Una gran planta para calentarlos a todos. Es el objetivo de las redes de calor, unas infraestructuras que conectan edificios públicos, industrias y viviendas para caldearlos a través de una planta de biomasa, que va hibridando también con otras fuentes de energía renovable.
Se genera energía térmica renovable y se distribuye de manera eficiente en diferentes espacios, incluso a varios kilómetros de distancia. ¿El objetivo? Descarbonizar las ciudades y reducir la emisión de CO2. En España, había 479 redes de calor que suministraban energía en más de 3.000 edificios en 2022, los últimos datos disponibles según el informe anual elaborado por la Asociación Española de la Biomasa (Avebiom). En total, la potencia instalada era de 461.930 kW, una infraestructura que ha crecido en los últimos años.
Castilla y León es puntera: es la comunidad autónoma que más energía genera a través de sus redes de calor, un sistema que ha potenciado desde las instituciones y administraciones públicas como la Universidad de Valladolid, el Ayuntamiento y especialmente, la Junta de Castilla y León a través de la Sociedad Pública de Infraestructuras y Medio Ambiente (Somacyl).
“Es más sostenible y genera una cadena de valor”, explica a este diario el director de Energías Renovables y Eficiencia Energética en Somacyl, Sergio Lara. En el medio rural se generan unos 40 puestos de trabajo para la obtención y logística de biomasa, aunque se espera emplear a 250 personas en los próximos cinco años. El trabajo operativo e infraestructuras emplea a 25 personas actualidad, una cifra que se prevé multiplicar por cuatro.
“La apuesta pública más importante es Castilla y León”, agrega Lara. De hecho, en octubre de 2022 el gobierno autonómico se comprometió a conectar todos los edificios públicos a las redes de calor “cuando sea posible”. “La idea es que se pueda atender a todo el mundo, tenemos ya redes que están dimensionadas para toda la ciudad”, continúa el director de Energías Renovables en Somacyl.
La Universidad de Valladolid
La Universidad de Valladolid promovió la red de calor del campus de Soria en 2007, que amplió al campus de Valladolid en 2014 y al de Palencia en 2022. Fue la primera universidad en España que invirtió en la biomasa para caldear sus edificios. El 100% de los edificios de los campus de Palencia y Soria y el 87% del campus de Valladolid funcionan con la red de calor, una tarea en la que aún están trabajando para el campus de Segovia. El vicerrector de Patrimonio e Infraestructuras, Julio Grijalba, destaca que la apuesta por la descarbonización de la UVa ha sido “transversal” a todos los equipos rectorales. “La Universidad se dio cuenta de que había un cambio de paradigma en compromisos de eficiencia, sostenibilidad y consumo energético. Hemos sido la red institucional más importante de España y muchas administraciones se han dado cuenta de que lo que nosotros pusimos en marcha tempranamente es viable y una apuesta de futuro”, zanja Gijalba.
La inmensa mayoría de las redes de calor se alimentan de biomasa procedente de astillas de madera. La intención es promover la autonomía energética a través de los recursos internos forestales y reducir la dependencia del gas. Soria es un caso paradigmático: la masa forestal ocupa el 60% de la provincia y tiene redes de calor distribuidas por todo el territorio. Castilla y León posee los mayores recursos de biomasa forestal de España, que ocupan 2,1 millones de hectáreas.
La red de calor de Soria atiende directamente a más de 10.000 personas en la ciudad y a otros 10.000 sorianos que utilizan edificios públicos como hospitales y centros universitarios, espacios universitarios, residencias juveniles y de mayores, el Museo Numantino, hostales y la Biblioteca Pública, entre otros. “Las redes de calor son el futuro. Ahora estamos estudiando soluciones para aquellas viviendas que tienen caldera individual”, explica el director ejecutivo de Rebi-Recursos de la Biomasa, Alberto Gómez Arenas.
En los últimos años se está empezando a hibridar estas redes de calor, que alimentan no solo con biomasa, sino también con energía solar o biogás. En León, se está trabajando en un proyecto para cubrir 65 kilómetros de red de calor con una planta de biomasa forestal, otra de biogás (residuos orgánicos urbanos y agrícolas) y otra para generar hidrógeno verde y un parque fotovoltaico, adaptado para la generación de energía geotérmica. “Al utilizar recursos locales y renovables, los usuarios de las redes de calor con biomasa contribuyen a reducir la dependencia nacional de combustibles fósiles y a que nuestra economía sea más verde”, sostiene el técnico de Avebiom Juan Jesús Ramos.
Gómez Arenas señala también a los centros de datos como fuente de energía. “Todo ese calor residual se puede redirigir, hacer que lo mueva la red de calor y se distribuya”, explica el director ejecutivo de Rebi, que calcula que con los nuevos centros de datos anunciados por Amazon en Aragón que podría suministrar calor y agua caliente “a todas las viviendas y casi toda la industria de Aragón”. “Vamos a aprovechar toda la energía porque de otra manera el calor se va a desperdiciar”, reivindica Gómez Arenas, que recuerda además el elevado consumo de agua que es necesario para enfriar estos centros de datos, que podrían optar por enfriar esos espacios a través de las redes de calor. En Castilla y León, nueve empresas se calientan con la red de calor del polígono industrial de Villalonquéjar, en Burgos, entre las que se encuentran UBISA, Gestamp y L'Oreal, según explican desde Somacyl. Este diario se ha puesto en contacto con las compañías, que no han respondido a la petición.
Ciudades que buscan reducir sus emisiones de CO2
Soria se ha fijado como objetivo ser climáticamente neutral para 2030 como las cien ciudades climáticamente neutras de la Unión Europea, entre las que se encuentran Barcelona, Madrid, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria-Gasteiz y Zaragoza. La UE ha lanzado un proyecto piloto en cien ciudades europeas para que alcancen la neutralidad climática en todos los sectores (energía, edificios, residuos y transporte) en los próximos seis años.
El Pacto Verde Europeo prevé que todas las ciudades alcancen la neutralidad climática en 2050, para lo que extrapolarán los resultados de estos proyectos pilotos, puesto que las ciudades consumen más del 65 % de la energía mundial y representan más del 70% de las emisiones mundiales de CO2, según la Unión Europea. Una de esas aristas pasa por alimentar con energía renovable las redes de calor.
La Universidad de Valladolid, que ahora está trabajando en hibridar sus redes de calor con energía fotovoltaica, ha calculado las emisiones de dióxido de carbono que ya no desprenden sus edificios. “Tenemos un compromiso muy fuerte con la sostenibilidad y desde que empezamos con la red de calor, la Universidad ha dejado de emitir 65.000 toneladas de CO2 a la atmósfera”, puntualiza el vicerrector de Infraestructuras, que concreta que en campus de Palencia, que se conectó en 2022 a la red de calor, ha dejado de emitir mil toneladas del CO2 al año.
Aunque parezca algo reciente en España, este sistema lleva muchos años operando en el resto de Europa. El reto que tienen ahora ciudades como Copenhague y París es descarbonizar y cambiar a la energía renovable, un paso que España ha dado directamente. La Junta de Castilla y León espera calentar todas sus ciudades con la red de calor en los próximos diez años.
Proyectos a largo plazo e inversiones millonarias
Actualmente están cubiertos 42 kilómetros y el objetivo es superar los 200 kilómetros caldeados con red de calor en los próximos cinco años: pasar de mil viviendas a 60.000; de 101 edificios a 500 y de producir 60.000 a 230.000 MW al año. El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, comprometió el año pasado 130 millones de euros para la red de calor hasta 2026, con el objetivo de reducir la emisión de dióxido de carbono. “Somos líderes en energías renovables, Tenemos el 20% de la producción de energías renovables y queremos que esa energía se aproveche para Castilla y León e impulsar proyectos industriales”, reivindicaba Mañueco hace un año.
Somacyl ofrece contratos estables de diez años (con subidas conforme al IPC). “La diferencia de precio aumenta cuando sube mucho el gas, por ejemplo, que es un combustible que fluctúa mucho”, explica Lara, que cifra que los clientes de la red de calor han podido pagar la mitad que los de gas natural cuando éste subió tanto como consecuencia de la guerra en Ucrania. “Ahora a lo mejor la diferencia es del 30% respecto al gasóleo y del 10% respecto al gas”, apuntala.
El vicerrector de Infraestructuras de la UVa recuerda algunas reuniones sectoriales de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) de sostenibilidad. Su situación era “completamente distinta” a la de otras universidades que dependían del gas natural. “Tuvieron un crecimiento exponencial del coste energético y a nosotros prácticamente no nos afectó. El precio de la biomasa subió, pero no tuvo nada que ver con otras fuentes de energía”, apostilla.
Goyo y Rosa van a colocar los contadores individuales para adaptar las calefacciones centrales y esperan conectarse dentro de poco a la red de calor, aunque les da miedo que la vivienda no retenga tanto el calor al no caldearse las viviendas vacías del bloque. Carlos vive en Valladolid está conectado a la red de calor desde un poco antes de la pandemia. “Pagamos menos que antes y la calefacción es más rápida. Lo recomendaría con los ojos cerrados”, explica a este diario. En su bloque de edificios son 220 vecinos los que están conectados a la red y asegura que no conoce a nadie que se haya quejado.