Eisenhower advirtió de los peligros del complejo militar-industrial, cuyo poder podría “amenazar nuestras libertades y procesos democráticos”. A día de hoy nos encontramos ante la Europa de la lucha contra la inmigración clandestina cuyos estandartes de ‘Refugees welcome’ cuelgan en numerosos espacios públicos europeos. Sin embargo, hay otra Europa que cierra la puerta a los refugiados y la abre hacia un futuro más lucrativo, privatizado y militarizado, enmarcada por Frontex y las desmesuradas inversiones en securización, el tratado con Turquía y las licencias de exportación de armas a estados en Oriente Medio y África directamente relacionados con la crisis. Esto nos ha llevado a un complejo militar de seguridad industrial aún más potente que en los tiempos del militar y presidente norteamericano. El informe, ‘Guerras de Frontera; los fabricantes y vendedores de armas que se benefician de la tragedia de los refugiados en Europa’ publicado en España por Stop Wapenhandel, Transnational Institute y el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, arroja luz sobre los actores beneficiarios y fomentadores del creciente aumento de la seguridad fronteriza, analizando quiénes son y qué servicios prestan, además de cómo influyen en las políticas europeas y qué fondos reciben de los contribuyentes. Lo más destacable es que también muestra como algunos de los beneficiarios de los contratos de seguridad en las fronteras son algunos de los mayores vendedores de armas a la región de Oriente y Norte de África. En otras palabras: las compañías que están creando la crisis después se benefician de ella.
Los Estados europeos brindan su apoyo concediendo licencias necesarias para la exportación que entre 2005 y 2014 ascienden a una cuantía de 82.000 millones de euros. Posteriormente les han concedido contratos de seguridad fronteriza para hacer frente a las consecuencias. Esto nos lleva a una UE con un futuro cada vez más militarizado en el cual Frontex, se está convirtiendo rápidamente en una Agencia Europea de Guardia Costera y Fronteriza más poderosa a través con el respaldo de EUROSUR, un sistema que conecta los sistemas de vigilancia y supervisión de la seguridad fronteriza entre los Estados miembros y terceros Estados. La militarización en este ámbito también se refleja en los objetivos militares de la ‘Fuerza Naval de la UE - Operación Mediterránea Sofía’ (EUNAVFOR MED) y el uso del ejército en muchas fronteras, como las de Hungría, Croacia, Macedonia y Eslovenia. Así como las misiones navales de la OTAN en el Mediterráneo las cuales ya están colaborando de forma activa con la seguridad fronteriza de la UE. Mientras tanto, el informe estima que el mercado de seguridad fronteriza ascenderá de 15.000 millones en 2015 a 29.000 en 2022. Las exportaciones globales de armas a Oriente Medio han aumentado en un 61% entre 2006-2010 y 2011-2015. Además, la respuesta normativa a nivel europeo hacia esta crisis se ha centrado en los traficantes y el fortalecimiento de las fronteras exteriores (incluido en países fuera de la UE), esto ha dado lugar un gran aumento del presupuesto, que en el caso de Frontex ha aumentado de 6,3 millones de euros a 238,7 millones de euros entre 2005 y 2016, abre un espacio cada vez más lucrativo para las empresas armamentistas.
Finmeccanica, Thales, Airbus, Safran y la empresa española Indra, son actores destacados del negocio de la seguridad en la UE y también principales comerciantes de armas y tecnología militar europeos hacia Oriente Medio y el Norte de África. Sus ingresos totales en 2015 ascendieron a más de 95.000 millones de euros y todas han ampliado sus divisiones de seguridad e ingresos exponencialmente. El gigante de armas italiano Finmeccanica (ahora renombrado Leonardo) identificó “los sistemas de control de fronteras y de seguridad” como uno de los principales impulsores del aumento de pedidos e ingresos. Las únicas no europeas que reciben fondos de investigación son las compañías israelíes, (gracias a un acuerdo de 1996 entre Israel y le UE) que también han participado en el refuerzo de las fronteras de Bulgaria y Hungría, además de promover su experiencia con el muro de separación de Cisjordania y la frontera de Gaza con Egipto. Todas ellas han estado muy activas defendiendo el incremento de la seguridad fronteriza de Europa. Muchas de sus propuestas, como la de crear una agencia pan-europea de seguridad fronteriza, han terminado materializándose en políticas reales. Además, jornadas bianuales organizadas por Frontex/EBCG cuentan con la participación de la industria de armas que ha conseguido captar 316 millones de euros destinados a la investigación en temas de seguridad, estableciendo la agenda para la investigación, desarrollándola y, muchas veces, beneficiándose de los contratos resultantes.
En conjunto, las pruebas revelan una creciente confluencia de intereses entre los líderes políticos europeos que buscan militarizar las fronteras y los principales contratistas de defensa y seguridad que proporcionan los servicios. Pero esta no debe ser tratada solo como una cuestión de conflictos de interés o de que algunos actores se estén beneficiando con la crisis, sino que también atañe a la dirección que está adoptando Europa en sus momentos más críticos y el tipo de ética tras fronteras y exportaciones.
Eisenhower advirtió de los peligros del complejo militar-industrial, cuyo poder podría “amenazar nuestras libertades y procesos democráticos”. A día de hoy nos encontramos ante la Europa de la lucha contra la inmigración clandestina cuyos estandartes de ‘Refugees welcome’ cuelgan en numerosos espacios públicos europeos. Sin embargo, hay otra Europa que cierra la puerta a los refugiados y la abre hacia un futuro más lucrativo, privatizado y militarizado, enmarcada por Frontex y las desmesuradas inversiones en securización, el tratado con Turquía y las licencias de exportación de armas a estados en Oriente Medio y África directamente relacionados con la crisis. Esto nos ha llevado a un complejo militar de seguridad industrial aún más potente que en los tiempos del militar y presidente norteamericano. El informe, ‘Guerras de Frontera; los fabricantes y vendedores de armas que se benefician de la tragedia de los refugiados en Europa’ publicado en España por Stop Wapenhandel, Transnational Institute y el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, arroja luz sobre los actores beneficiarios y fomentadores del creciente aumento de la seguridad fronteriza, analizando quiénes son y qué servicios prestan, además de cómo influyen en las políticas europeas y qué fondos reciben de los contribuyentes. Lo más destacable es que también muestra como algunos de los beneficiarios de los contratos de seguridad en las fronteras son algunos de los mayores vendedores de armas a la región de Oriente y Norte de África. En otras palabras: las compañías que están creando la crisis después se benefician de ella.
Los Estados europeos brindan su apoyo concediendo licencias necesarias para la exportación que entre 2005 y 2014 ascienden a una cuantía de 82.000 millones de euros. Posteriormente les han concedido contratos de seguridad fronteriza para hacer frente a las consecuencias. Esto nos lleva a una UE con un futuro cada vez más militarizado en el cual Frontex, se está convirtiendo rápidamente en una Agencia Europea de Guardia Costera y Fronteriza más poderosa a través con el respaldo de EUROSUR, un sistema que conecta los sistemas de vigilancia y supervisión de la seguridad fronteriza entre los Estados miembros y terceros Estados. La militarización en este ámbito también se refleja en los objetivos militares de la ‘Fuerza Naval de la UE - Operación Mediterránea Sofía’ (EUNAVFOR MED) y el uso del ejército en muchas fronteras, como las de Hungría, Croacia, Macedonia y Eslovenia. Así como las misiones navales de la OTAN en el Mediterráneo las cuales ya están colaborando de forma activa con la seguridad fronteriza de la UE. Mientras tanto, el informe estima que el mercado de seguridad fronteriza ascenderá de 15.000 millones en 2015 a 29.000 en 2022. Las exportaciones globales de armas a Oriente Medio han aumentado en un 61% entre 2006-2010 y 2011-2015. Además, la respuesta normativa a nivel europeo hacia esta crisis se ha centrado en los traficantes y el fortalecimiento de las fronteras exteriores (incluido en países fuera de la UE), esto ha dado lugar un gran aumento del presupuesto, que en el caso de Frontex ha aumentado de 6,3 millones de euros a 238,7 millones de euros entre 2005 y 2016, abre un espacio cada vez más lucrativo para las empresas armamentistas.