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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El retorno mediático de Silvia Clemente en busca de un puesto en Ciudadanos en las próximas generales

Seis meses de silencio y fuera de la política han bastado a Silvia Clemente. Desde el pasado jueves, la expresidenta de las Cortes de Castilla y León y candidata fallida de Ciudadanos, se ha prodigado en medios. La que fuera una de las políticas más longevas y persistentes la Comunidad gobernada por el Partido Popular durante tres décadas y que vivió un ascenso y caída en tres días ha intervenido en la Cadena Ser, el periódico El País y el diario digital VozPópuli.

Clemente apostó por el partido de Albert Rivera y Rivera apostó por ella. Era, decían, “aire fresco” pero el ambiente estaba viciado. Sobre Clemente planeaba una sospechosa gestión coronada por un pleito de su marido, Javier Meléndez, empresario patatero, contra la Junta de Castilla y León. Le había retirado una subvención al entender que cobró otra ayuda de Agricultura por el mismo trabajo. Además están en cuestión las suculentas cantidades que recibió de la Consejería de Agricultura cuando Clemente estaba al mando. No sólo eso. Clemente estaba también en el centro de un cisma familiar en el que su esposo y sus padres entrecruzaron denuncias, tal y como desveló eldiario.es.

El origen de la guerra está en una casona de Pedrosa del Rey (Valladolid), propiedad de los suegros de Clemente en la que su marido invirtió entre los años 2010 y 2012 más de un millón de euros de origen desconocido para convertirla en un chalé de lujo. Posteriormente, tras una bronca familiar, el marido de Clemente disputó la propiedad a sus padres. La reforma se hizo de manera ilegal, sin solicitar licencias y sin aportar un proyecto de obras. El asunto judicial se cerró durante un tiempo mediante un acuerdo extrajudicial firmado entre las dos partes, en la que si una hablaba, indemnizaría a la otra con cinco millones. La investigación realizada por eldiario.es reveló además que Clemente colocó a personas que habían participado en las obras como contratistas en las Cortes de Castilla y León y en su gabinete de presidencia.

En medio de esa investigación periodística, la entonces presidenta de las Cortes dejó el PP, pasó a las filas de Ciudadanos y se preparó para unas primarias con la militancia en contra. Francisco Igea, actual vicepresidente de la Junta, también se presentó. Igea anunció su candidatura acompañado de algunos concejales y un parlamentario de Ciudadanos. Silvia contó en su presentación oficial con el secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, que dejó claro que era la candidata “del partido”.

Dos días antes de las votaciones de las primarias de Ciudadanos, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León (TSJCyL) falló a favor de la Junta, confirmando que Meléndez intentó cobrar dos veces por lo mismo y apuntando a un delito aún más grave. Durante el contencioso, entre el que se cruzó una denuncia de Agricultura ante la Fiscalía por la desaparición de los expedientes Meléndez, se descubrió que éste había presentado un documento supuestamente emitido por la Junta pero que en realidad era una falsificación. El TSJ pidió que se investigase penalmente el supuesto delito. Semanas antes, algunos medios llegaron a intentar desvirtuar la información publicada por eldiario.es, pero la sentencia del puso de manifiesto que lo que se había publicado era cierto.

El asunto dejó tocado al matrimonio en el momento clave. El 9 de marzo se anunciaba que Silvia Clemente había ganado las primarias con 35 votos de ventaja sobre Igea. Al día siguiente Igea denunciaba públicamente un pucherazo. Habían descubierto 82 votos sospechosos e instaba a Ciudadanos a paralizar la proclamación de la supuesta vencedora o iría a un juzgado de guardia. 24 horas más tarde, el secretario de Organización Francisco Hervías se presentaba en Valladolid y convocaba rueda de prensa para anunciar que había 81 votos que no se podían asignar a ningún afiliado y que era Francisco Igea el ganador de las primarias. Empezaba así para Clemente una etapa de silencio. A preguntas de este medio Hervías comentaba que en algún sitio había que poner a Clemente. No se le dio ninguno.

Durante seis meses, Clemente desapareció de la vida pública y se dedicó por entero a la empresa de su marido, Patatas Meléndez. Sólo los más fieles la acompañaron en el duelo. Sí hizo llegar a algunas personas el mensaje de que volvería, que el partido le tenía un espacio reservado, que viajaría diariamente a Madrid. Pero pasaron las elecciones generales, llegaron las autonómicas y Clemente siguió sin una llamada que la llevase de nuevo hasta la primera línea política.

El pasado jueves, el anuncio inesperado de una entrevista en la Cadena Ser hizo saltar alarmas, especialmente en el Partido Popular. Tal y como hizo cuando anunció su baja en ese partido, Clemente arremetió de nuevo contra el PP y contra su presidente autonómico, Alfonso Fernández Mañueco. Habló de extorsión, de mobbing y hasta de machismo para hacer entender que su vacío profesional se debía única y exclusivamente a una venganza. Y se ofreció a Rivera. Es, dijo, una mujer “con vocación de servicio público” con el mismo afán que el Maximus de Gladiator, el reconocimiento. “Sigo estando a disposición de la política”, afirmó. Apenas 24 horas después, fuentes de Ciudadanos aseguraban que Clemente no irá en ninguna lista en las próximas generales. La política no está a su disposición.