Babord, la candidatura que ha conseguido poner de acuerdo a ICV y la CUP

“Teníamos en el Ayuntamiento un concejal de ICV y uno de la CUP que veían que las propuestas que hacían iban en la misma línea y todo lo que hacían uno lo votaba el otro”, explica Martí Casares, militante de ICV en Vilassar de Mar y ahora número 13 de la lista de la candidatura Babord (Babor). Este fue el punto de partida que hace dos años llevó a los concejales de ambas formaciones a plantearse como presentarse juntos, un proceso que terminó yendo más allá.

“Aparte de ir juntos a las elecciones ven que por sí solos no podrán hacer el seguimiento de los ítems del pleno, y en cambio ven que hay una serie de movimientos sociales en Vilassar como el 15-M o el movimiento de escultismo en que hay gente muy cercana que puede compartir muchos objetivos”, explica Pau Arona, el número 8, que no militaba en ninguno de los dos partidos. Así convocaron una asamblea, que se convirtió en Babord para aspirar a ser alternativa en este pueblo de la costa.

Vilassar de Mar es un pueblo de 20.000 habitantes en la comarca del Maresme, territorio convergent. CiU había gobernado con mayoría absoluta desde 1987, hasta que en 1999 el PSC ganó la mayoría y siguió en el Ayuntamiento también después de 2003 –cuando ganó CiU– gracias a un pacto con ERC e ICV, que los ecosocialistas terminaron abandonando. Después de aquella legislatura, los convergentes recuperaron la mayoría absoluta con la que gobiernan el municipio desde 2007. En 2011 la CUP se hizo un lugar en el consistorio con un concejal y se abrió la puerta a este proyecto.

“Una de las potencialidades que tiene este colectivo es que a diferencia del resto que se presentan en Vilassar se lleva trabajando hace tiempo, y no se plantean las elecciones como un hito, sino un escalón más”, asegura Luard Silvestre, que fue cabeza de lista de la CUP las pasadas elecciones. En el encuentro en el que ICV y la CUP convocan los movimientos de la ciudad en el otoño de 2013 los asistentes deciden no plantearlo como una candidatura sino como un actor político para articular movimiento al pueblo. “Finalmente no decidimos presentarnos a las elecciones hasta este julio”, apunta Arona. Mientras, han ido aglutinando colectivos muy diversos de la ciudad, así como personas que habían sido concejales y candidatos del PSC, ahora decepcionados con el partido, u otras que habían impulsado Podemos en el municipio, desencantados con los que se han hecho con el control del círculo.

El de Vilassar es uno de los contados casos en que CUP e ICV se han puesto de acuerdo en una candidatura, después de que empezaran muchos procesos de confluencia siguiendo la propuesta de Guanyem Barcelona que se fueron rompiendo sobretodo por las diferencias entre los dos partidos. La gente de Babord asegura que no fue difícil cerrar un ideario común, y que el punto que podría haber sido más conflictivo era la cuestión de la independencia, pero el hecho de que la agrupación de Vilassar de ICV fuera más bien independentistas facilitó las cosas. “Sabíamos que había gente en Babord que venía de los socialistas y no se declaraban independentistas, pero no queríamos que esto provocara una ruptura, así que apostamos por una acción política independentista, pero aceptamos que hay gente que no es abiertamente independentista”, explica Casares.

A pesar de este proceso de confluencia, en el pueblo también han topado con los enfrentamientos entre las dos formaciones, para su sorpresa. Babord debía sumarse a alguna candidatura supramunicipal –Entesa con ICV o Poble Actiu con la CUP– para que sus votos sumen a la izquierda en el consejo comarcal y la Diputación de Barcelona. La asamblea decidió dejar esta decisión en manos de la dirección nacional de los partidos, porque les era indiferente. “Los partidos nos devolvieron esta decisión, y encima cabreados entre ellos, cuando aquí lo que había era un proceso de empatía”, lamenta Casares. Finalmente la asamblea optó por ir con Poble Actiu, aunque en la lista elegida en asamblea el primer miembro que es militante de un partido –el número 3– es de ICV.

¿Y a qué aspiran? En primer lugar, potenciar la participación. También proponen convertir Vilassar de Mar en un pueblo educador, y que se sume a los municipios cooperativos. La defensa y reivindicación del suelo agrícola será otro de los temas. “La masificación urbanística es un riesgo y una manera de echar el sector agrícola, y nosotros en cambio defendemos la soberanía alimentaria”, explica Arona. Y vinculado al urbanismo, hablan de opacidad. “El gobierno municipal quiso hacer de promotora inmobiliaria y vender pisos de lujo que debían pagar la construcción del mercado cuando ya nadie estaba comprando”, critica Silvestre. “Aquí ha ganado todo el mundo menos el pueblo”, añade. Ahora quieren superar la fuerza que tienen en el ayuntamiento para ir cambiando esta tendencia.