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Barcelona ante la Copa América: acelerón urbanístico, cautela vecinal, superyates y promesas de recaudación

La estatua de Colón, vista desde el Port Vell, epicentro de la Copa América en Barcelona

Pau Rodríguez

Barcelona —

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La Copa América, la regata más famosa y retransmitida del mundo, arranca este jueves en Barcelona. Tras más de dos años de preparativos y una inversión pública anunciada de 70 millones de euros, los esbeltos veleros con sus mástiles de más de 20 metros de altura saldrán a competir en las aguas barcelonesas. Mientras tanto, en tierra, la ciudad, que aceleró la renovación ya prevista de su frente litoral, afronta el reto de garantizar la movilidad vecinal, generar un balance económico positivo e involucrar a una población local ajena a este deporte.

El epicentro de la competición, que en sus distintas fases durará hasta mediados de octubre, es el Port Vell, donde se encuentran las bases de los seis equipos en liza (Francia, Reino Unido, Suiza, Italia, Estados Unidos y el campeón Nueva Zelanda), además del Village para seguir las regatas. Pero hay zonas para fans en distintas playas de la ciudad, el Puerto Olímpico está ocupado por los veleros de las competiciones juvenil y femenina, y los demás puertos deportivos esperan la llegada de los yates de lujo que suelen seguir la Copa América. 

Con las regatas preliminares, entre este jueves y el 25 de agosto, Barcelona da el pistoletazo de salida a un macroevento deportivo, la 37ª Louis Vuitton Copa América, que ha supuesto además el desembarco en la ciudad desde hace meses de cerca de 2.500 personas, entre los equipos (lo que incluye regatistas y personal técnico, así como a veces sus familias) y la organización. Esta última es America’s Cup Event SL, por tradición propiedad del vigente campeón, el Emirates Team New Zealand. 

Qué coste tiene, quién lo asume y cuánto generará

La candidatura de la Copa América en Barcelona recibió el respaldo unánime de las administraciones públicas, comenzando por el Ayuntamiento, por entonces gobernado por Ada Colau, y pasando por la Generalitat y el Gobierno central. Todas ellas defendieron que el impacto sería positivo para la ciudad en términos económicos, sobre todo para el tejido comercial y hostelero, pero también para los negocios vinculados a la náutica y, en definitiva, para relanzar la llamada marca Barcelona. 

El estudio encargado por la Fundació Barcelona Capital Náutica (FBCN), elaborado por la Universitat Pompeu Fabra (UPF) pero nunca difundido en su integridad, arrojó previsiones de impacto económico astronómicas: más de 1.200 millones de euros y la creación de 19.000 puestos de trabajo. Sin embargo no son pocos los que recelan de estas cifras. En primer lugar, por los antecedentes: València, tras acoger la competición en 2007 y 2010, acumuló una deuda de hasta 400 millones. Pero es que también Auckland, la última anfitriona, presentó 90 millones en pérdidas

Además, el grueso de la recaudación asociada a la Copa América se vincula a los visitantes que atrae, muchos de ellos de alto poder adquisitivo. El estudio de la UPF apuntó a 2,5 millones de asistentes –por comparar, la ciudad cerró 2023 con 12,2 millones de turistas–, pero tanto el sector como el propio Ayuntamiento ya han rebajado estas expectativas. 

El principal argumento de las administraciones que respaldan la competición, en especial el Ayuntamiento que lidera Jaume Collboni, es que a diferencia de ocasiones anteriores, Barcelona no ha construido nuevas infraestructuras para la cita. Se ha limitado a acelerar obras ya previstas en mandatos anteriores y a habilitar espacios desmontables. 

Lo que el erario público inyecta a la regata, de forma directa, son 70 millones de euros. Al menos esta es la cifra que dieron Generalitat y Ayuntamiento inicialmente. Solo el canon que se paga a la organización asciende a 54 millones, repartidos entre Gobierno central (18), Generalitat (16), Ayuntamiento (10) y el consorcio público-privado Turisme de Barcelona y la Diputación de Barcelona (6). Este es el desglose que ofrece a día de hoy la Fundació Barcelona Capital Nàutica, que se remite al fin de la competición para detallar las demás inversiones, las destinadas a adecuar los espacios.

Sobre esto último, según el estudio de la UPF la organización asciende a 195 millones, de los que una parte son gastos corrientes que asume la empresa ACE y 118 se consideran inversión del anfitrión. Cabe recordar además que el empresariado de la ciudad, a través del lobby Barcelona Global, puso sobre la mesa 25 millones de euros para avalar el proyecto. 

Entre las facilidades que las administraciones le han puesto a la organización, destacan también las exenciones fiscales. Con un régimen específico al estar considerada Acontecimiento de Especial Interés Público, el Gobierno exime del pago del Impuesto de Sociedades a las empresas vinculadas a la competición y constituidas entre 2022 y 2025, incluidos los equipos y la organización. Se considera que sus empleados, además, no perciben sus rentas en España.

Empujón a las obras litorales pendientes

Si los Juegos Olímpicos de 1992 fueron los de la renovación urbanística del litoral barcelonés, con la Copa América de vela el consistorio quiere vincular de nuevo a los barceloneses con una fachada marítima tomada desde hace años por los turistas. Tanto el Puerto de Barcelona como el Ayuntamiento han acelerado obras pendientes de cara a la cita. 

Solo en el Port Vell, la autoridad portuaria ha invertido 120 millones para renovar muelles, estrenar un autobús náutico para cruzar el puerto, derribar viejas edificaciones y levantar el Edificio Mirador, en la remodelada bocana Norte, que estrena también un nuevo paseo, la Rambla del Rompeolas. 

El empujón se ha notado también en el Puerto Olímpico, que gestiona el Ayuntamiento, y que llevaba años pendiente de remodelar para eliminar las discotecas y pubs que solían ser focos de conflicto. De esta forma, el consistorio ha llegado al evento con las obras terminadas, las nuevas empresas de economía azul ya instaladas en el lugar y un renovado dique de abrigo, de 500 metros de largo, que servirá estos días para seguir las regatas. 

Restricciones de movilidad y quejas vecinales

Con reuniones de coordinación semanales con todos los implicados desde hace meses, el Ayuntamiento espera salir airoso de un evento que también pone a prueba la movilidad de la ciudad y el descontento creciente de algunos barceloneses hacia la masificación, el turismo y los grandes acontecimientos. La última encuesta municipal semestral mostró que el 57% de los vecinos creen que será muy o bastante beneficiosa, pero un nada desdeñable 31% consideraba que lo sería poco o nada. Además, el 22% de los preguntados ni siquiera sabían que se iba a celebrar esta competición este año. 

Para ver cómo reaccionan los barceloneses al evento habrá que esperar. En primer lugar, a que se reanude la actividad laboral. Y en segundo, a que el transporte público y el tráfico no se saturen, en especial en el barrio de la Barceloneta, donde si es necesario se restringirá el paso de coches y motos solo a los residentes. De hecho, más de 11.000 vecinos y trabajadores han tenido que recoger una acreditación por si finalmente se cierra el tráfico en los días de mayor afluencia de visitantes. 

Para poner la venda antes de la herida, desde el consistorio también se quiso compensar los perjuicios de la Copa sobre la Barceloneta con el anuncio de un paquete adicional de reformas, por un valor de 10 millones de euros. Un “retorno social” que pactó ERC con el PSC y que incluye remodelación de calles y aceras y el nuevo carril bici en el paseo Joan de Borbó.

La principal oposición vecinal al evento la ejerce la plataforma ‘No a la Copa Amèrica’, que integran decenas de entidades sociales, ecologistas y de barrio de la ciudad. Decenas de activistas ya protagonizaron en mayo una protesta contra el desfile de Louis Vuitton en el Park Güell, indignados por la cesión municipal de un espacio público en el que no se permiten actividades lucrativas y cuya letra pequeña todavía no se ha explicado públicamente. 

La plataforma ‘No a la Copa Amèrica’ considera que el evento solo favorece a los sectores empresariales y en especial a los turísticos de la ciudad, hoteles y restaurantes. Además, señalan que la llegada de miles de participantes contribuye a tensionar el parque inmobiliario de la ciudad, con alquileres por las nubes. Por ejemplo, en la Barceloneta, la gran mayoría de pisos de alquiler ya son de temporada, es decir, solo para unos meses, y las entidades sociales lo atribuyen en parte a este acontecimiento. 

Atraca el 'superyate' de Sheldon Adelson 

Además de hoteles y apartamentos, quienes también esperan hacer más caja de la habitual con la Copa América son los puertos deportivos. Según la agencia BWA Yachting, Barcelona espera la llegada estos dos meses de más de 200 superyates, como se conoce a las embarcaciones de lujo normalmente de más de 20 metros de eslora. La Marina Port Vell se renovó hace más de una década para albergar 60 amarres de este tipo de embarcaciones. Pero Barcelona también tiene para ellos los muelles de Marina Vela o Port Fòrum. 

Estos días, el inquilino más vistoso es el Queen Miri. Sus casi 100 metros de longitud ocupan buena parte del Muelle de España del Port Vell, entre la base del equipo británico, el Neos Britannia, y la zona del Village. Propiedad del magnate norteamericano Sheldon Adelson, esta embarcación, que incluye 18 suites y una tripulación de 36 empleados, se alquila en temporada alta por 1,8 millones semanales.

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