Text íntegre del pregó de Javier Pérez Andújar
Moltes mercès, alcaldessa. Bona tarda, bonsoir, buenas tardes y felices fiestas de la Mercè a todas las autoridades, a toda la gente sin autoridad y a todos los desautorizados en general.
Y felices fiestas de la Mercè a Barcelona, que este pasado diciembre ha sido nombrada por la UNESCO: Ciudad de la literatura.
Y por tanto felices fiestas de la Mercè a las mujeres y a los hombres que se rascan el bolsillo y por eso leen libros de bolsillo, y que todavía leen periódicos de papel y revistas con grapas, cuentos de hadas, enciclopedias ilustradas, cómics de superhéroes y novelas gráficas, cartas de los bancos, fanzines, flyers de antros clandestinos, folletos y prospectos, fascículos coleccionables, panfletos redentores, opúsculos eruditos y mamotretos de amigos (son los peores).
Que escriben por encargo o sin que nadie se lo pida, que publican lo que escriben o que se lo guardan para sí mismos, que luchan por publicar, y sienten que es una encerrona que no tiene salida, que traducen inmersos en el ritmo del teclado, que corrigen con las yemas de los dedos manchadas de tinta, que maquetan como los gatos, con un ratón en la mano.
Que editan en las mesas de los restaurantes y cuando eligen a la carta se refieren a la carta de despido, que van a la oficina del agente literario con gabardina de agente secreto, que cuando imprimen causan muy buena impresión, que encuadernan, que distribuyen... y reparten en todos los sentidos.
Que leen en sus casas y en las bibliotecas públicas y se pasean el día de Sant Jordi, que retransmiten por twitter todas las presentaciones, que salen en las fotos de todos los premios literarios, que compran y venden libros en las librerías, en las papelerías, en ferias y mercadillos, en las estaciones de tren y en los aeropuertos.
Que guardan retratos de Mary Santpere y de Cassen, y que coleccionan novelitas de kiosco.
Y felices fiestas de la Mercè a las escritoras y escritores que tuvieron que renunciar a su identidad para poder publicar esas novelas populares. Que fueron obligadas y obligados a prescindir de su nombre verdadero, y entonces se llamaron para la literatura nacida de Barcelona:
Curtis Garland, Silver Kane, Frank Caudett, Peter Debry, Marcus Sidereo, Clark Carrados, Ralph Barby, Lou Carrigan, Mortimer Cody...
Nombres de gente de nuestra ciudad.
Y felices fiestas de la Mercè a las escritoras que no sólo fueron obligadas a renunciar a su propio nombre sino que además fueron condenadas a ocultar su condición de mujer, pues encima tenían que ponerse seudónimos masculinos. Eran escritoras de género en todos los sentidos.
Mujeres de Barcelona que escribían novelas de ciencia ficción. Como Maria Victòria Rodoreda, que nació en el Berguedà, pero esto no importa porque cuando lo hizo era muy pequeña.
Maria Victòria Rodoreda..., que firmó sus novelas de fantaciencia, del Oeste, de espionaje y de terror empleando un montón de seudónimos, un montón de firmas, todo..., excepto su propio nombre.
Y felices fiestas de la Mercè a las mujeres de Barcelona, como Purita Campos, que estudió en la Llotja y dibujó las historietas más leídas en todo nuestro mundo, y por eso su serie se titulaba Esther y su mundo.
Felices fiestas a toda la gente de Barcelona que ha entregado lo mejor de sí misma, dando todo lo que amaba y todo lo que sabía hacer para que los kioscos rebosaran de aventuras, para que en la vida hubiese un lugar donde poder sentarse a leer un rato.
A la gente que ha hecho tebeos y revistas de historietas, y a los kiosqueros y a las kiosqueras que las han colgado con pinzas de la ropa, porque la lectura se tendía en los kioscos, y por eso Italo Calvino decía que había que leer tendido.
Barcelona es la ciudad de los kioscos y la ciudad de las revistas.
Ahora, los pocos kioscos que han sobrevivido al cambio climático (el único cambio real que se ha producido en los últimos tiempos) van cayendo uno a uno. Ahora, los kioscos de las Ramblas apenas venden revistas, ni periódicos, ni mucho menos libros; no muestran lo que dice la ciudad, sino que enseñan una imagen tronada de la ciudad dentro de un llavero, o decorando un cenicero. Les llaman recuerdos, pero son lo primero que se olvida en las papeleras de los hoteles.
El kiosco ha sido la memoria del pueblo, el kiosco ha sido la librería del pobre, el kiosco ha tenido pegada a su chapa la autenticidad de la calle.
Felices fiestas de la Mercè al kiosco de plaza Castilla con Tallers, que mantuvo hasta que pudo el toldo con el logotipo de 'El Papus' frente al edificio donde estaba la revista. En su toldo verde con flecos, como de alfombra voladora, había grabada una escena de esa historia bestia y sangrante de Barcelona.
Aquellos dibujantes satíricos, Ivá, Já, Usero, l’Avi, Óscar, Gin..., el equipo de 'El Papus' haciendo humor político y neurasténico a todo trapo y la bomba que les puso la ultraderecha y que se llevó la vida de un conserje. Dejadnos reír en paz.
Barcelona, la ciudad de los kioscos y de los papeles pasajeros:
l’'Esquella de la Torratxa', 'El Be Negre', 'Mirador', 'Cairo', 'Star', 'Por Favor', 'Ajoblanco', 'El Viejo Topo', 'Mientras Tanto', 'Serra d’Or', 'Fotogramas', 'Casablanca', 'L’Avenç', 'Destino', 'Camp de l’Arpa', 'El Ciervo', 'Quimera', 'Archipiélago', 'Barrabás', 'Vibraciones', 'Rockdelux', 'Ruta 66 - Popular 1', 'Tretzevents', 'Cavall Fort', 'Mata Ratos', 'Lily', 'Mortadelo', 'Tío Vivo', 'Din Dan', 'Tele/Estel', 'Karma 7', 'Butifarra!', 'Interviú', 'Makoki', 'Cimoc', 'Creepy', 'Vampus', 'El Jueves', 'Super Pop'..., 'Pulgarcito'.
Felices fiestas al Gordito Relleno, que salía en el 'Pulgarcito'. El Gordito Relleno representaba al buenazo metepatas. Otra manera de ser barcelonés.
Y felices fiestas de la Mercè a su creador, el barcelonés Josep Peñarroya, que nació en Forcall, Castellón.
Peñarroya murió hace muchos años; pero se le pueden dejar unas flores o unos lápices de colores en el cementerio de Sant Andreu. Sobre la lápida tiene grabado el famoso recuadro con que firmaba sus páginas, y también hay una inscripción que dice: “Josep Peñarroya, Ninotaire”.
Felices fiestas de la Mercè a los ninotaires y dibujantes, a los hombres y mujeres que entintaron historietas, las colorearon y las rotularon dejándose la vista a cambio de un sueldo miserable, gente de Barcelona creando cultura popular.
Por ejemplo, la cultura popular de Bruguera, que recorrió la ciudad, y la bola del mundo entera, abordo de las furgonetas de reparto que bajaban por las laderas del Coll desde lo alto del barrio de Gràcia, donde tenía su sede.
La factoría Bruguera, buque insignia de la cultura popular barcelonesa, y buque insignia de la explotación del hombre por el hombre y de la lucha del creador por defender sus derechos de autor.
La cultura popular en Bruguera nacía de la explotación del trabajo y de la felicidad de la lectura. Como toda la cultura popular.
Felices fiestas de la Mercè a las guionistas y escritoras, y a los guionistas y escritores, como por ejemplo Víctor Mora, que fue el padre del Capitán Trueno, de Jabato, del Corsario de Hierro.
Antifranquista, comunista, exiliado, escritor, traductor, y toda esas cosas que sabe hacer la gente de Barcelona.
Felices fiestas a Escobar. Digo a Josep Escobar, que se crió en Granollers, y digo a Manolo Escobar, que se crió en Las Norias de Daza (un barrio de El Ejido); pero esto último no importa, porque, cuando lo hicieron, ambos eran muy pequeños. Hay muchas formas de ser de Barcelona, y cada Escobar lo es a su manera.
Manolo Escobar llegó sin nada del pueblo y se hizo multimillonario cantando villancicos y pasodobles, y tiene ahora, en el barrio de la Salut, en Badalona, en la misma calle donde vivió, una estatua de tamaño natural (el tamaño natural es al tamaño lo que el yogur natural al yogur).
Por su parte, Josep Escobar llegó sin nada de una guerra y de sus cárceles, y también se hizo millonario, pero de lectores. Dibujó, entre otros personajes, a Zipi y Zape, a Petra y a Carpanta, el pobre más hambriento del mundo, y no tiene ninguna estatua pero sí que le dedicaron una calle... en Granollers.
En Barcelona, Josep Escobar vivió en el barrio de Sant Gervasi, cerca de la parroquia de los santos Gervasio y Protasio, y por eso el amigo de Carpanta se llama Protasio. También hubiera estado bien que Carpanta se llamara Gervasio.
Felices fiestas de la Mercè a la familia Cebolleta. Saldrán de los tebeos de Barcelona un montón de palabras que todo el mundo va a utilizar. Saldrán de Bruguera expresiones tan conocidas como: “contar batallitas igual que el abuelo Cebolleta”, que es lo que hacía ese personaje de Vázquez.
Manuel Vázquez, que, como su propio nombre indica, nació en Madrid, pero esto no importa porque cuando lo hizo era muy pequeño. Sin el gran Vázquez nos hubiéramos perdido en Barcelona ser legendarios en la parte canalla de los tebeos.
Bueno, luego vinieron los del Víbora. Nadie como ellos dibujó y contó la dureza de la Barcelona de los años ochenta. Al final, acabaron haciendo de cartelistas por toda la ciudad. ¡Ojo! Que no he dicho carteristas. Me refiero a que acabaron dibujando los carteles de las fiestas de la Mercè. El cartelismo es uno de los más bellos oficios del mundo.
Felices fiestas a la palabra tebeo en persona, que nació en un taller litográfico de la calle de Enric Granados. El año que viene se cumplirá el primer centenario de este gran acontecimiento.
Y por supuesto, feliz Mercè para la señora Rosa Segura, vecina del Guinardó, que fue secretaria de redacción de la revista TBO y que con mucho esfuerzo se autoeditó un libro con sus recuerdos, la memoria de aquellos dibujantes, de sus lectores, y de los suscriptores que llamaban a la redacción. Después, una pequeña editorial de aquí se lo rescató, y lo publicó con más medios y mayor distribución. Así es la gente de Barcelona.
Felices fiestas de la Mercè a José Cabrero Arnal, el dibujante que creó Pif, el perro más popular del cómic francés. José Cabrero Arnal nació en Huesca, y de joven también fue vecino del Guinardó... hasta que estalló la guerra.
Entonces defendió a la República, pero perdió, tuvo que huir y se convirtió en un refugiado, luego lo encerraron en el campo de exterminio de Mauthausen, y allí sobrevivió dibujando caricaturas pornográficas para sus guardianes nazis y cuando le liberaron pasó el resto de su vida en el exilio. Dibujar es algo muy serio.
Felices fiestas a la Familia Ulises. Una familia de abuela y perro, y con coche para ir de veraneo. Siempre gente de Barcelona. Pero es que Barcelona está hecha de su gente.
Y felices fiestas a su creador el dibujante menorquín Marino Benejam.
Y, no faltaría más, feliz Mercè al señor Josep Maria Blanco, que continuó dibujando la Familia Ulises cuando se retiró Benejam, y que nunca quiso firmarla por respeto a su maestro. Este año Blanco, ha cumplido los 90, y fue galardonado con el Gran Premio del Saló del Còmic.
Blanco con su bigote blanco, de antiguo señor de Barcelona.
Barcelona lo ha sido todo: desierto y Avenida de la Luz, rosa de fuego y llanto de pasión, la piel fría y la piel quemada.
Toda Barcelona está metida en sus tebeos. Nos la han mostrado sus repartidores de furgoneta como Manolón conductor de camión, creación del dibujante Raf, otro señor de Barcelona.
Los periodistas de Barcelona están en el repórter Tribulete de Cifré padre, y los señores con gafas y sombrero están en los dibujos de Cifré hijo, y las señoras de negro en doña Urraca de Jorge, y los señores de negro en las aventuras de Ot el bruixot de Picanyol, y sus guardias urbanos en las viñetas de Coll, y sus terrados en las viñetas de Ibáñez, y sus bares populares en la taberna galáctica de Beà, y los cuñados holgazanes y los solterones de mucho porte en Segura, y las chicas modernas con tocadiscos en Nadal, que ha muerto este año, y las pollerías y hueverías, con perdón, en Anarcoma de Nazario, y el mogollón de la gente en las multitudes de Opisso.
Gente de Barcelona buscándose la vida y metiéndose en líos, porque a la ciudad se viene a eso y no a estarse quieto. Podremos estar parados, pero nunca quietos.
Y si no, que le pregunten al inquieto Onofre Bouvila por qué vino a la ciudad de los prodigios.
Barcelona es una ciudad escrita con la caligrafía de los sueños, con las letras que salen del humo de las fábricas, tallada con diamante en cada una de sus plazas sobre las que vuelan los pájaros de Bangkok. En cada pensión de la ciudad, un Sinatra ha derramado whisky sobre su amigo muerto.
Felices fiestas de la Mercè a la Barcelona con garras de astracán. A los reyes olvidados en la primera memoria. A los bardos en sus taifas. Barcelona inmersa para siempre en el tiempo de las cerezas, en las baladas del dulce Jim. Por todas las calles de Barcelona se ha bailado la conga que lleva al triunfo. Barcelona, ciudad de caballitos y de mamíferos.
Barcelona es la ciudad de los libros. Los libros reclamando su derecho eterno a la lectura en los puestos del mercado de Sant Antoni o amontonados en el suelo de los Encants.
Barcelona es una ciudad donde las editoriales nunca mueren. Como la vieja Montaner i Simon, cuya sede acabó convertida en sede de la Fundació Tàpies igual que un rayo que no cesa. Barcelona, acantilado de la edición contra el que van a romper generaciones de lectores, oleada a oleada.
Leer en Barcelona es de pobres. Los salones de lectura en las noches de Barcelona, la tele encendida mientras los compañeros del metal afinaban su 'heavy metal' en los barrios, y los compañeros de la madera nos contemplaban desde la otra acera de Via Laietana. Barcelona layetana, país de los lacetas con un zoo de papel infantil en el corazón del barrio chino.
Felices fiestas de la Mercè a las piedras de la calle Llibreteria. Barcelona es una ciudad de libros desde el principio de su historia, por eso, en su antiguo casco gótico, una calle lleva el nombre de esta pasión congénita.
Y también felices fiestas a la calle del Call, en la vieja judería, donde estuvo la imprenta de Sebastià de Cormellas, que es la que dicen que inspiró a Cervantes para escribir el encuentro de don Quijote con el impresor barcelonés.
Y felices fiestas a los sabios, al profesor Martí de Riquer afirmando muy serio que no hay más cera que la que arde.
Cervantes ardiendo en la noche de la escritura con la frente descansando sobre su mano.
El encuentro entre don Quijote y su impresor tuvo lugar, cuenta Cervantes, cuando paseando por las calles de la ciudad:
“alzó los ojos don Quijote y vio escrito sobre una puerta, con letras muy grandes: Aquí se imprimen libros”.
Pero ¿qué explica Cervantes que se encontró el buen hidalgo manchego en dicha imprenta de Barcelona? Pues ¡que estaban imprimiendo una edición pirata de sus andanzas! Siempre ha sido así. La piratería. Los piratas.
Barcelona, ciudad de piratas asaltada desde el aire por un tropel de ondas pirata.
Feliz Mercè a Radio PICA, a Ona Lliure, a La Veu Impertinent de la Verneda, a Radio Bronka, a Contrabanda... Los escritores y los locutores son gente de voz y de palabra. Barcelona, ciudad de cerca de tres millones de voces, que corean “¡Van a por nosotros!” citando a los clásicos polipoéticos.
Felices fiestas a la voces de la calle y a los altavoces de los cines retumbando en la oscuridad. A la voz inmortal de Constantino Romero vibrándonos en el pecho, haciéndonos sentir como un Clint Eastwood, o como un replicante en la lluvia o como un Darth Vader que va a volver en metro a su galaxia.
Una voz doblada es una voz de reestreno. En Barcelona hemos sido en los barrios carne de reestreno. Constantino Romero, otro señor de Barcelona, que nació en Albacete, pero esto no importa porque cuando lo hizo era muy pequeño.
Constantino Romero nos fue arrebatado por la ELA, una de las más terribles enfermedades. Las llaman enfermedades raras, pero lo raro es la falta de ayuda para luchar contra ellas. La voz de los cines llegando desde el más allá hasta nuestras vidas de sesión continua. La sesión continua de vivir en los barrios de Barcelona.
Los bloques, los túneles, las plazas. La gente de los barrios construyendo el estado de bienestar con sus propias manos porque para algo eran mano de obra. Felices fiestas de la Mercè a todos ellos.
Obreras y obreros, modestos comerciantes, maestros de escuela... Mujeres y hombres convirtiendo un descampado en un ambulatorio con la fuerza de la lucha vecinal, que se enfrentaron a las excavadoras, que cortaron las calles con la misma decisión con que en verano se corta una barra de helado...
Trabajadoras y trabajadores, la gente de Barcelona que tras agotarse en las cadenas de montaje, en el rugir de las fábricas..., sacaba fuerzas de su propia pobreza para convertir la vida en democracia. No los olvidamos.
Los solares, las ratas corriendo, los charcos quietos, las vías del tren, los polígonos, la política clandestina en la trastienda de alguien que tiene una ferretería, la camisa gris con el nombre de la fábrica grabado en el bolsillo, el bocadillo en la mano.
Las obreras y los obreros de Barcelona cuando alzaban el puño levantaban el bocata porque uno es sólo lo que es. Su manera de andar, su trabajo, su bocadillo. Barcelona, ciudad de tebeos y de fábricas, ciudad así de diferentes tipos de bocadillo.
Felices fiestas a los perros callejeros de Barcelona. A la banda de los Correa, a la banda de los Cadenas. A la Barcelona sin suerte, sin derecho a la suerte. La gente encerrada en el talego de Can Brians, de Cuatre Camins, de Wad-Ras, de la Modelo, a quienes cuando empezaron los recortes de esta maldita crisis lo primero que les recortaron fue la merienda que les daban y encima les subieron los precios del economato.
La rabia de Barcelona, el rock and roll, el punk de Último Resorte, Desechables, Sentido Común, Frenopàticss, Desperdicis Clínics, l’Odi Social...
Felices fiestas de la Mercè a las chavalas y los chavales que se despellejaron vivos para que Barcelona fuese también una ciudad punk, y ahora el punk es un reclamo para exposiciones, y ellos viven (los que aún quedan) a la sombra de una historia, la suya propia, de la que se les ha expulsado. Ya no les dejan ni tocar en la calle.
El rock and roll de los barrios. La peña de los barrios de Barcelona escuchando a la Banda Trapera del Río a toda castaña.
Los bloques verdes, las tres chimeneas, la planta asfáltica del Verdum, paisajes de civilizaciones desaparecidas que nunca van a estar entre esos recuerdos de la ciudad que se venden en las Ramblas, pero que no hay manera de olvidar, no olvidamos porque sería traicionar a quienes se jugaron la vida en la calle, en el trabajo, en las huelgas, y la perdieron.
La calle de Manuel Fernández Márquez, que atraviesa todo el litoral de Sant Adrià de Besòs frente a la fábrica donde fue asesinado por el franquismo. El Llobregat. El Besòs. La Barcelona de los ríos y la Barcelona de los Rius. Otra saga.
Por mucho que ahora quieran desmantelar estos paisajes de la memoria obrera, la gente de Barcelona no se va a dejar desposeer del derecho a ser de Barcelona cada cual a su manera.
Desde el más discriminado de los barrios hasta las residencias más privilegiadas, toda la gente de Barcelona cabe en Barcelona.
Felices fiestas de la Mercè a la gente de Barcelona que quiere serlo pero no la dejan y la segregan y la hacinan en un Centro de Internamiento de Extranjeros, y a quienes en vez de alfombra en casa tienen manta en la calle.
Toda la gente de Barcelona cabe en los barrios de Barcelona. Los barrios de Barcelona desfilando al son de la rumba catalana de Gato Pérez, que nació en Buenos Aires, pero esto no importa porque cuando lo hizo era muy pequeño.
Los barrios de Barcelona tocando las palmas y señalándose a sí mismos cuando los nombra el Gato en el estribillo de su Rumba de Barcelona, que dice así:
“Somorrostro, Bon Pastor,
Hostafrancs, la Guineueta,
Sans, Carmelo, Guinardó,
Poble Sec, Barceloneta.
Meridiana, Hospitalet,
Sant Adrià, Verdum, Roquetes,
Valle Hebrón, Les Corts, Sagrera,
Horta, Coll, Trinitat Vella.
Camp de l’Arpa, Montjuïc,
Born, la Mina i Sant Andreu,
el Morrot per allà Can Tunis,
Zona Franca i Poblenou,
Santa Eulàlia, Casc Antic,
Clot, el port i la Verneda.
I Gràcia rei de tots els barris, de la festa i del sabor“.
No se dejó ni un barrio el Gato..., y si se lo dejó está ahora mismo aquí. Así que sólo me falta despedir el pregón diciendo:
Barceloneses del mundo, ¡uníos! Visca la festa major!