Ni lesiones ni motivación ideológica. Un juez de Terrassa (Barcelona) ha absuelto a la profesora acusada de agredir a una alumna por haber pintado una bandera de España en un trabajo escolar al concluir que los hechos no tienen “sesgo político alguno” y que las lesiones de la menor “no han quedado acreditadas”.
El caso de esta docente de Terrassa se remonta a junio de 2019. Una bronca entre profesora y alumna fue elevada por medios de comunicación y partidos de derecha (PP, Ciudadanos y Vox) a la categoría de acoso y discriminación de la escuela catalana contra el castellano y cualquier símbolo español. Al igual que ocurrió con los profesores de Sant Andreu de la Barca, la Justicia ha desestimado todas las acusaciones.
La Generalitat expedientó a la docente por romper “en público” el trabajo de la alumna, pero descartó la agresión así como que la actuación de la profesora estuviera guiada por animadversión a la bandera española. La Justicia no da ni por probado el extremo de que la docente rompiera el dibujo, y se limita a constatar que “hubo una discusión” entre maestra y alumna sobre el trabajo, en el transcurso de la cual la docente “ordenó a la menor abandonar el aula”. Nada más.
Como ningún testigo del juicio presenció directamente los hechos, el juez solo puede valorar las versiones de la menor y de la docente. En su sentencia, el magistrado da mayor credibilidad a la versión de la profesora, de quien destaca que ha sido “constante” a lo largo de toda la causa frente a las “contradicciones” de la alumna.
La docente reconoció, tanto en vía administrativa como judicial, que apartó la silla de la menor “sin brusquedad”, que la levantó “por las axilas” y acompañó a la niña fuera del aula, sin que cayera al suelo en ningún momento. El motivo fue, según su versión, “restablecer su autoridad como profesora” después de que la alumna la hubiera “desobedecido en dos ocasiones la misma mañana”. El relato de la acusada, concluye el juez, es “coherente, verosímil y en absoluto absurdo”.
En cambio, la versión de la niña fue cambiando con el tiempo y dio tres versiones distintas de lo ocurrido. Primero en urgencias con sus padres, después a la policía y por último a las psicólogas del centro. El juez resalta que la menor cambió la versión sobre el momento en el que la profesora le habría roto el dibujo (primero antes y después tras la supuesta agresión). También dijo que fue ella quien se había levantado para mostrar el dibujo a la maestra, para después rectificar y decir que fue la docente la que se había acercado a su pupitre.
En su primera declaración la menor contó que la maestra le había retirado la silla violentamente y que había caído al suelo, pero después mantuvo que la docente empujó su silla, provocando que rebotara contra la mesa. El informe médico mencionaba dolor en un dedo y en la espalda, pero sin pruebas objetivas.
El magistrado concluye que la versión de la menor podía tener imprecisiones por el tiempo pasado, porque explicó los hechos en varias ocasiones o incluso porque podría haber sido sugestionada, algo que no concreta. También recuerda que la menor se sentía enfadada, humillada y avergonzada por los hechos, y que esto podía haber derivado en una hostilidad hacia la profesora. Sea como sea, el juez absuelve a la profesora y descarta el delito leve de lesiones por el que estaba acusada. Fiscalía y la familia de la menor pedían una multa de 1.080 euros y, como indemnización, 90 euros y 3.600 euros respectivamente.