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Villadangos por fin hace memoria tras el bloqueo de las exhumaciones: “Esperamos cerrar una etapa de dolor”

Búsqueda de asesinados en la guerra civil en el cementerio de Villadangos del Páramo (León)

Antonio Vega

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86 años han tenido que pasar para que en Villadangos, una localidad agrícola de la comarca del Páramo leonés, se empiece a hacer justicia. Este jueves, en su cementerio, se ha empezado a buscar los restos de decenas de personas que fueron asesinadas en el monte municipal entre septiembre y noviembre de 1936. La Guerra Civil ya había finalizado por entonces en la mayor parte de León ya que apenas duró una semana en la mayoría del territorio de la provincia, pero los campos de concentración como el del hoy Parador de San Marcos de León seguían funcionando. Y de allí salieron buena parte de los fusilados en el monte de Villadangos, asesinados sin ningún tipo de juicio.

Decenas de familiares de las víctimas se acercaron al cementerio para ver cómo comenzaba la búsqueda de restos en una excavación que corre a cargo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que la realiza además sin ningún tipo de ayudas más que sus propios recursos. El camino para llegar hasta aquí han sido años de silencios y de mentiras cuando los familiares se acercaban a la localidad a preguntar por los suyos. Y el colmo fue la ignominia sucedida el pasado verano cuando en un controvertido concejo abierto a los vecinos una votación negaba el derecho a buscar a tus antepasados. Superados los insólitos obstáculos burocráticos impuestos por el Ayuntamiento de Villadangos, gobernado con mayoría absoluta por el PP, la excavación prevista para el verano pasado ha podido iniciarse en pleno mes de febrero. Y en el primer día de prospección ya han aparecido los restos de dos personas, en una posición que parece indicar que no se trata de enterramientos comunes, a falta de concretar más detalles y avancen las excavaciones y la investigación.

El ruido incesante del martillo neumático que levantaba el hormigón interrumpía en la fría mañana del Páramo los saludos y abrazos de los familiares. Muchos de ellos no se conocían personalmente, sólo a través de un grupo de whatsapp que los ha unido como una piña en esta búsqueda. Hoy se han podido saludar esperanzados de poder encontrar a los suyos y cerrar definitivamente heridas que aún supuran. “Estamos hablando de esto, para mí es una reparación enorme” explicaba Susana Toral, que busca a su abuelo Tomás Toral Casado, maestro de Villaornate, de cuya escuela se lo llevaron en octubre de 1936 y fue asesinado una semana después con apenas 36 años.

Susana Toral reconoce que la historia de la muerte de su abuelo ha sido un tema algo tabú en su familia, “yo sabía que a mi abuelo lo habían matado en la Guerra Civil pero no sabía bien las circunstancias”. Desde el 2003, al morir su padre e hijo de Tomás Toral, Susana comenzó la búsqueda de su abuelo. Su padre nunca conoció a su abuelo, ya que fue asesinado cuando faltaban tres semanas para su nacimiento. 

Acompañada de una libreta de su abuelo con sus artículos de divulgación e imágenes familiares acudió a Villadangos desde Catalunya con esperanzas en localizar restos, “el hecho de estar aquí y poder buscar es la noche y el día”. Y recuerda la diferencia de cuando acudió en 2006 a Villadangos a preguntar por la fosa donde reposaba su abuelo, cuando se llevó una contestación deshumanizada, “de eso aquí no se habla”.

“Tenemos la esperanza de cerrar una etapa de dolor, de ausencia, de pena y de indignación porque hasta ahora no tenemos nada”, cuenta Ángeles Ferrer, que busca a Serapio Pedrejón, un hojalatero de León que trabajaba de ferroviario y era militante del PSOE y UGT.  Ella, la nieta que encabeza la búsqueda tras los fallecimientos de su abuela y su madre y su tía, cree que debe seguir adelante con la búsqueda de sus familiares poder cerrar el proceso. “Mi abuelo nació el 3 de septiembre de 1895 pero no tenemos anda sobre su muerte, es una persona desaparecida”, explica emocionada.

“Villadangos ha sido algo muy raro”, valora Ángeles Ferrer sobre el proceso que ha llevado finalmente a que se puedan realizar excavaciones en el cementerio, rememorando cuando hace algunos años fue a llevar flores y preguntar “y la Junta Vecinal me negó la entrada”. Y espera que la excavación arroje luz sobre la desinformación sobre lo que ha pasado en el propio cementerio y los restos a lo largo de las décadas.

A la excavación han acudido familiares desde Madrid, Catalunya, Canarias y varias provincias de Castilla y León. Se echaba en falta a Rufino Juárez, hijo de uno de los desaparecidos y que falleció el pasado verano poco después de la polémica negativa de 22 vecinos a las excavaciones, luego anulada por la Junta de Castilla y León. “Solo con que encontrásemos a uno y se viese que esto fue una etapa de nuestra historia merece la pena, que no queremos nada, ni rencores ni nada, queremos el reconocimiento de que esas personas en algún momento han existido”, incide Ángeles.

José Sacristán busca a su abuelo Federico Sacristán, un cartero de la ciudad de León que estuvo preso en San Marcos y fue asesinado el 9 de septiembre de 1936 con 40 años. Su viuda y sus 9 hijos siempre tuvieron certeza de su entierro en una de las fosas de Villadangos gracias a que el cura que los trasladaba desde el monte donde los fusilaban conocía a la familia. Y explica que hasta mediados de los años 50 su abuela acercaba flores hasta que en el cementerio hubo obras y dejaron de tener la certeza de su enterramiento exacto. Desde entonces y hasta hoy no han sabido más. Su esperanza es poder localizarlo y dar un enterramiento digno a un padre de familia “que tuvo la mala suerte de vivir en una época convulsa”. 

En los años 60 el muro sur del cementerio fue derribado y se construyeron nuevas tumbas, lo que ha modificado la estructura del cementerio. Constan 20 enterramientos colectivos en distintas fechas en los que hubo 71-72 personas enterradas, aunque los cálculos de los fusilamientos en el monte consideran que fueron más de un centenar los asesinados. En los espacios de paso común es donde la ARMH ha logrado autorización para buscar los restos, sin tocar ninguna parte ocupada, pese a las dudas que existen sobre la configuración actual y pasada del cementerio.

Marco Antonio González, vicepresidente de la ARMH y a cargo de las labores de excavación, ha pedido que en el propio cementerio de Villadangos haya un espacio de memoria “que recuerde lo que pasó aquí”. Y desde la asociación mantienen su petición al Gobierno, “tiene que haber una política de Estado firme que busque a sus desaparecidos y asumirlo con sus medios”. Y denuncian, “estas personas son víctimas y el estado español no las reconoce todavía”.

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