Comunicado de Anticapitalistas ante la situación en Catalunya
1- El 27 de Octubre, cumpliendo el mandato del referéndum del 1 de Octubre en el que participaron más de 2 millones de personas a pesar de la represión policial, el Parlament de Catalunya proclamó la Republica Catalana. En una España con una monarquía sucesora directa del dictador Franco, una República que abre un proceso constituyente es sin duda una propuesta que rompe con el régimen del 78, con sus consensos políticos y con un orden constitucional al servicio de las élites. Esta proclamación se produce en un contexto de amenazas constantes para aplicar el 155 y darle una salida autoritaria a un conflicto que tiene que tener una salida eminentemente política y democrática. De hecho, en los últimos días se había llegado a amenazar con la aplicación del 155 pasara lo que pasara, se hiciera lo que se hiciera. Llamamos a rechazar la aplicación del artículo 155 y a la defensa democrática, pacífica y desobediente de la voluntad del pueblo catalán y su derecho a decidir.
2- Es importante, en estos tiempos de exacerbación de las pasiones patrióticas, definir correctamente los responsables de los hechos. El Partido Popular, espoleado por Ciudadanos, con el apoyo del PSOE y la presión de los aparatos del Estado, tenía decidido aplicar el artículo 155 de la Constitución. El objetivo de esta medida no ha sido otra que imposibilitar un diálogo entre Catalunya y el resto del Estado, criminalizando al pueblo catalán, negándose a abrir la solución del referéndum pactado y justificando el uso de la fuerza para solucionar un problema político. Una medida irresponsable, que busca reorganizar la unidad del Estado en base a relaciones autoritarias.
3- Somos conscientes de que se abren muchas incógnitas e incertidumbres. Narcotizar al pueblo con eslóganes fáciles es propio de una concepción de la política que rehuye el debate democrático y que se considera protagonista de una historia que en realidad protagoniza la gente común. La nueva República Catalana se enfrenta a retos internos que no puede soslayar, en un país en el que un sector importante de la población no se siente representado por el independentismo. El primer reto del proceso es trabajar por suturar esa división, integrando a los sectores populares no independentistas en su proyecto de país, evitando un desagarro social que sólo beneficia a las fuerzas reaccionarias, mientras organiza un movimiento capaz de resistir a la represión del Estado. El proceso constituyente debe servir para ir en esa dirección, integrando demandas de las clases populares que van más allá del tema nacional, que pongan las cuestiones sociales en el centro y que democraticen radicalmente Catalunya.
4- En el Estado Español, vivimos una oleada de reacción compleja. Mucha gente, incluida gente de izquierdas, se siente herida y desgarrada ante los hechos de Catalunya. Si bien es cierto que buena parte de este sentimiento es canalizado por una reacción catalanofóbica, heredera de los peores sentimientos del franquismo, cuando no por la expresión violenta de la extrema derecha en las calle, hay un amplio sector de la población que observa con honesta preocupación lo que ocurre en Catalunya y que apuesta por el diálogo y la negociación, por la vuelta de la política.
Desde nuestro punto de vista, lo que está en juego fundamentalmente es la posibilidad de la gente de decidir su futuro. Si el pueblo catalán sufre una derrota y es aplastado por el PP y sus complices, cuando un territorio, un ayuntamiento, una comunidad, o un sector social decida decidir con voluntad sobre cualquier asunto, será aplastado con la misma lógica con la que hoy el PP y el Estado buscan aplastar a Catalunya. Este es el asunto central, que va más allá del tema nacional y que pone en el centro la cuestión de la soberanía popular: es la gente la que tiene derecho a decidir, esa es la base de la democracia, y la ley debe estar al servicio de la democracia y no al revés.
Por otra parte, hay otras soluciones y formas de relación entre pueblos que superan las tradicionalmente impuestas en el Estado Español. La estrategia de abrir procesos constituyentes tiene como idea central componer un proyecto de sociedad protagonizado por las clases trabajadoras y populares, por las mujeres, por las migrantes, por todas las personas que no tienen hoy el poder político y económico pero que son las imprescindibles. Pero también puede ser un método para resolver los problemas históricos del Estado Español en el terreno nacional, una forma de rearticular las relaciones entre los pueblos en igualdad, en donde desde el respeto al derecho a decidir y a sus resultados, se busque rehacer los puentes de unión que la actual relación impositiva y autoritaria del estado central dinamita, construyendo formas de cooperación y diálogo entre la gente de abajo para construir una sociedad alternativa a la de las élites políticas y económicas. Una oportunidad para construir un nuevo marco de convivencia fraterna que nos permita aspirar no solo recuperar sino también conquistar nuevos derechos sociales y democráticos para las clases populares.
5- Sabemos que la nuestra es una posición difícil en un contexto como este. Por eso nos parece fundamental debatir, dialogar entre las diferentes posiciones democráticas, pero también oponerse a la involución autoritaria que planea el Estado con la excusa (podría haber sido cualquier otra) de la cuestión catalana. Defender al pueblo catalán que va a sufrir la aplicación brutal del 155 no es defender sólo a los independentistas, si no también estar junto a ese 80% de la población que desde Catalunya lleva reclamando un referéndum y una salida democrática a sus demandas y al otro 20% que va a perder su autogobierno. Es defender la posibilidad de una salida democrática frente a las imposiciones del Estado. Es el momento de (re)iniciar la construcción paciente de un proyecto que supere el régimen del 78, capaz de construir relaciones fraternas entre los diferentes pueblos del Estado Español. Las élites se han mostrado incapaces de resolver los problemas del Estado Español; hoy más que nunca, urge recuperar el protagonismo de la política para las de abajo.