“A través de las aplicaciones infantiles, los niños y niñas están expuestos a una explotación comercial sin precedentes”. Así lo consideran los más de 50 expertos y expertas en salud, pedagogía, psicología y mundo digital que han lanzado, con motivo del Día Mundial del Internet, el 'Manifest Infància i Pantalles'. En este texto se pide una regulación que permita garantizar que las criaturas se puedan desarrollar sin una exposición abusiva a las nuevas tecnologías.
Las pantallas cada vez forman parte de manera más importante de nuestras vidas, sobre todo desde la pandemia. A través de juegos, 'apps' y programas infantiles, los dispositivos móviles requieren la atención de la infancia, a la vez que se convierten en una herramienta “accesible y eficaz” para la conciliación y la distracción de niños y niñas. Esta digitalización creciente supone “nuevos retos no previstos en la Convención sobre los Derechos de la Infancia y pone manifiesto la relación entre el sector empresarial y las necesidades regulatorias”, consideran los autores del manifiesto.
Y es que, la economía de los datos, conocida como aquella que explota monetariamente la recolección y análisis de grandes cantidades de información, también tiene en la infancia un nicho importante de negocio. “Los niños y niñas nacen en una sociedad altamente tecnológica, que pone los dispositivos digitales y las pantallas en el centro de actividades cotidianas”, dice el manifiesto. Así, detrás de aplicaciones gratuitas se esconden oportunidades de mercantilización de la infancia, tal como denunció la plataforma Xnet, que ha desarrollado, junto al Ayuntamiento de Barcelona, una alternativa a Google Suite -el catálogo de aplicaciones para escuelas- para evitar la recolección de datos sobre el comportamiento de la infancia.
“Los niños y niñas usan 'apps', juegos y dispositivos que tienen como principal objetivo recoger información personal de los menores con voluntad mercadotécnica y que, al mismo tiempo, no siempre están adaptados a su maduración cerebral”, alertan los expertos. Así, el riesgo para la infancia de usar tecnologías no pensadas para su edad, se relaciona con un menor grado de aprendizaje, efectos negativos en la adquisición y expresión del lenguaje y menor capacidad lectora, tal como apuntan estudios como el de la plataforma Empantallados y la consultoría GAD3.
Así mismo, otras entidades como la Canadian Paediatric Society, alertan de que un uso prolongado de las pantallas, sobre todo antes de los seis años, reduce el tiempo de experiencias positivas de relación, experimentación y juego, lo que perjudica al desarrollo de habilidades sociales y cognitivas y, además, empeora las relaciones de las criaturas con sus padres y familias.
Más regulación para una mayor protección
“Hay un gran desconocimiento de los efectos contraproducentes de la exposición de la infancia a las pantallas de forma abusiva y continuada, especialmente antes de los seis años”, alertan los autores del manifiesto, impulsado por el psicólogo Vicenç Arnaiz, la doctora en sociología Liliana Arroyo, la psicóloga clínica Dominica Díez, la maestra y pedagoga terapéutica Cristina Fraga, la maestra Anna Garrido, el doctor en educación social Roger Llopart, la artista y diseñadora Laia Miret, la doctora en neurociencias Marta Portero, la maestra y pedagoga Anna Ramis, la educadora social Carme Raya y la médica pediatra Sílvia Urraca.
Por todo ello, proponen potenciar la investigación sobre las consecuencias de la digitalización, para generar más evidencia sobre “los efectos nocivos de la sobreexposición a las pantallas”, así como “dejar de normalizar su uso antes de los tres años”. Aún así, los y las autoras del texto, son conscientes de que la relación de las pantallas y las criaturas depende, en alto grado, del nivel socioeconómico de la familia, de su situación laboral y sus capacidades para conciliar, sabiendo que una aplicación móvil puede ser una gran herramienta para mantener entretenido a un infante si su familia no puede estar por ella debidamente. Ante esta realidad, el manifiesto propone promover políticas de conciliación familiar y “acceso a recursos educativos y de cuidados universales que permitan una crianza responsiva”.
Pero, a pesar de todas estas evidencias que resaltan los peligros potenciales de las pantallas, los y las expertas firmantes del manifiesto, aseguran que “convivimos con la tecnología y queremos que así siga siendo”. Aun así, reclaman una regulación adecuada para proteger a la infancia y una toma de conciencia para “poner a las pantallas al servicio de las relaciones humanas”.