El antaño llamado Paseo de las Moreras bien podría llamarse el Paseo de las Movidas. Pero no. Su nombre es avenida de Ordoño II en honor a uno de los más conocidos monarcas de cuando León era Reino, allá por el siglo X.
A partir de esta semana, la arteria que sirve de eje central al corazón de la capital leonesa volverá a sustituir viandantes y coches por obreros. Será la intervención número 13 desde que hace 23 años se ejecutara el aparcamiento subterráneo y se instalara en la superficie el adoquín que la adornó hasta hace dos años, en los que volvió el asfalto.
Será ahora el turno de los obreros de la empresa Prace Servicios y Obras S. A. a los que el equipo de Gobierno del PSOE y Podemos en el Ayuntamiento de León acaba de volver a contratar por 414.000 euros para ejecutar el enésimo proyecto que busca convertir en totalmente peatonal la carretera por la que apostó el PP de Antonio Silván, que gastó en el año 2018 otros 429.000 euros en el actual aspecto de autovía.
Lo de lavar la cara de este icónico espacio público llamado Ordoño II ha sido históricamente motivo de trifulcas y debates constantes, peleas y giros políticos, y obras tras obras tras más obras. Podría parecerlo, pero no es una exageración. Sin ir más lejos, el 18 de julio de 1936, al tiempo que Franco acababa de dar el golpe de estado que derivaría en el fusilamiento -meses después- del entonces alcalde, Miguel Castaño, el periódico que del que éste era propietario dedicaba su portada a uno de los asuntos municipales de principal interés local: sí, ese asunto eran las eternas chapuzas en Ordoño II.
Protagonista del siglo XX
Desde los albores del siglo XX, en cuanto León tuvo su ensanche, Ordoño II fue ya la principal arteria de la ciudad. La hilera de árboles de moreras y los solares de huertas vieron cómo en pocos años se elevaban singulares edificios residenciales donde aumentaba la ostentación, rivalizando unos chalés con otros, y después lo mismo entre comercios de las marcas más conocidas o despachos profesionales, que eran más importantes si allí se ubicaban.
Muchos buenos ejemplos se perdieron. Otros sobreviven, aunque como ocurre con la torre del inmueble del nº 4 de esta calle, la llamada Casa Lorenzana, están sólo a la vista de viandantes expertos. Y algunos apenas son reconocibles, como permitió el alcalde Silván que ocurriera con la edificación más antigua de la avenida y que hoy alberga la macrotienda de Zara, dejándola irreconocible.
Pero el motivo de la trifulca constante ha sido, de largo, la calzada y las aceras. De las escenas de guardias municipales regulando poco menos que el tráfico de carros y calesas se pasó en los años 60 a una afluencia de tráfico elevada mientras el comercio ganaba la batalla de la calle.
Un aparcamiento que lo cambió (casi) todo
Y tuvo que llegar la década de los 90 cuando el equipo del PP de Mario Amilivia diseñó otro más de sus muchos proyectos de aparcamientos subterráneos, como el que tuvo que destruir la muralla para acceder al de la Plaza Mayor o el que se paralizó por presión popular y judicial bajo la Plaza de la Inmaculada. Pero el aparcamiento de Ordoño II salió adelante en 1996 y se rediseñó la sección del vial, pasando de carretera de dos carriles a un único sentido, y un aspecto más amable de adoquines.
Claros errores constructivos en el parking subterráneo -que se reforma en profundidad justo ahora, tras años de graves desperfectos- provocaron desde entonces unas enormes vibraciones al paso del tráfico y los adoquines tuvieron que ser recolocados y repuestos años y más años, un goteo de arreglos sin fin.
La última y movida reforma, hace dos años
Fue esta la principal excusa del equipo de Antonio Silván (PP) para defender la reforma que terminó de ejecutarse el verano de 2018. Esta iniciativa tuvo el apoyo de Ciudadanos, lo que impidió un bloqueo de toda la oposición como pretendían los socialistas.
La calle leonesa renació como carretera, asfalto incluido. Costó 429.000 euros cambiar algo el aspecto de las anchas aceras y colocar algunas jardineras, escasos y pequeños árboles y pocos bancos. Los meses de obras y cortes, las eternas protestas de los comerciantes y vecinos concluyeron a la chita callando, sin la tradicional inauguración oficial: nadie del PP cortó la cinta, solo volvieron los coches. Y fue un jarro de agua fría para los ciclistas, que llegaron a manifestarse por considerar que una reforma así de ambiciosa y cara no podía no ejecutar cuando menos un carril bici seguro.
Actuaciones en el asfalto y cámaras para multar
El PSOE ya defendió entonces, y mantuvo en el programa electoral con el que José Antonio Diez ganó las elecciones en 2019, que se recuperaría Ordoño para el peatón, las dos ruedas sin motor y el ocio. De hecho, en las primeras semanas del nuevo gobierno municipal ya se señalizó la calle como de prioridad peatonal y comenzaron, con el tiempo, las multas por circular. Y este verano, buena parte de la programación cultural ha tenido lugar sobre la todavía carretera.
Mientras se terminaba el diseño del proyecto que ahora se acomete, fueron contratadas siete cámaras para multar a quien circule sin estar autorizado por 47.000 euros, las cuales se ha informado que serán instaladas y comenzarán su labor, como en el resto del Casco Histórico, cuando las obras hayan concluido.
El proyecto nuevo
El proyecto de total peatonalización contempla, como principal novedad, la eliminación de las dos actuales alturas del vial. Es decir, las aceras y la calzada irán al mismo nivel, colocándose en un trazado de colores -verde, marrón tierra y gris asfalto- para marcar visualmente el uso peatonal de la vía. Un colorido del que el PP ha querido hacer bandera en contra, argumentando también perjuicios para hosteleros, comerciantes y vecinos.
Cuando el 'nuevo Ordoño II' sea una realidad, a mediados de noviembre si se cumplen los tres meses de plazo, antes del encendido de las luces de Navidad, será esta avenida un nuevo espacio ganado para el peatón, incluyendo un tramo de la calle Alcázar de Toledo. Será, aún más, el centro de toda manifestación y protesta en la ciudad, la última quizá la movilización cacerola en mano contra las medidas del estado de alarma por la pandemia.
Está por ver si, esta vez sí, la vía queda al gusto generalizado no solo de quienes viven en el centro de la capital sino de quienes provienen de todos los barrios de la ciudad, así como de los turistas, dado que la vía es el eje central que va desde las estaciones de autobuses y tren, o del Palacio de Exposiciones, hasta la Catedral, pasando por Botines de Gaudí o el Palacio de los Guzmanes. Quizá resida ahí uno de los problemas cada vez que se toca una piedra de Ordoño II, y son muchas las veces: que todos, los políticos como los leoneses, la sienten como si fuera de uno mismo.