Un proceso infeccioso agudo en la perrera de Valladolid provocó hace un mes y medio el cierre de edificio. En ese momento, el centro canino y el Ayuntamiento decidieron prohibir el acceso a los voluntarios e interesados “por seguridad” hasta que no estuviera controlada la infección. Ahora mismo está normalizada la actividad en la perrera, pero los voluntarios siguen sin poder acceder al centro canino.
El concejal de Salud y Seguridad del Consistorio vallisoletano, José Antonio Otero, asegura a este diario que se “aprovechó” la 'cuarentena canina' y la restricción de las visitas de este cuerpo “para darle una vuelta y ordenar la regulación” al respecto.
“Parece ser que algunos voluntarios no cumplen con las normas, como no acariciar a los animales y darles premios”, critica el edil socialista, ex presidente del Colegio Oficial de Médicos de Valladolid. A pesar de las críticas que realiza, Otero reconoce: “Se puede propagar una enfermedad de otra manera”. Sin embargo, asegura que con esta prohibición “retiras un factor de riesgo”.
Sin embargo, los voluntarios denuncian una deficiente higiene en el centro. Los animales están en espacios muy próximos y no hay ningún trabajador durante el fin de semana que mantenga las cajas limpias desde el viernes por la tarde hasta el lunes por la mañana, confirma el edil socialista. Cristina Bedera, otra voluntaria, destaca las condiciones en las que están los animales después de dos o tres días (cuando hay festivo) sin atención: “Invito al concejal a que vaya un lunes por la mañana para ver las carencias del centro. Los animales nadan en heces y orines literalmente”.
“Dice que les hemos enfermado por acariciarles”, se queja la portavoz de Libera!, Nuria Nieto, que también es una de las voluntarias en la perrera. Nieto rechaza la “total opacidad” de la gestión de Otero y unos protocolos de higiene “que no son correctos”. “No lo son en ningún sitio”, añade la animalista. “No pueden estar solos más de 12 horas”, sentencia Nieto. La propia Ordenanza Municipal fija este límite de doce horas solos entre las “condiciones mínimas para el mantenimiento de los animales”.
Cristina Bedera fue una de las primeras personas altruistas en acercarse al centro canino. Esta vallisoletana asegura que, a lo largo de los años, ha habido avances en el centro canino “en parte gracias” a su “pesadez”. La voluntaria, educadora, se muestra “dolida” “porque nos culpan”. “Me gustaría que no estigmaticen tocar a un perro, que no metemos la mano en la boca del animal, solo le damos un poco de cariño”, afirma la animalista. “No entiendo este trato si hemos sido eficaces en sacar de la perrera animales muy difíciles”, lamenta Bedera, que también es una de las que lleva una página de Facebook desde la que promueven la adopción de los animales del centro, junto al programa municipal Adopta.
“El voluntariado se ofrece, no se exige”, sostiene el concejal socialista, que insiste en que estas personas son “bienvenidas” en el centro, “pero ir a darle una chuche a un perro, pues no”. “En el momento en el que no cumplan las normas, se les impedirá que sigan colaborando”, alerta Otero.
El primer borrador de la norma para los voluntarios de la perrera prevé estar terminado la próxima semana y permitirá a los voluntarios sacar de paseo a un perro en concreto o llevárselo a casa el fin de semana “bajo la indicación del personal”.
Otero defiende la transparencia del centro canino, cuyo funcionamiento califica de “excelente”, aunque reconoce que los animales están sin cuidado durante muchas horas al día. “Estamos pensando en ampliar los horarios, pero los recursos son los que son”. “No vemos que el animal sufra por estar solo por las tardes o las noches. No hay maltrato”, sentencia el concejal de Salud y Seguridad.