“Ante nosotros está, si lo escogemos, un continuo progreso en términos de felicidad, conocimiento y sabiduría. ¿Escogeremos la muerte como alternativa, sólo porque somos incapaces de suprimir nuestras querellas? Hacemos, como seres humanos, un llamamiento a los seres humanos: Recuerda que eres humano y olvida el resto. Si los hombres obramos así, se abrirá ante nosotros el camino hacia un nuevo paraíso, en caso contrario, quedará con nosotros el peligro de la muerte universal”.
'El manifesto Russel Einstein', 9 de Julio de 1955
Desde el 24 de enero de 1946 la organización de las Naciones Unidas debate sobre este argumento: ¿prohibir o no prohibir las armas nucleares?
Parece que ha llegado el momento de contestar a esta pregunta. En pocas semanas se iniciarán las negociaciones para aprobar un instrumento jurídicamente vinculante que prohíba las armas nucleares.
Nos encontramos en un momento decisivo de la historia. El 2016 ha sido el año en el que ha triunfado la normalización de la guerra. Una guerra que sigue implicando a todo el mundo: Oriente Medio, África Central, Nigeria, Libia, Burundi, Congo, Afganistán, Yemen y otros lugares a donde los perdedores acaban siendo los civiles.
España no queda fuera de estos escenarios. El informe del Centro Delàs sobre las exportaciones españolas sitúa España como el séptimo exportador mundial de armamento y el 24,5% de sus exportaciones alimentan las guerras en Medio Oriente.
Pero como dice el refrán, “lo pasado, pasado está”, y lo que se puede y debería hacer ahora es mirar el presente y crear un futuro mejor. En este sentido, el 2017 y las negociaciones para eliminar las armas nucleares podrían ser un primer punto de cambio.
El proceso que nos ha conducido a este punto se inició el pasado verano y ha desembocado en la adopción de la resolución L41 de parte del First Commitee de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que se ocupa de cuestiones sobre el desarme y la seguridad internacional. La resolución L41 establece una serie de conferencias destinadas a negociar un tratado que prohíba explícitamente las armas nucleares. Con la adopción de esta resolución, 123 naciones sobre 177 – entre los que también se encuentra Corea del Norte, cuya última prueba nuclear ha sido ejecutada el 9 de septiembre de 2016 –, han votado a favor. No obstante, este voto tiene la oposición de un grupo de 38 Naciones entre las que se encuentran EE.UU., Rusia, Israel (tres de los nueve países nucleares), los países que forman parte de la OTAN, entre los que también se encuentra España, y sorprendentemente Japón, única nación que ha sufrido los horribles efectos de las bombas atómicas. China, India y Pakistán, que también se encuentran entre los países que han declarado poseer armas nucleares, han decidido abstenerse junto a un grupo de 16 países más.
Es conveniente señalar que unos días antes de esta importante votación, los EE.UU., que son dueños de 6800 de las 14900 armas nucleares aún existentes, entregaron a todos los Estados pertenecientes a la OTAN un documento en el que los invitaban a oponerse a la resolución y a boicotear las negociaciones, ya que un tratado que hace ilegítimas las armas nucleares y que considera ineficaz la teoría de la disuasión nuclear “está fundamentalmente en desacuerdo con los principios sobre la disuasión nuclear de la OTAN y sobre las políticas de seguridad común”.
Algunos Estados cercanos a los Estados Unidos, a pesar de que hayan expresado un voto contrario o se hayan abstenido, han decidido participar de todas formas en las negociaciones para dar forma al tratado; por ejemplo Holanda, que hospeda en su territorio armas nucleares estadounidenses y que se ha abstenido del voto, ha confirmado su participación en las negociaciones, del mismo modo ha hecho Japón a pesar de su oposición a la resolución.
Finalmente, el 23 de diciembre fue aprobada la resolución para empezar a trabajar en 2017. Esta vez los Estados a favor fueron 112 sobre 161 y Albania y Estonia, que son parte de la OTAN, han cambiado su parecer votando a favor de las negociaciones. 21 delegaciones, que expresaron un voto favorable en la primera votación, esta vez estuvieron ausentes, probablemente a causa del horario tardío de la votación y de las vacaciones navideñas.
Las negociaciones estarán divididas en dos sesiones, del 27 al 31 de marzo y del 15 de junio al 7 de julio. Esperemos que al final de estas cuatro semanas de trabajo se pueda llegar a la aprobación del tratado, puesto que el trabajo preparatorio ya ha sido elaborado durante 2016 por un grupo de trabajo de la ONU en Ginebra. Durante este tiempo, serán fundamentales el trabajo de advocacy y las acciones de los movimientos de la sociedad civil para invitar a los gobiernos a aprobar dicho tratado al finalizar las cuatro semanas de negociaciones. Durante esta semana la campaña internacional ICAN (International Campaign Against Nuclear Weapon) ha establecido una serie de acciones para situar las negociaciones en la agenda pública y ejercer presión a los gobiernos para que se posicionen a favor del tratado, a través de las redes sociales y plataformas como Thunderclap.
Es de fundamental importancia tener, cuanto antes mejor, un tratado que incluya todas las prohibiciones que ya se han hecho a través de distintos tratados que vetan las armas bacteriológicas, químicas, las minas terrestres y bombas de racimo. Las armas nucleares son las únicas armas de destrucción masiva que aún hoy no han sido prohibidas. Es el momento de cambiar las reglas y asegurarse de que 2017 sea un año de cambios y seguridad para toda la humanidad.