con el partido y remití de nuevo la información a la comisión de garantías de Ciudadanos. Dejamos claro que antes de las 14:30 el partido debía de comunicar públicamente que había alegaciones y que se paralizaba la proclamación de Silvia. Lo llevaron al límite. Creo sinceramente que intentaron ponernos a prueba, pero desconocían nuestra determinación. Rehicimos y ampliamos la denuncia y ante el silencio del partido a eso de las 14:00 una comitiva de unas cinco personas nos encaminamos hacia el edificio de los juzgados de Valladolid. Antes, habíamos dado instrucciones de hacer tres copias de todos los datos y guardarlas en sitios diferentes. Nuestro grado de ansiedad y desconfianza era máximo. Habíamos visto tantas cosas que todas las hipótesis sobre lo que podía suceder empezaban a parecer plausibles.
De camino al juzgado nos encontramos con una de las personas de confianza de Pilar Vicente y nos preguntó “¿Dónde vais?”. “Al juzgado. Estoy hasta los huevos de que nos tomen por idiotas”. Al llegar allí se produjo otro sorprendente encuentro. Teníamos por entonces un afiliado policía nacional con dudosos antecedentes y se nos plantó a la puerta de los juzgados. Intentó saludarnos pero le pedimos por favor que no se acercara. Ya no nos fiábamos ni de nuestra sombra. Hice entonces una última llamada al partido para decirles que íbamos a proceder a entregar la denuncia. En ese instante, aproximadamente las 14:45, nos comunicaron que ya estaba redactado el comunicado de la comisión de garantías. Lo revisamos y corregimos.
A las 15:35 un comunicado de la comisión de garantías de Ciudadanos paralizando el nombramiento de Silvia Clemente como candidata recorrió todas las redacciones de España.
Un viaje relámpago
Tras una intensa mañana, la tarde fue una catarata de reacciones periodísticas, políticas y familiares. Decenas de llamadas y wasap que casi no podíamos atender nos tuvieron entretenidos. “Hay un desfase, hemos presentado una reclamación y la comisión de garantías ha aceptado estudiarlo”.
Con ese discurso, sencillo y claro, las redes ardieron y las especulaciones comenzaron a inundarlo todo. “Fue Igea el primero en asumir ayer su derrota en una comparecencia pública y ahora presenta esta reclamación”. La decepción de Felipe Ramos, el cronista de Ulibarri, era más que palpable. Todo el mundo quería saber más pero teníamos que esperar.
Mantuvimos conversaciones con el partido durante la tarde en las que dejamos nuevamente muy clara nuestra intención de no aceptar el fraude. Finalmente José Manuel Villegas me llamó y convenimos vernos esa misma noche en mi casa. Acudieron en coche desde Madrid y dejaron el coche en el parking de la Estación del Norte. Bajé a buscarlos y cerramos los flecos en casa mientras picábamos algo. Llegamos a tres acuerdos básicos: No habría sangre con quienes habían apoyado a Silvia Clemente, Pablo Yáñez debería dimitir de todos sus cargos como responsable visible de la maniobra y el partido reconocería nuestra victoria al día siguiente. La reunión no fue muy tensa. Ellos querían controlar los daños y nosotros éramos conscientes de que deberíamos coser heridas. El anuncio lo haría Villegas al día siguiente y Hervías vendría a proclamar nuestra victoria. Hervías estaba especialmente feliz porque nunca había sido partidario del fichaje de Clemente, aunque lo aceptó disciplinadamente y me invitó en su día a asumirlo. Todo quedó cerrado esa noche.
¡Victoria!
A primera hora les comuniqué a mi equipo que todo iba a salir bien. A las 11:45 garantías reconocía en un comunicado interno nuestra victoria. Comenzamos a preparar la celebración de la tarde convocando a los militantes a la sede de Valladolid por la tarde. Aún no sabíamos la hora. A las 13:00 llegó el comunicado oficial y a las 13:30 Villegas reconoció nuestra victoria y el “desfase” de los votos con una explicación que quedará para la historia del malabarismo político. “Hay 82 votos que no ”no se pueden vincular a los afiliados. Esto ya había sido identificado por el sistema. Esto habla de la robustez del sistema“. Nada que añadir, señoría.
Fue una tarde intensa y alegre. A las 18:00 horas convocamos a todos en la sede. Luis Garicano y Fran Hervías vinieron de Madrid para hacer los honores. Luis no cabía en sí de satisfacción. Su papel fue fundamental en aquellas semanas y mostró a nuestros militantes que era posible disentir y ser libre. La factura llegaría meses después.
El corto recorrido entre la estación ferroviaria y la calle Santiago se convirtió en una continua muestra de efusiones espontáneas. La gente, al reconocernos, nos felicitaba “¡Olé tus huevos!” gritó alguno. Tuve que asegurarle a Hervías que eso no lo habíamos preparado. Cien metros antes de llegar se veía una marabunta de militantes, periodistas y cámaras esperando a las puertas de la sede. Prorrumpieron aplausos, abrazos, felicitaciones y gritos de “Libertad, Libertad, Libertad ” Era difícil contener las lágrimas. Soraya Mayo, que siempre nos apoyó, se fundió en un abrazo conmigo. Alguien se había agenciado un megáfono para poder dirigirnos a los militantes. Dimos las gracias a todos y subimos a la tarima entre flashes y aplausos. No cabía un alfiler en la sede. Aplausos y abrazos de nuevo. Allí estaban todos los que lo habían hecho posible. No hay victoria en política que sea posible si no hay equipo. Sus caras de orgullo y satisfacción lo decían todo. Explicamos todo lo que pudimos explicar y tuvimos que desactivar una bomba mediática que en realidad ya había estallado. Por mucho que se hablase de la robustez del sistema y de la prontitud en reconocer el error esa mancha ya nos acompañaría siempre. Ciudadanos había perdido la virginidad y ya nunca la recuperaría.
Tras la rueda de prensa y atender telefónicamente a todos los medios que no habían podido acudir, nos dirigimos a la plaza del Coca. Allí, en un bar, estaban todos celebrando la victoria. Alguien dijo en ese momento “Pablo Yáñez acaba de dimitir de todos sus cargos”. Desde el gol decisivo del 12 a 1 a Malta no se vivía una explosión de alegría similar en un bar español.
Al día siguiente aún tendríamos que sortear una última trampa… pero eso es otra historia.
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“CON EL PSOE NO”: DE CÓMO EN CS COMETIMOS EL ERROR POLÍTICO MÁS GRAVE DESDE LA TRANSICIÓN