El encierro de Ana Fernández: una semana sin salir de casa por una avería en un elevador

Siete días sin poder salir de casa. Una semana en la que ha tenido que paralizar su vida porque “una pieza” del elevador que va del ascensor a la puerta del portal se ha roto y el servicio técnico no ha conseguido dar solución al problema. Ana Fernández Sancho, de 35 años y de Valladolid, ha tenido que sufrir “la poca humanidad” de quien no entiende la necesidad que tienen las personas con discapacidad.

“No me cabe en la cabeza que piezas de esta importancia tarden tanto en llegar. Ahora pedimos cosas que llegan al día siguiente”, reflexiona.

El particular encierro forzoso de esta maestra vallisoletana comenzó el 13 de agosto al salir de su casa para acudir a una celebración familiar. “Ahí ya vi que el elevador iba mal y bajaba muy despacio, estuvimos casi media hora, pero pude salir”.

Justo en ese momento comenzó su batalla contra el servicio técnico. Al ver la mala pinta que tenía el asunto decidió poner en marcha el proceso de reparación. “Me dijeron que había ido un el técnico y que no podía arreglarlo porque faltaba una pieza”, señala.

Al volver a casa se topó con que el montacargas directamente no funcionaba, eran las nueve de la noche del domingo. “¿Y ahora qué hago yo? Si no puedo subir y no pueden hacer nada y tampoco me dicen nada”, confiesa que se preguntó. En ese momento a Ana le acompañó su madre a coger cosas a casa enseres muy necesarios para poder pasar la noche fuera de casa, además de la silla de ruedas y el respirador que van siempre con ella. “Por suerte, mis padres viven cerca y la casa está adaptada”, añade.

Ya el lunes, tras una nueva llamada les dijeron que estaba arreglado. “Me sorprendí que de estuviera arreglado del día anterior, pero al llegar portal había un cartel de que no se podía utilizar”. Ana probó a ver si funcionaba y al ver que sí decidió usarlo para poder subir a su casa. Tras esto, ya el martes, al volver a querer salir el montacargas volvía a estar fuera de servicio.

Y tras el martes, hasta el lunes 21 no ha conseguido poder volver salir a la calle. Pese a insistir la empresa no daba ninguna solución y se quedaban enrocados en que les faltaba una pieza.

Este incidente ha afectado notoriamente al día a día de Ana. El jueves tenía fisioterapia. “Me dijeron que vendrían unos técnicos a la hora que dijera. Y al salir, no había nadie”, rememora. Tras insistir llamando, acudieron los técnicos de quien Ana dice que “ellos no tienen la culpa” porque intentaron arreglarlo, aunque no le garantizaban volver a subir a su vuelta.

“Ante esta perspectiva de tener que salir y luego no poder subir me tuve que quedar en casa porque no quería volver a arriesgarme a quedarme en la calle”, señala.

Pero no solo eso, es que el viernes también perdió “una cita super importante con la Unidad del Dolor, que al tomar una medicación muy fuerte necesitaba hablar con el médico”. Una hora que ha perdido, además, al tratar de cambiar la consulta a modo telefónico y no haber recibido llamada del especialista.

Esta semana encerrada ha sido muy complicada para Ana. “Me he sentido fatal, es difícil poderlo expresar con palabras. Se ha unido la parte emocional de sentirte desamparada y vivir una injusticia en tus carnes. Y además se ha unido al dolor que día a día padezco pero acrecentado por faltar al fisio. Se ha unido la parte física de estar mal con la parte de estar mal mentalmente al estar aquí encerrada. No es que yo pueda estar fuera de casa todo el día pero sí me viene bien un ratito para despejarme ha sido muy duro”, explica.

La esperanza de poner fin a su calvario pasaba por el lunes 21, día que la empresa había comunicado que llegaba la pieza. Llegado el momento, nada, no había solución porque “no era nada fácil”, como afirma Ana que le trasladaron. Lo que quiero denunciar es la falta de profesionalidad, no puede ser que una pieza pueda tardar más de una semana. Además de esto creo que han tenido muy poca humanidad“.

La única solución, que supone un parche temporal para que Ana pueda salir a la calle, es “el apaño” que los técnicos hicieron en la tarde del lunes, aún sin la dichosa pieza, y que no es el arreglo definitivo.

Ana ha ido contando en sus redes sociales cómo ha ido avanzando su encierro. Esta activista y maestra dedica sus perfiles a denunciar, difundir y visibilizar sobre la discapacidad además de una parte de orientación.

Reflexionando sobre esta semana, Ana critica esa falta de sensibilización. “Al ser pocas personas, la sociedad no lo ve como algo urgente o importante. Y este tipo de sucesos que paralizan a cualquier persona las empresas deberían tener varias alternativas. Falta empatía de ponerse en el lugar del otro y comprender por dónde está pasando”.