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Barcelona rebaja sus expectativas de albergar la sede de la Agencia Europea del Medicamento a unas horas de la elección

La UE elige las sedes de EMA y EBA con Bratislava y Fráncfort como favoritas

Carla Benito

Los países que integran la Unión Europea votarán esta tarde qué ciudad acogerá la sede de la Agencia Europea del Medicamento (EMA por sus siglas en inglés). Diversos cargos del Ayuntamiento de Barcelona se dirigen a Bruselas para conocer en primera persona si la capital catalana será la escogida para sustituir a Londres a partir de 2019, tras la decisión del Reino Unido de abandonar la UE. Aunque, Ayuntamiento, Generalitat y Gobierno coinciden en afirmar que Barcelona es la mejor preparada técnicamente, en las últimas horas han reconocido sus dudas sobre el impacto que la situación política puede tener en la decisión final.

Desde primera hora, los responsables políticos han querido hacer un último esfuerzo por la candidatura barcelonesa. Así, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha recordado sus fortalezas: “Hoy en Bruselas la UE escogerá la siguiente ciudad anfitriona de la EMA; el personal de la Agencia votó su candidata preferida meses atrás: Barcelona #BCN4EMA”.

Desde el Gobierno, la ministra de sanidad, Dolors Montserrat, que estará hoy presente en Bruselas, ha declarado que el independentismo no lo ha puesto fácil para que Barcelona sea la sede de la EMA. “Nosotros no hemos abandonado a los catalanes a la suerte del independentismo. La partida aún está en juego”, ha añadido.

La ministra ya se manifestó este domingo a través de las redes sociales con el siguiente mensaje: “Estamos a menos de 24h de que se decida el destino de la Agencia Europea de Medicamentos. Hemos trabajado sin descanso para que Barcelona sea la ciudad elegida, la candidatura mejor preparada. Conseguirla supondrá un cambio exponencial para España. #EMA #BCN4EMA”

En la misma línea, el teniente de alcaldía, Gerardo Pisarello, ha destacado en declaraciones a Catalunya Ràdio que se ha hecho un buen trabajo desde todas las administraciones y que Barcelona es la mejor candidata a nivel técnico. Sin embargo, diversas fuentes de las instituciones implicadas reconocen que los países de la Unión Europea seguirán criterios políticos y no técnicos cuando vayan a votar. Para Pisarello “se harán lecturas políticamente interesadas” a la hora escoger una u otra ciudad de las 19 candidatas existentes.

Pisarello ha recordado que pase lo que pase, “Barcelona no dejará de ser el parque científico y tecnológico que es, pues lleva muchos años trabajando en esta línea”. Junto a Pisarello, también se ha desplazado a Bruselas el hasta ahora teniente de alcalde responsable del proyecto, Jaume Collboni, quien ha abandonado su cargo tras la ruptura del pacto de Gobierno en el Ayuntamiento por parte de Barcelona en Comú.

Los resultados se conocerán en la tarde de este lunes después de una votación secreta en la que participarán los 27 estados miembros de la Unión Europea. Será una votación mediante diversas rondas: en la primera, cada país tendrá que apoyar a las tres candidaturas que considere más cualificadas y, si alguna de ellas consigue los tres puntos de más de la mitad de los países, es decir, 14, se considerará escogida por mayoría absoluta. Si no se da esta situación, los tres aspirantes con más número de votos pasarán a una segunda ronda en la que cada país otorgará un punto a la candidatura preferida. Si alguna de ellas consigue 14 puntos, será la sede. Si no, todavía habrá una ronda final entre las dos ciudades que tengan mayor puntuación de la que saldrá la sede definitiva.

Las ciudades que compiten con Barcelona para acoger una de las agencias comunitarias son Amsterdam, Atenas, Bonn, Bratislava, Bruselas, Bucarest, Copenhague, Dublín, Helsinki, Lille, Milán, Oporto, Sofía, Estocolmo, Malta, Viena, Varsovia y Zagreb. De todas ellas, son Bratislava, Amsterdam o Milán las que suenan como favoritas.

Dudas por la situación política

Han sido muchos los rumores y comentarios que la candidatura de Barcelona ha recibido durante las últimas semanas coincidiendo con la crisis política en Catalunya. El entonces conseller de Salut de la Generalitat de Catalunya, Toni Comín, explicó a finales de septiembre que un informe técnico no preceptivo situaba Barcelona entre las “dos o tres mejores” candidatas. Veía a Amsterdam como la “rival” más difícil.

Las dudas que se han generado alrededor de la candidatura se incrementaron hace sólo una semana a raíz de un artículo publicado en el Financial Times. En él, citando fuentes diplomáticas, se afirmaba que Barcelona habría quedado fuera de la carrera para acoger la sede de la EMA debido a las tensiones políticas internas. Gobierno estatal, Generalitat y Ayuntamiento respondieron reforzando la candidatura con mensajes de apoyo.

La última demostración de fuerza la realizaron los tres últimos alcaldes de la capital catalana. Ada Colau (Barcelona en Comú), Xavier Trias (CIU) y Jordi Hereu (PSC) firmaron un manifiesto conjunto para defender la candidatura. Durante el acto, Trias opinó que albergar la sede sería de gran utilidad para la situación política del Estado, ya que “cuando tienes gente en la prisión y gente fuera del país que no puede volver por miedo a acabar preso, lo mínimo que puedes hacer es un gesto de distensión”.

Barcelona, bien cualificada

Barcelona cumple con todos los requisitos técnicos impuestos por la EMA. Solo el criterio de dispersión geográfica, dado que España alberga ya otras tres sedes europeas, podía restar puntos a la candidatura barcelonesa.

Contar con una sede, como la Torre Glòries, ya edificada era un punto muy positivo para la ciudad. En este sentido, el conseller de Salud cesado, Toni Comín, destacó que otras candidaturas no tenían “un edificio emblemático de la calidad y la potencia simbólica de la Torre Glòries” y que éste era “extraordinario desde el punto de vista funcional”. El conseller también consideraba que la ley de la Agencia Catalana de Medicamentos y Productos Sanitarios que el ejecutivo aprobó a principios de agosto fortalecían la candidatura.

A grandes rasgos, las instituciones europeas fijaban cinco requisitos. El primero era contar con capacidad para alojar la actividad de la agencia –la sede de Londres tiene 27.000 metros cuadrados e incluye salas de conferencias y un auditorio– y su puesta en marcha dentro del plazo que dure el Brexit.

El segundo, la accesibilidad y la buena conexión de la sede, puesto que los viajes derivados de la actividad de la agencia son muchos al año y desde muchos países. El tercero y el cuarto tenían que ver con las condiciones para los trabajadores. Por un lado, la existencia de equipamientos escolares para sus hijos (648 niños y niñas, la mitad de los cuales tienen entre 3 y 11 años). Por otro lado, la sede debía tener “un acceso apropiado al mercado laboral, seguridad social y asistencia médica” tanto para los hijos como para las parejas de los trabajadores. El último requisito tiene que ver con la continuidad del proyecto iniciado en 2016.

Según cifras de 2015, la EMA cuenta con cerca de 900 trabajadores cualificados y mueve alrededor de 36.000 visitantes al año, entre científicos, profesionales sanitarios o de la industria del medicamento. Es por eso que a esta agencia, uno de los muchos organismos descentralizados de la Unión Europea, no le faltan, precisamente, pretendientes.

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