I’m going to make our military so big, so powerful, so strong, that nobody — absolutely nobody — is going to mess with us (voy a hacer que nuestras Fuerzas Armadas sean tan grandes, tan poderosas, tan fuertes, que nadie - absolutamente nadie - va a meterse con nosotros). Con estas palabras empieza un vídeo de campaña del ahora Presidente electo, Donald Trump. Queda clara su visión de la defensa y la seguridad: potenciar el ejército estadounidense con más efectivos y más armas. Y con toda probabilidad, con más gasto militar.
La industria armamentística, ¿un valor refugio en Wall Street?
La industria armamentística ha recibido con entusiasmo la noticia de la elección del magnate estadounidense. Lo prueba, las acciones al alza de las más grandes empresas militares desde que se sabe que Trump será el próximo Comandante jefe del ejército de los Estados Unidos de América. Lockheed Martin, la mayor empresa militar mundial, ha subido casi un 6 por ciento desde el cierre del día 8 de noviembre, día en el que Trump salió victorioso, hasta la apertura de la cotización del día 9. Incrementos similares se pueden observar en el resto de empresas de armas más importantes y en el New York Stock Exchange Arca Defense Index (DFI, en azul en el gráfico). El índice que representa 26 empresas de la industria armamentística en los Estados Unidos (entre las cuales Lockheed Martin, Boeing, Raytheon, General Dynamics, Northrop Grumman y L- Communication) subió 6,49% en un día, y casi dos semanas después (25 de noviembre) subió más de un 15%. En comparación, el Dow Jones Wilshire 5000 (el índice total del mercado estadounidense) y el Nasdaq (índice que representa en su mayoría empresas de alta tecnología) no observaban el mismo comportamiento. Las cotizaciones de las acciones de la industria militar es una señal no sólo de que los inversores confían en que el próximo Presidente de los Estados Unidos de América dará apoyo a sus intereses económicos, sino también que la industria armamentística es un valor refugio de la economía ante situaciones catastróficas tal como ocurrió con los atentados del 11 de septiembre, la guerra de Irak en 2003 o la crisis financiera de 2008.
Evolución de la bolsa, 12 de octubre – 25 de noviembre 2016. Fuente: Google Finance.
Un programa electoral a medida para el sector militar
Y es que la industria militar tiene fundamentos para alegrarse. Además del proyecto de construcción de un muro entre los Estados Unidos de América y México, el empresario tiene también la ambición de reconstruir lo que considera un ejército debilitado por la administración Obama. En su programa electoral, Trump prometió construir 350 nuevos buques de guerra y 1200 aviones de combate, invertir en un sistema de defensa antimisiles, además de aumentar considerablemente el número de efectivos. Estas promesas electorales se podrían traducir en la compra de bombarderos de BAE Systems, helicópteros de Boeing, buques de guerra de General Dynamics, F-35 de Lockheed Martin, portaaviones y sistemas de misiles de Northrop Grumman, entre muchas otras opciones.
Pero el supuesto declive de las Fuerzas Armadas estadounidenses que denuncia Trump no refleja ni más ni menos que el periodo posterior a la Guerra Fría, cuando las potencias eliminaron parte de su arsenal, y la bajada de los gastos militares debido a ley Budget Control Act, aprobada por el congreso y firmada por Obama en 2011 para limitar los presupuestos federales (entre los que se encuentra el presupuesto del Pentágono) en respuesta a la crisis financiera. Lejos de tener un ejército de segunda categoría, los Estados Unidos de América tienen ya, y con diferencia, el ejército más grande, más poderoso y más fuerte del mundo, además de la mayor industria armamentística mundial. Según las últimas cifras del SIPRI, Estados Unidos es el país que más gasta en el sector militar (con un 36% de los gastos militares mundiales), tiene la mayor fuerza nuclear mundial, es el primer exportador de armas, y siete de las diez principales empresas militares del mundo son de origen estadounidense.
¿Vuelta al alza del gasto militar estadounidense?
Aun así, Trump anunció que trabajará con el congreso –ahora controlado por sus compañeros republicanos- para presentar un presupuesto a la altura de sus ambiciones militares. Aunque en campaña el Presidente electo prometió financiar su programa militar sin subir el presupuesto de defensa (contaría con los esfuerzos de saneamiento de las cuentas del Pentágono para financiar lo que llama la rehabilitación de las Fuerzas Armadas), parece poco probable que la bajada constante del gasto militar estadounidense empezada con la administración Obama siga ese rumbo, dada la euforia de los valores bursátiles de las empresas militares. Si bien se sabe que las promesas electorales no siempre se formalizan, la situación actual es preocupante. En 2015 los gastos militares mundiales volvieron a subir por primera vez desde la crisis financiera, a pesar de la reducción del presupuesto de defensa de Estados Unidos. Si estos vuelven a subir el efecto a nivel global será considerable ya que, con más de un tercio de los gastos militares mundiales, cualquier cambio en el presupuesto del Pentágono afecta el gasto militar mundial. Supondría pues más producción de armas, más importaciones y exportaciones, y en consecuencia un peligro para la seguridad en el resto del mundo.
I’m going to make our military so big, so powerful, so strong, that nobody — absolutely nobody — is going to mess with us (voy a hacer que nuestras Fuerzas Armadas sean tan grandes, tan poderosas, tan fuertes, que nadie - absolutamente nadie - va a meterse con nosotros). Con estas palabras empieza un vídeo de campaña del ahora Presidente electo, Donald Trump. Queda clara su visión de la defensa y la seguridad: potenciar el ejército estadounidense con más efectivos y más armas. Y con toda probabilidad, con más gasto militar.
La industria armamentística, ¿un valor refugio en Wall Street?