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Japón y la vía hacia la paz

Ainhoa Ruiz

Centre Delàs d'Estudis per la Pau —

Este año se cumplieron 71 años de los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki. Fue el 6 de agosto a las 8:15 de la mañana cuando se desató el infierno sobre la población civil de Hiroshima, es a esta hora cuando el monumento que conmemora a las víctimas se rodea de miles de personas y algunos importantes representantes políticos. Cada año la población de ambas ciudades sale a la calle donde tienen lugar algunas de las movilizaciones más significativas dentro del movimiento pacifista mundial.

Durante todo el día las calles cerca del llamado punto 0, donde cayó la bomba y ahora se encuentra el parque de la paz, se llenan de jóvenes estudiantes a la par que personas mayores que eran niños cuando se bombardeó la ciudad, demostrando el impacto y la herencia generacional de la historia que marcó la ciudad de Hiroshima y la señaló en la historia de la humanidad para siempre.

Al atardecer la población se congrega a lo largo del río Motoyasu cerca de la cúpula de la Bomba Atómica, único edificio que se ha conservado en pie para recordar aquel día, aquí se depositan miles de farolillos de papel de colores que son arrastrados por la corriente para recordar a las víctimas de la bomba. Las multitudes que se concentran a lo largo del río no impiden que el recogimiento y el respeto se impongan para hacer memoria.

Estos días de conmemoración, respeto y recogimiento son muestra del convencimiento pacifista que envuelve a la sociedad civil japonesa, enormemente influenciados por el peso de ser el único país del mundo que ha sido atacado con bombas atómicas y haber sufrido uno de los mayores infiernos que es capaz de desatar la guerra ¿Pero cual es el papel de Japón en el camino hacia la paz?

En 1947, sólo dos años después de los bombardeos y del fin de la Segunda Guerra Mundial, Japón redactó una nueva constitución bajo la tutela de los Estados Unidos, en ella destaca el artículo 9, en el que se prohíben actos bélicos por parte del Estado, a la vez que se renuncia formalmente a la guerra y al uso de la fuerza como método de resolución de conflictos internacionales. Por ello Japón no tiene un ejército regular como otros Estados sino las denominadas Fuerzas de Autodefensa de Japón.

“Aspirando sinceramente a una paz internacional basada en la justicia y el orden, el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales.”

Sin embargo la Constitución se encuentra plagada de contradicciones que se hacen más evidentes cuanto más nos alejamos de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial; probablemente debidas a que la reforma constitucional respondió más a los deseos de Estados Unidos de desactivar militarmente a una de las potencias del Eje que a un verdadero convencimiento pacifista. Las buenas intenciones descritas en la Constitución tampoco han evitado que según el ministerio del interior de Japón las FAJ se asocien al concepto de preservación de la paz y de la seguridad a través del militarismo, como tampoco ha evitado los entrenamientos militares ni el gasto militar. Pero lo que constituye la principal contradicción de esta Constitución, que tiene ya más de 60 años, probablemente sea que el mismo país que la impuso haya establecido más de 100 bases militares en suelo japonés, lo que ha levantado fuertes protestas por parte de la población.

Esta falta de un verdadero convencimiento y compromiso político hacia la paz, conduce ahora a Japón ante la posibilidad de una nueva reforma constitucional. El primer ministro Shinzo Abe del Partido Demócrata Liberal, ya ha manifestado muchas veces su deseo de reformarla para convertir a Japón en un actor militar activo con un ejército regular constituido. Ya en 2014 la administración Abe decidió acabar con la prohibición de las exportaciones de armas auto-impuesta desde 1967, y en 2015 se aprobó un proyecto de ley para permitir a las FAJ participar en operaciones militares si países aliados son atacados, algo antagónico al artículo 9 de la Constitución.

Ubicado en una región con algunas de las fuerzas militares más potentes como China, o la cercanía de Rusia, contraria a la expansión de EEUU en la zona, y la amenaza nuclear de Corea del Norte, en palabras del mismo ministro Abe, Japón se vuelve un importante actor en el mapa militar mundial, esencialmente como uno de los principales aliados militares de EEUU entre los países del este asiático.

Esta nueva posibilidad de rearme tan importante estratégicamente puede ser clave y contribuir a aumentar las tensiones y el gasto militar regional de todos los países del este asiático, que según el SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute es una de las regiones que más ha aumentado su gasto militar en la última década. La región del este asiático ha pasado de unos 150.000 millones de euros en 2005, hasta llegar en 2014 a los 280.000 millones, siendo China la que más ha aumentado su gasto militar y sin contar a Corea del Norte cuyas cifras de gasto militar son difíciles de calcular.

Toda esta situación refuerza las tensiones entre China y Japón por cuatro razones: la disputa por las islas Senkaku/Diaoyu, el potencial momento de rearme japonés y el aumento en gasto militar realizado por China en la última década. Sin olvidar el peso de la historia de una China que no olvida la brutal invasión japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.

Queda la memoria del pueblo japonés, que no olvida los dolores de la guerra, como todavía demuestran las grandes movilizaciones de agosto en conmemoración de los bombardeos, y que más del 60% de la población rechaza que se modifiquen los pilares pacifistas de la Constitución. En sus manos está protestar para que la Carta Magna que fue creada por intereses políticos se transforme en un verdadero compromiso con la paz mundial.

 

 

Este año se cumplieron 71 años de los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki. Fue el 6 de agosto a las 8:15 de la mañana cuando se desató el infierno sobre la población civil de Hiroshima, es a esta hora cuando el monumento que conmemora a las víctimas se rodea de miles de personas y algunos importantes representantes políticos. Cada año la población de ambas ciudades sale a la calle donde tienen lugar algunas de las movilizaciones más significativas dentro del movimiento pacifista mundial.

Durante todo el día las calles cerca del llamado punto 0, donde cayó la bomba y ahora se encuentra el parque de la paz, se llenan de jóvenes estudiantes a la par que personas mayores que eran niños cuando se bombardeó la ciudad, demostrando el impacto y la herencia generacional de la historia que marcó la ciudad de Hiroshima y la señaló en la historia de la humanidad para siempre.