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Un centenar de bares del Raval ponen la interculturalidad 'sobre la mesa'

Jordi Molina

Barcelona —

En el barcelonés barrio del Raval se hablan más de 200 lenguas y hay más de 75 celebraciones de diferentes orígenes culturales y religiosos. Estos dos datos, y muchos más que redundan en la riqueza de vivir en una realidad culturalmente diversa, forman parte de la información que, desde este diciembre, se puede encontrar en el mantel de los bares y restaurantes de este pequeño ecosistema de Barcelona, que se resiste a sufrir los estigmas vinculados a los conflictos sociales.

Coincidiendo con las fiestas navideñas y con el mensaje Juega a descubrir las culturas del Raval, la iniciativa tiene en los restauradores los principales protagonistas. Un hecho habitual en el Raval, donde el tejido comercial está estrechamente comprometido en difundir “la cara menos conocida del barrio”. Así lo explica Josep M. Nebot, presidente del Eix Comercial del Raval, que confiesa “estar harto” de escuchar hablar mal de un barrio “donde cada incidente, por pequeño que sea, se magnifica”. “Tenemos más de un 50% de inmigración y podemos presumir de una convivencia ejemplar, cuando en otros lugares, en condiciones menos extraordinarias, hay muchos más conflictos”, explica.

El compromiso de los restauradores y comerciantes del Raval, sin embargo, contrasta con otros sectores económicos y comerciales de Barcelona, que no han tenido la misma sensibilidad a la hora de abordar la situación de otras realidades vulnerables, como es el caso del conflicto con los manteros. En una entrevista concedida a este medio, el secretario general de la Confederación de Comercio de Catalunya, Miguel Ángel Fraile, cargó con dureza contra los manteros, a los que tildó, sin matices, de “delincuentes”. Unas palabras que el Espai de l'Inmigrant, colectivo que apoya a los manteros, se ve como una muestra clara del “racismo invisible que existe en nuestra sociedad”.

“En el Raval, afortunadamente, tenemos unos restauradores muy sensibilizados con el barrio”, reivindica Iolanda Fresnillo, directora de la Fundación Tot Raval, entidad que trabaja en la cohesión social del barrio y que ha participado en la iniciativa. Fresnillo valora “muy positivamente” la apuesta por los manteles interculturales, que contribuyen a hacer del Raval “un territorio socialmente responsable”. Y es que también en Navidad, el tejido asociativo del barrio ha puesto en marcha una serie de iniciativas de consumo sostenible y economía solidaria, como un alumbrado artesano o bolsas ecológicas mediante el empleo de proximidad.

En los más de 150.000 manteles de papel que se han repartido entre un centenar de establecimientos, los clientes ven representado una especie de juego que les invita a descubrir el Raval y a hacer barrio, así como donde poder ir a comprar. Y, además, sirve para desmitificar algunas de las leyendas urbanas que en algunos casos han arraigado producto del desconocimiento. “Es falso que los negocios regentados por personas de origen inmigrante actúen fuera de la normativa y tengan facilidades fiscales”, argumenta Nebot.

El Raval, antes y después del 24-M

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En el gobierno de Ada Colau existe la convicción de que el anterior equipo municipal “no hizo lo suficiente” para reivindicar el Raval como un barrio digno. “Nos hemos encontrado con un tejido social y comercial activo e implicado, que contrasta con el abandono de la administración”, explica la concejala de Ciutat Vella, Gala Pin. En base a este diagnóstico, el Ayuntamiento ha apoyado la iniciativa que, tal y como remarca Pin, “nace del vecindario, nosotros sólo lo hemos acompañado”.

En el pasado, el mismo tejido social del barrio Raval, había hecho de su actividad asociativa una crítica constante al gobierno de Xavier Trias. De hecho, incluso se habían hecho performances y parodias del alcalde y la entonces concejala del distrito, Mercè Homs, más conocida en el zona como Mercè Fongs. El colectivo Putas indignadas o las asambleas de barrio de la zona habían condenado las actuaciones policiales que, según alertan a este medio, todavía hoy sufren.

Pin, que admite que aún colea el estigma de barrio conflictivo, pone en valor la riqueza y el trabajo de las entidades que, en el caso del Raval, mantienen la exigencia hacia la administración a pesar del cambio de gobierno. De hecho, la Fundación Tot Raval se lamenta la “prisa” con que se ha impulsado la inicitiva de los manteles. “Entidades y restauradores deberíamos haber jugado un papel más protagonista para garantizar que los manteles se repartan y no queden arrinconadas”, lamenta su directora, que pide más previsión y tiempo para permitir que los comercios “se hagan suya” la iniciativa.