“De Luis García Berlanga dijo Franco que era algo peor que un comunista: era un mal español. Él, por su parte, respondía a quienes le comentaban el juicio del dictador que lo malo habría sido que le hubiera tildado de mal director de cine”. Cuentan esta anécdota el historiador del cine y guionista Bernardo Sánchez Salas y la fundadora de la Academia del Cine Español, Sol Carnicero.
También cuentan que Berlanga quiso fundar junto con Fernando Fernán Gómez el Partido Anarquista Burgués Independiente, pero que cuando se les añadió una tercer miembro –no especifican quién– lo disolvieron porque consideraron que ya eran demasiados. Son rasgos que muestran al Berlanga público, la imagen que todos tenemos del cineasta, pero detrás hay otra persona bastante más diferente y contradictoria.
Las anécdotas, que reflejan muy bien el espíritu del realizador, las han contado durante la presentación en Barcelona de la exposición Interior Berlanga, que Sánchez y Carnicero han comisariado para la Fundació La Caixa y que se muestra en la sede barcelonesa de CaixaForum, en Montjuic, hasta el 20 de abril de 2025. La misma, que anteriormente estuvo en el CaixaForum València, ha contado con el asesoramiento de José Luis Berlanga, uno de los hijos del genial director valenciano.
Una nota en el buzón de sugerencias de Fundació La Caixa
Durante la rueda de prensa de presentación de Interior Berlanga, su hijo ha explicado que el proyecto inicial partió de una carta que dejó en el buzón de sugerencias de Fundació La Caixa: “Fue en la época prepandémica, cuando hubo cuatro investiduras en pocos años, lo que propició que no se terminara de llegar a ningún acuerdo sobre quién iba a acoger los fondos documéntales que mi padre había dejado y que obraban en mi poder”.
“Así que dejé una nota en el buzón de sugerencias, que por cierto está en abierto y puede ver todo el mundo, y desde la fundación recibieron bien la idea de hacerse cargo de la gestión, catalogación y digitalización de los archivos de cara a guardarlos en la Filmoteca Nacional”, añade Berlanga hijo, que destaca que “se acordó mostrar en la presente exposición una pequeña parte de lo que constituye el fondo, aproximadamente el 5%”.
Tras el acuerdo, en el que también participó el Ministerio de Cultura, Fundació La Caixa financió la catalogación del ingente material que el cineasta había acumulado a lo largo de su carrera. “No tiraba nada, era un Diógenes”, señala Carnicero medio en broma medio en serio. El hecho es que Berlanga guardaba todo tipo de material que pasaba por sus manos o creaba.
“En esta definición caben sus guiones, algunos carteles de sus películas, como el de Plácido que hizo Summers [película por la que fue nominado al Oscar] o sus poemarios, con poemas notables, pero también cajas de cerillas, tabaco de pipa o palillos de madera que llevaba siempre encima porque era muy supersticioso”, señala Sánchez Salas.
Reflexivo, meticuloso, hipocondríaco y muy supersticioso: el Berlanga íntimo
El historiador, que ganó un Max al mejor guión adaptado por su versión teatral de El verdugo, explica sobre los poemas del autor de películas tan memorables como Calabuig, La Escopeta Nacional o La Vaquilla, que existe una iniciativa para reunirlos en una edición antológica, aunque no ha querido facilitar más detalles.
“Si bien todas sus comedias eran un universo donde lo cómico y lo grotesco se confabulan para derivar en crítica social, Berlanga podía resultar una persona muy reflexiva, profunda y meticulosa”, ha destacado. Por su parte Sol Carnicero, ha desvelado que era “una persona profundamente supersticiosa y cargada de manías, que no soportaba por ejemplo que nadie doblase un papel”. En la muestra puede verse incluso un par de radiografías craneales que se realizó por miedo a padecer alguna enfermedad.
También destaca Carnicero su afinidad por el erotismo –“fue un gran erotómano”, ha dicho la comisaria–, que le llevó a promover junto a la editora Beatriz de Moura (Tusquets Editores) el premio y la colección La Sonrisa Vertical, cuya dirección ostentó durante muchos años.
Además del libro de la colección dedicado al Marqués de Sade, La filosofía en el tocador, en Interior Berlanga también pueden apreciarse algunas novelas eróticas de los años 30 y 40 del siglo pasado que Berlanga coleccionaba, así como muchos de los dibujos eróticos que realizaba, pues era un dibujante compulsivo. Las referencias a los zapatos de tacón, de los que era un enamorado, tampoco faltan.
Una enigmática carta entre los archivos
Otro apartado interesante, más allá del abundante material cinematográfico y epistolar –del que se guarda una carta que le envío el expresidente de la Generalitat Josep Tarradellas cuando Berlanga era presidente de la Filmoteca–, es el de las felicitaciones de Navidad, que él coleccionaba meticulosamente: “Las hay de Jose Luís López-Vázquez, que era un dibujante maravilloso, pero también de mucha otra gente”, observa Sánchez.
Pero lo que más sorprendió al historiador y la fundadora de la Academia del Cine, que estuvieron vinculados profesionalmente en vida a García Berlanga, y que además de comisariar la exposición se han encargado de catalogar todo el material para que posteriormente fuera digitalizado, es que al parecer el artista, al final de su vida, lo ordenó todo en previsión de que los fondos un día fueran a parar a una institución pública.
“Encontamos casi al principio de todo el trabajo de catalogación una caja con una carta que se nos antojó una premonición de Berlanga, o bien un deseo póstumo, sobre el destino de este material; una caja que seguramente fue la última que embaló”, apostilla Carnicero, que asegura que “de ver la exposición de hoy, le hubiera encantado”.
El texto de la citada carta contiene la siguiente frase: “Abrí cajones, saqué de armarios y sótanos viejas cajas de zapatos, mis archivadores favoritos, con casi todos –yo diría que todos– los papeles que pasaron por mis manos ensuciados por poemas, dibujos, diarios, diseños casi mercantiles de la cotización de mis acciones amorosas...”.
Sánchez agrega que “curiosamente, al igual que entre las primeras cajas encontramos la que seguramente sería la postrera, mientras abríamos las del final hallamos una que contenía sus primeros recuerdos”. En el contenido de aquella caja había tabaco de los años 40 y una caja de cerillas de la División Azul, donde Berlanga tuvo que combatir durante dos años para salvar la vida de su padre, que había sido diputado republicano.
“La caja también contenía cartas de Berlanga desde el frente a su familia, donde se pueden leer las terribles reflexiones y experiencias que relata una persona que está en el frente ruso en aquellos años”, exponen ambos comisarios. Preguntado por si aquella experiencia dejó un poso de tristeza en su padre, Jose Luis García Berlanga asegura que antes de morir este le confesó: “Tengo miedo porque la España de ahora [la primera década del siglo XXI, ya que murió en 2010] se parece mucho a la del 36”.
Un cine a medida para la exposición
La exposición contará con un programa de actividades paralelas entre las que destaca la lectura teatralizada del guión de ¡Viva Rusia!, la obra que jamás llegó a llevar al celuloide y que escribió junto a Rafael Azcona, Manuel Hidalgo y su hermano Jorge Berlanga.
Pero quizás lo más espectacular sea el cine en miniatura, con elementos de viejos cines como las butacas, que se ha recreado para la exposición y que se llama Cine Atlántico. En su interior se pueden ver documentales realizados por su hijo que analizan la obra del artista y explican sus claves creativas.
Y para terminar, el escenógrafo Carles Berga ha construido una curiosa falla con elementos de sus películas, como el motocarro de Plácido, una bicicleta, una barca, un ataúd o banderas americanas de decoración. De este modo, los espectadores pueden cerrar el recorrido de Interior Berlanga con la simulación de una cremà purificadora.