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Los acusados por los atentados de Barcelona muestran arrepentimiento en la última sesión del juicio

Los acusados, durante el juicio

Oriol Solé Altimira

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“Lamento mucho lo ocurrido”. Así se ha expresado Mohamed Houli, principal acusado por los atentados de Barcelona y Cambrils, en su turno de última palabra este miércoles. El juicio por los ataques del 17 de agosto de 2017 ha quedado visto para sentencia tras 32 sesiones. Los tres acusados se han mostrado arrepentidos.

El primero en intervenir ha sido Houli, herido en la explosión del chalé de Alcanar en el que la célula fabricaba explosivos. “Me arrepiento de haber estado en esa casa, me arrepiento de haber estado con esas personas y lamento mucho lo ocurrido”, ha aseverado Houli, que ha consultado notas escritas en un papel a lo largo de su intervención. Houli, a quien la Fiscalía pide 41 años de cárcel, ha dicho ignorar los planes terroristas de sus compañeros y que solo colaboró “obligado” con la célula por miedo por su integridad y la de su familia. El acusado ha defendido que ha colaborado con la investigación, algo considerado “apostasía por la gente con esta ideología, que no tiene nada que ver con el verdadero Islam, que es paz y respecto”.

Sin embargo las pruebas se acumulan contra Houli. Además de frecuentar el chalé de Alcanar que era el centro de operaciones de la célula, Houli grabó en vídeo al resto de terroristas mientras fabricaban explosivos. El estallido accidental de las sustancias químicas voló en pedazos el chalé y precipitó el atropello de la Rambla y el de Cambrils. La investigación ha mostrado que los planes iniciales de la célula preveían una gran matanza en la Sagrada Familia o el Camp Nou.

Además de intentar desvincularse de la célula, Houli ha echado un cable al segundo acusado, Driss Oukabir, a quien la Fiscalía reclama 36 años de cárcel. Según Houli, Oukabir nunca estuvo en la casa de Alcanar. Houli avala así la línea de defensa que Oukabir ha mantenido durante todo el juicio, consistente en presentarse como consumidor habitual de marihuana y alcohol, alejado de cualquier rigorismo religioso y sin relación con los miembros de la célula, que eran todos –incluido su hermano– más jóvenes que él. Oukabir alquiló la furgoneta de la Rambla, según la Fiscalía porque formaba parte de la célula; según él, porque se lo pidió su hermano para una mudanza.

En su turno de última palabra, Oukabir ha asegurado que no tenía ningún interés en lo que ocurrió y que habría intentado evitar los atentados si los hubiera conocido. Antes de los ataques Oukabir viajó a Marruecos. El motivo del viaje para la Fiscalía es que en el último momento le entró miedo, mientras Oukabir defiende que fue para alejarse de su pareja, a quien maltrató.

Por su lado, Ben Iazza, al que la Fiscalía acusa únicamente de colaboración con los terroristas y pide 8 años de cárcel, ha rechazo emplear su derecho a la última palabra más allá de decir que dejaría que “las pruebas hablen por sí mismas”. El acusado se ha remitido a la intervención de su abogado, quien ha justificado que prestara la furgoneta de la carnicería de su tío a los terroristas para transportar agua oxigenada, porque los musulmanes, como “los españoles, en el extranjero, se ayudan entre sí”. El letrado ha desvinculado a Ben Iazza de la célula y ha negado que conociera los planes para atentar.

La Fiscalía de la Audiencia Nacional pide de prisión para todos los acusados, si bien no les imputa el delito de asesinato al entender que, aunque contribuyeron a los objetivos de la célula yihadista, ninguno de los acusados tuvieron una participación directa en los atentados. El Ministerio Público discrepa así con muchas de las acusaciones particulares y, en particular, con las acusaciones populares –ejercidas por la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) y la Asociación 11-M–, que solicitan para Houli Chemlal y Oukabir la pena de prisión permanente revisable.

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