Calle Varillas de Salamanca, uno de esos epicentros de la fiesta en España. A los lados de la estrecha vía se encuentran bares y pubs. Esta zona es 'La Meca' de la fiesta si eres estudiante universitario. El reloj de la casa consistorial ya supera la medianoche y en un jueves cualquiera del mes de mayo en la capital charra ya es hora para salir de fiesta.
A lo largo de esta calle, en frente el uno del otro, se encuentran dos lugares míticos, 'La imprenta' y 'Bndr' en los que generaciones de estudiantes han echado algún trago de cerveza, kalimotxo o alguna de esas especialidades locales como 'el vampiro'. A las puertas de ambos locales, también dentro, una pequeña cantidad de jóvenes fuman, hablan y ríen.
Al que viene de fuera, esta cantidad de gente le puede parecer algo significativo, pero nada más lejos de la realidad. La fiesta universitaria se ha desinflado en Salamanca, así lo dejan claro los empresarios de la noche. Los socios de uno de esos locales míticos, el 'Bndr', reconocen que de media todos los bares están facturando a lo mejor “un 20% o un 25% menos” que hace unos pocos años.
Álvaro Cantó y Héctor Hernández llevan trabajando en la noche cerca de 15 años y reconocen estar encantados con su trabajo. Junto con este local de la calle Varillas tienen otros no muy lejos, como 'El Charro' o el 'Barvel'. Ambos coinciden en apuntar a la pandemia como el motivo que ha precipitado este cambio de hábitos en la vida nocturna.
“Lo de la pandemia fue un palo”, reconoce Cantó, “pero vino bien, en un cierto modo, para espabilar en muchos aspectos”. También explica que cuando se recuperó el ocio nocturno la gente inundó las calles, pero al tiempo la cosa se estancó y ha ido decayendo. “En Salamanca la gente antes salía durante toda la semana porque son estudiantes y claro, podían hacer un poco lo que les daba la gana”, apunta este propietario.
Entre las habituales al 'Bndr' están Irene, Susana y Alejandra. Ambas se conocen desde hace tiempo, estudian la misma carrera y vienen de la misma ciudad, Burgos. Salen, sí, pero reconocen que cada vez menos. “El año pasado salíamos de miércoles a sábado. Ahora mismo salimos tres días a la semana”, apunta la primera de las estudiantes.
“Gasto más dinero en alcohol que en comida”
Para Irene, el 'flechazo' con Salamanca no solo fue por su oferta educativa. Llegó a enviar quince solicitudes, pero se tuvo que decidir por Madrid o la capital charra. El motivo económico fue el principal para elegir Salamanca, aunque deja claro —entre risas— que el ambiente universitario es fundamental. Eso sí, Irene tiene claras sus prioridades: “Gasto más dinero en alcohol que en comida”.
Entre los motivos para salir menos, explican tanto las estudiantes como los empresarios, es que la economía doméstica se ha ajustado. “Vamos a sitios baratos y solo de vez en cuando a discotecas”, apuntan las universitarias. “Un jueves cualquiera vamos a comprar dos briks de vino cada una, unos hielos, unas cocacolas y quedamos a las nueve en mi casa. Bebemos y después vamos a un bar a la una de la mañana o así hasta que cierra”, desgrana Alejandra.
Echando cuentas, las tres estudiantes relatan que en una noche normal se gastan “entre 5 y 10 euros”. Eso sí, como añade Irene, la cantidad de 'chupitos' es lo que influye en que el cálculo final tienda al alza.
La caja de los bares se resienten ante este control financiero. Como explican los propietarios del 'Bndr', a la caída de la facturación se suma el aumento de los costes de toda la mercadería. Hernández asegura que el precio de la cerveza ha subido un 20%.
“Se está trabajando con jueves —a medias—, viernes y sábado”, se queja Cantó. Esto también se nota en las contrataciones. “Hemos bajado bastante la plantilla; antes teníamos relaciones públicas y ahora no. La verdad es que lo hacemos entre menos gente y estamos sacando el mismo trabajo”, reconoce.
“La gente está muy descontenta porque está vendiendo menos”, comenta Cantó sobre lo que dicen sus compañeros de gremio. La 'tijera' también les ha llegado a los propietarios: Cantó y Hernández se han bajado el sueldo para recortar gastos. También, concluyen, muchos conocidos están dejando el sector servicios y se han puesto a estudiar FP para buscar trabajo en otros mercados laborales.
El presidente de los hosteleros de Salamanca, Jorge Moro, respalda este mismo relato. El empresario asegura que la noche salmantina “la están manteniendo los universitarios” y calcula que tener un bar de copas en Salamanca es “un 25 o 30% menos rentable” ahora que hace diez años.
“Echamos en falta que los estudiantes salgan los días de diario”
Moro echa en falta al público de entre 25 y 45 años que prefieren salir a tomar algo por la tarde, lo que se conoce ahora como 'tardeo'. Antes había “muchísima” más gente que salía entre semana. “Echamos en falta que los estudiantes salgan los días de diario”, apunta Moro.
Pablo Cirisuelo también suele ir al 'Bndr' “a tomar algo” los jueves y los viernes. El asturiano de 24 años trabaja desde hace uno en un bar de Salamanca. “Da igual el día que salgas porque vas a encontrar ambiente”, explica antes de precisar que los locales ponen ofertas para que “haya ambiente” como el “futbolín gratis” o “fiestas específicas” como “el día del techno” o “el día del reggaetón”.
Otro veterano, con más noches que la luna, es 'Oso', como se presenta y se le conoce en Salamanca. Trabaja como 'puerta' en el 'Bndr'. Este hombre asegura que hace unos nueve años “salir en Salamanca un martes era como salir un sábado” y coincide con sus jefes que “ha bajado la fiesta entre semana y cada vez se está reduciendo más a los fines de semana”. Para él, “los universitarios ya no salen tanto de fiesta los jueves”.
El trabajador de seguridad explica que en parte este cambio es porque el Plan Bolonia, que entró en vigor en el curso 2010-11, exige la presencialidad de los estudiantes. “Tienen que ir a clase, hacer trabajos y tienen evaluación continúa”, enumera.
Esa reducción de 'tener que dejarlo todo para última hora', como dirían muchas madres y padres de los universitarios, también se nota en los horarios. Al caer la afluencia, las jornadas laborales de personal como 'Oso' se ha visto reducida.
Salamanca, fiesta de todos los ambientes
Algo que valoran mucho los universitarios es la variedad de ambientes. En un ocio nocturno que tiende a la radiofórmula y escuchar lo que está 'pegao' —como se dice a lo que más se escucha—, la ciudad charra sigue manteniendo, aunque menos esa variedad de temáticas.
Pero esto tampoco es como antes. 'Oso' relata cómo en Varillas antes había siete locales en los que escuchar rock y ahora solo quedan tres. “Casi todos los bares son de reggaeton y trap”, apunta.
Esta vía resiste como la aldea gala; aquí se encuentra el ambiente más alternativo de la ciudad. Esto lo refrendan las tres estudiantes de Bellas Artes: “A veces vamos a Potemkim, Piper, o Bisú. Depende de la música que te apetezca escuchar”. Pero en esa variedad de ambientes también se dan situaciones indeseables. “En algunos bares no nos dejan entrar por 'maricones'. Solo puedes pagar en efectivo. A amigos míos les obligaron a quitarse pendientes o no te dejan entrar en chándal. El otro día fuimos allí porque te ves en la obligación ya que van tus amigos”, recuerdan.
De Varillas a Gran Vía
Muy cerca de allí está la Gran Vía salmantina. Allí está el 'Pakipalla', un local que se ha transformado en bar de 'tardeo'. Su propietario, Pablo Santo, calcula que su facturación ha crecido más que la media de Castilla y León.
Según explica, después de la pandemia hubo un 'boom'. “Cuando dejaron salir había un lleno absoluto”, apunta. En su caso, la fiesta universitaria ha dado paso al tardeo y el público también ha cambiado. La prueba, el local ha adelantado su horario de apertura a las siete de la tarde: los universitarios ya no salen tanto por la noche. “A diario los estudiantes no salen tanto”, indica.
Estudiantes como Irene, Susana y Alejandra o jóvenes trabajadores como Pablo seguirán saliendo, quizás, como apunta la tendencia, pero cambiarán la noche por la tarde; aunque tras pasar un rato con ellos, igual se juntan ambas franjas horarias. Lo cierto es que la fórmula de Salamanca da señales de agotamiento, y quizás, solo quizás, sea una fase. La única certeza es que la fiesta a esta orilla del Tormes seguirá 'perreando' hasta el suelo, como lo ha hecho durante años.