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Los recortes no afectan a las armas nucleares

Sabemos que entre 2010 y 2011 (ya en marcha, pues, las políticas de contención del gasto público debidas, nos dicen, a la necesidad de reducir los déficits públicos) hubo un incremento del 15% del gasto mundial en producción, reparación y mantenimiento de armas nucleares. Es evidente que no hay en absoluto voluntad política de disminuir la capacidad nuclear. De hecho, el número de bombas nucleares disminuye, pero cada vez las bombas son más potentes, más pequeñas y más caras. En el período mencionado, ninguno de los países nuclearmente armados (EEUU, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte) disminuyó la partida destinada al armamento nuclear.

A EEUU le corresponde el 58% del gasto nuclear mundial, el 17% a Rusia y el 7% a China.

Si prestamos un poco más de atención a las previsiones de gasto en armamento nuclear del país que más dinero destina, EEUU, comprobaremos que su gobierno tiene unos planes sumamente ambiciosos para modernizar y reemplazar su arsenal nuclear.

Quizá no es casual que, durante el año fiscal 2013, las seis empresas que encabezan el ranking (que incluye todos los sectores industriales) de empresas adjudicatarias del gobierno federal y que han recibido más dinero en contratos federales, sean empresas donde se fabrican armas nucleares, como parte de su producción.

En marzo de 2010, EEUU y Rusia firmaban el tratado New Start de reducción de armas nucleares (un tratado, por otra parte, no demasiado ambicioso en cuanto a la reducción real del armamento nuclear). Para poderlo ratificar, la Administración Obama necesitaba la aprobación del Senado estadounidense. Para vencer la resistencia del partido republicano, el gobierno tuvo que comprometerse a llevar a cabo una amplia modernización del arsenal nuclear.

Este proceso de modernización y sustitución del armamento tendrá un coste elevadísimo.

A pesar de que el Congreso no ha aceptado de financiar completamente la demanda presupuestaria del presidente Obama, los gastos en armas nucleares han quedado ampliamente excluidos de la tónica actual de austeridad fiscal. Una resolución del año 2011, por ejemplo, contenía una cláusula de excepción para poder incrementar los fondos disponibles para la National Nuclear Security Administration (NNSA). También el Departamento de Defensa (DOD) ha eximido las fuerzas nucleares de la congelación.

Durante los próximos treinta años, EEUU pretende mantener su tríada actual de misiles ICBM, misiles SLBM y bombarderos, pero una parte de los sistemas actuales se sustituirán por otros nuevos. Estas sustituciones se harán entre el 2024 y el 2029, período en que el DOD planea comprar cinco submarinos estratégicos (doce submarinos, según David Alexander, de Reuters), setenta y dos bombarderos de largo recorrido y 240 misiles ICBM. Dentro del programa de mantenimiento, el gobierno pretende modernizar bombas fabricadas hace años, incorporando componentes electrónicos actuales y sistemas de guiado que las hagan más precisas.

Basándose en los planes de modernización y sustitución de la Administración estadounidense, el James Martin Center for Nonproliferation Studies ha evaluado el coste total de las inversiones en el sector nuclear. Estos planes comprometerán a EEUU a un gasto de aproximadamente 1 millón de millones de dólares durante este periodo de treinta años. Los costes proyectados de mantenimiento de los sistemas actuales (incluyendo los programas de ampliación de la vida de las cabezas nucleares) y de sustitución en los tres pilares de la tríada, suman un total comprendido entre 872.000 millones y un millón de millones de dólares durante los treinta próximos años.

Estos cálculos omiten los costos asociados con el desmantelamiento de los sistemas de armas que se retiren. Son unas cifras totalmente coherentes con los cálculos de la Oficina de Presupuestos del Congreso estadounidense, que estiman unos costes de 355.000 millones de dólares para la próxima década.

El Secretario de Defensa ha defendido la conveniencia de este gasto, pero dentro de la misma jerarquía norteamericana hay dudas sobre si se puede afrontar este volumen de gasto. En opinión del general del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, Mark Welch, estos costes piden un “debate muy honesto sobre en que nos podemos permitir invertir.” Una comisión independiente encargada por el Congreso y el Departamento de Defensa declaró el mes de julio que “no es asumible” una nueva generación de misiles, bombarderos y submarinos. Sus diez expertos, entre ellos el ex secretario de Defensa William Perry, se hacen eco de las estimaciones que calculan el coste por encima del millón de millones de dólares.

A la postre, la Administración Obama se llevará el récord en la asignación económica al arsenal nuclear. Dos artículos muy interesantes del New York Times nos lo detallan:

http://www.nytimes.com/2014/09/22/us/us-ramping-up-major-renewal-in-nuclear-arms.html?_r=0

http://www.nytimes.com/2014/11/02/sunday-review/which-president-cut-the-most-nukes.html

Sabemos que entre 2010 y 2011 (ya en marcha, pues, las políticas de contención del gasto público debidas, nos dicen, a la necesidad de reducir los déficits públicos) hubo un incremento del 15% del gasto mundial en producción, reparación y mantenimiento de armas nucleares. Es evidente que no hay en absoluto voluntad política de disminuir la capacidad nuclear. De hecho, el número de bombas nucleares disminuye, pero cada vez las bombas son más potentes, más pequeñas y más caras. En el período mencionado, ninguno de los países nuclearmente armados (EEUU, Rusia, China, Gran Bretaña, Francia, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte) disminuyó la partida destinada al armamento nuclear.

A EEUU le corresponde el 58% del gasto nuclear mundial, el 17% a Rusia y el 7% a China.