El estado de alarma reduce la contaminación en Castilla y León
Ecologistas en Acción ha analizado los datos oficiales de ozono recogidos en las 36 estaciones que miden este contaminante en Castilla y León, durante los meses de abril y mayo de 2020 y de los siete años anteriores (2013-2019), tomando como referencia la concentración octohoraria máxima de ozono en cada día, cuyo valor objetivo legal para la protección de la salud es de 120 microgramos por metro cúbico (ug/m3), límite que la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone rebajar a 100 ug/m3.
El resultado es que el número de superaciones de la recomendación de la OMS ha caído en el periodo citado un 66%, de 488 en el promedio de 2013-2019 a 168 superaciones en 2020, la cantidad más baja en todos los años considerados (en 2016, el siguiente año con menos superaciones, se produjeron 240). Si se considera el límite legal, la caída de la contaminación sería del 93%, desde las 44 superaciones de promedio en 2013-2019 a sólo 3 superaciones en 2020, todas a finales del mes de mayo.
La mejora de la calidad del aire ha sido general, tanto en las ciudades como en las zonas rurales, al igual que han sido generales las medidas de limitación de la circulación y la actividad industrial adoptadas. Las precipitaciones y la inestabilidad atmosférica predominantes durante la primavera también han contribuido de manera importante a reducir los niveles de ozono, de forma que las puntas de este contaminante han coincidido en general con los periodos de mayor insolación y estabilidad.
Si se considera la media de las concentraciones máximas octohorarias de cada día, la reducción de los niveles de ozono durante los meses de abril y mayo de 2020 habría sido de tan sólo un 10%, como media en las 36 estaciones de Castilla y León, oscilando entre el 14% en abril y el 6% en mayo, con mayores tráfico y actividad industrial en este último mes por la desescalada del estado de alarma. No obstante, la rebaja ha sido suficiente para el desplome citado de las puntas diarias de contaminación.
Esta caída de la contaminación por ozono se suma a la ya observada para el dióxido de nitrógeno en ciudades como Burgos y Valladolid durante los dos primeros meses del estado de alarma. Dada la estrecha relación entre ambos contaminantes, al ser el dióxido de nitrógeno el principal precursor del ozono, se deduce que la drástica reducción del primero ha influido de forma decisiva en la caída del segundo.
En definitiva, la dramática situación creada por la COVID-19 viene a corroborar algo en lo que insisten Ecologistas en Acción y la comunidad científica: que la reducción del tráfico motorizado y de la producción de electricidad en centrales térmicas, entre otras fuentes, tiene claros efectos en la disminución de la contaminación atmosférica, también la ocasionada por el ozono.
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