Las acusaciones pública y particular han mantenido este martes invariables sus peticiones de un año y un año y medio de cárcel, respectivamente, para un masajista de Valladolid acusado de un delito de abusos sexuales sobre una clienta a la que, durante una sesión en junio de 2021, sobó, presuntamente, sus glúteos y pechos y le pellizcó los pezones.
El juicio por tales hechos, en sesión pública, ha quedado visto para sentencia en la Audiencia de Valladolid, donde el encausado, M.A.M.F., se ha declarado inocente y ha insistido en que el masaje dado a la denunciante se desarrolló con absoluta normalidad, en idénticas circunstancias a las de otros muchos a lo largo de sus más de dos décadas de ejercicio profesional.
Respecto del objeto de la presente causa, el masajista sexagenario, ha explicado que el 20 de junio de 2021 el centro en el que trabajaba recibió la visita de la denunciante y de su madre para someterse ambas a un masaje de relajación y que él se hizo cargo de la joven y una compañera de la progenitora.
El masaje en cuestión tendría una duración de dos horas--facial, de cuerpo y pies--y el acusado invitó a la clienta a aligerarse de ropa hasta donde ella quisiera, “con la que estés tú cómoda”, asegura él que indicó a la denunciante, quien, siempre según la versión de M.A.M.F., se desnudó por completo y se colocó boca abajo sobre la camilla.
Asegura que la cubrió con una tela suave, tipo pareo, que fue retirando a medida que operaba sobre la zona masajeada, primero por la zona de la espalda y lumbares, más tarde por las piernas y finalmente, ya boca arriba, parte del tórax, cuello, hombros....y nuevamente extremidades inferiores, pero sin que en momento alguno, como así ha reiterado, se acercara con sus dedos a zonas erógenas y le tocara los pechos, pellizcara sus pezones y, como broche, diera a la joven un beso en la frente.
“En ningún caso hay masaje de senos, eso es algo que se aclara a la clienta al inicio”, ha insistido el acusado, quien ha añadido que durante todo el masaje la mujer no le verbalizó encontrarse incómoda y que incluso una vez acabada la sesión la clienta y su madre se estuvieron informando de otros servicios y horarios en el centro.
La versión de la denunciante, de unos 35 años, ha sido muy distinta por cuanto asegura que el masaje relajante con el que le obsequió su madre aquel día la dejó en “shock” y se convirtió en una auténtica pesadilla, que, según refiere, ya se inició cuando al inicio de la sesión pidió un vaso de agua y tuvo que tomarla con los pechos al aire delante del acusado.
Pero además, ha sostenido que prefirió quedarse con las braguitas porque estaba manchando y, para su sorpresa, cuando estaba boca abajo en la camilla se vio privada de ellas por iniciativa del masajista. Tras los abusos que denuncia la víctima, asegura que le dio un beso en la frente.
“Me preguntó si todo había ido bien y yo le dije que sí porque estaba un poco en shock. Lo único que quería era salir de allí. Durante el masaje estuve paralizada porque aquello me pilló por sorpresa. Siento que abusó de mi confianza, que no me respetó, me sentí invadida”, ha recordado la mujer a modo de justificación de por qué no puso fin a la sesión y permaneció impasible, en silencio, durante las dos horas en las que se prolongó su supuesta pesadilla.
Fue a la salida del centro cuando se dio un paseo en solitario para recapitular y analizar si lo vivido era algo normal, en el marco de un “masaje energético”, o bien lo que ella había sentido estaba tipificado en el Código Penal como un delito de abusos. Se decantó por esta última opción tras consultar con amigos y su novio y decidió presentar la correspondiente denuncia.
La fiscal del caso ha mantenido su petición de un año de prisión y prohibición de aproximarse el acusado a la denunciante por espacio de cinco años, mientras que la acusación particular ha elevado a un año y medio la solicitud de condena, junto con su inhabilitación para el ejercicio de la profesión durante el mismo tiempo de la pena y el pago de una indemnización de 50.000 euros en favor de su clienta.
La defensa, por contra, ha pedido un fallo absolutorio y ha atribuido la denuncia a una “recreación mental” de la joven, posibilidad que ha dejado abierta el psicólogo que ha tratado a la denunciante y que ya la venía asistiendo con anterioridad a estos hechos.
“Los hechos no hay que discutirlos sino probarlos, aquí impera el principio de presunción de inocencia. Estamos hablando de un profesional con más de 25 años de ejercicio que ha sido metido en un procedimiento incomprensible”, ha concluido.