Gala Pin (Valencia, 1981) es uno de los perfiles más activistas del gobierno de Barcelona en Comú. Era una de las personas de referencia del movimiento vecinal de la Barceloneta. Ahora se enfrenta al barrio desde el otro lado, como concejala del distrito de Ciutat Vella, de los más complejos de la ciudad, especialmente por la presión turística. Pin presentó a principio de agosto un plan para convertir pisos turísticos ilegales en vivienda social. Aunque confía en la medida, sabe que no es la única solución que necesita una problemática que lleva años denunciando desde la calle y reclama la implicación vecinal.
El tema de los pisos turísticos es uno de los que más ha trabajado como activista. Ahora con el reto de afrontarlo desde la institución han propuesto cosas. ¿Cómo valora estas primeras medidas?
Queda mucho trabajo por hacer. Esto es fruto de un modelo global que estaba totalmente fuera de control, y darle la vuelta pasa por que los agentes económicos entiendan que debe haber un liderazgo público. No será fácil ni lo conseguiremos en uno o dos meses. Sobre todo no lo conseguiremos sin la implicación vecinal. Lo que sí hemos hecho es ponernos a trabajar nada más llegar. Anunciamos en agosto las tres medidas que hemos puesto en marcha: notificar a las plataformas que nos tienen que dar los datos de los apartamentos turísticos que están ofreciendo sin el número de registro de la Generalitat, convertir los apartamentos turísticos ilegales en viviendas sociales si los propietarios se quieren acoger e impulsar una campaña de comunicación con los turistas para buscar su complicidad, pensando que el turista es alguien que tiene derechos y deberes cuando viene a visitar Barcelona. Si las plataformas no nos dan los datos procederemos a multarlas, y pronto se acaba el plazo. Dicho esto, queda mucho más, porque las medidas que se puedan adoptar a nivel de apartamentos turísticos no deben ir aisladas sino que deben estar dentro de un paquete global.
¿Y qué hay en este paquete global?
Hasta ahora hemos suspendido el otorgamiento de licencias turísticas y hemos creado el consejo del turismo, pero tenemos que hacer mucho más. Por un lado, para recuperar viviendas, y por el otro, y esto es una vía que va más lenta, para operar en la capa digital en estas plataformas. Más allá de interpelarlas y proceder a multarlas si no nos dan los datos, el Ayuntamiento debe poder conseguir estos datos. Y hacer ver a estos agentes económicos que esto está enmarcado dentro de una legislación vigente y que deben devolver el beneficio a la ciudad, sobre todo algunas plataformas que sacan grandes beneficios de la explotación turística. También necesitamos mecanismos de colaboración entre la administración y los vecinos para detectar de manera más rápida estos apartamentos turísticos. En barrios como la Barceloneta eso ya se da, porque tienes una población muy activa y una comunidad cohesionada a pesar de todas las agresiones que recibe. En otros lugares del distrito, como en algunas zonas del Raval, el Gòtic norte o el Born, encontrar estos mecanismos cuesta más. Y las medidas que hemos aprobado hay que irlas revisando para que sean medidas dinámicas y puedan adaptarse a la realidad.
Plataformas como Booking ya han dado respuesta.
Booking anunció que retiraría los apartamentos turísticos que no iban acompañados de número de registro, cosa que nosotros atribuimos sobre todo a la movilización vecinal que lleva años diciendo que hay un problema en esto, y también a la acción de gobierno anunciada. Pero tenemos Airbnb y casi una veintena de plataformas más operando en el resto de la ciudad. Aunque Airbnb y Booking concentran la mayor parte de la oferta, lo ideal sería que todas hicieran lo que ha hecho Booking, y que tampoco buscaran una trampa por detrás. Si no lo hacen por su voluntad, deberemos inducirlos como administración.
Hay quien dice que estas medidas van contra la economía colaborativa.
Poner Booking y Airbnb dentro del paraguas de economía colaborativa es un poco tramposo, y es no entender las raíces de la economía colaborativa. En realidad estamos hablando de grandes empresas que se valen de una herramienta tan potente como es internet, que es un espacio de libertad y de nuevos modelos económicos, para hacer grandes beneficios. Esto no es economía colaborativa tal y como se debería de entender. Otra cosa sería que reguláramos un espacio de home-sharing donde no hay un intercambio económico. Aquí, más allá de aquella gente, o generalmente aquellas empresas, que alquilan sus pisos, tenemos una plataforma que finalmente es la que hace de intermediario. El Financial Times valora Airbnb en 24.000 millones de dólares. Esto de colaborativo tiene poco.
Sin embargo, en la Barceloneta tenemos unos vecinos con los que os manifestabais hace un año que están descontentos con la gestión.
Aquí hay dos cuestiones. Por un lado, vista la composición del pleno municipal, yo creo que es necesario que los vecinos de la Barceloneta continúen movilizados, que continúen señalando un problema que tienen en el barrio. Creo que sus movilizaciones no son un mensaje sólo hacia el gobierno, sino también hacia los partidos de la oposición y todos aquellos que se preocupan por la ciudad. Por otra parte, ellos decían que estaban enfadados por la comunicación que habían tenido con el Ayuntamiento. Esto se puede mejorar, y de hecho habrá cosas que haremos mal y tenemos que irlo mejorando a medida que lo detectamos. Es cierto también que les dijimos en la primera reunión que nosotros no haríamos unas reuniones tan periódicas como las del último mandato, porque entendemos que el tema no funciona sólo a base de hacer reuniones, sino también poniéndonos a trabajar. En eso sí que hay una forma diferente de hacer, pero no quiere decir que no tengamos que mejorar los canales de comunicación. Esto no quiere decir que no seamos plenamente conscientes de que cuando sufres un problema cada día y además ves que dedicas esfuerzos a cuidar tu barrio, y que va cambiando y no para mejor, te parezca que todas las medidas llegan tarde y mal. Ahora bien, llevamos poco más de 100 días y todo ello en realidad requerirá un tiempo.
¿Con el paso del movimiento vecinal a la institución ha cambiado la perspectiva sobre temas que venía tratando?
Dentro de la institución adquieres una visión más compleja de según qué temas. Esta complejidad, sin embargo, puede ser engañosa y te puede hacer creer que según qué temas que antes pensabas que eran importantes no lo son tanto, y en realidad esta es la trampa de la propia institución. Nos podemos quedar atrapados allí dentro. Como la institución tiene una parte de asepsia, que todo es muy neutro, es importante no perder este “afuera”. Ganas en parte complejidad, o entiendes mejor algunos mecanismos, pero en realidad el esfuerzo, y sino no estaríamos aquí, es no perder este afuera y esta perspectiva, este grado de priorización de las problemáticas con el que hemos llegado al Ayuntamiento. Porque si lo perdemos seguramente será el momento en que nos iremos. Por otro lado, la parte que no me esperaba, y que creo que incluso es bastante positiva, es que tienes acceso a muchos mundos diferentes. Puedes acceder a muchas perspectivas diferentes y eso también te permite hacerte una foto más compleja. No debemos olvidar de dónde venimos y sobre todo poder compartir esta complejidad con la gente que no está dentro de la institución.
En esta relación entre el dentro y el fuera, parece que la intervención policial ante la venta ambulante es el tema que hasta ahora os ha traído más conflictos con los que han sido vuestros compañeros fuera.
Esto en realidad es un proceso que no comienza el fin de semana de agosto donde hubo más presencia policial, sino que comienza mucho antes, de hecho sólo llegar, buscando interlocución con las personas que se dedican a la venta ambulante, y también las vías para empezar a trabajar en una salida a medio plazo. Cualquier salida que se pueda trabajar no acabará con el fenómeno del top manta. Esto sería autoengañarnos y engañar a la gente. Evidentemente es necesario que las plataformas y los colectivos que se han ido preocupando del tema se pongan también en este trabajo de campo y de calle, como ya lo están haciendo colectivos como Tras la Manta o SOS Racismo. Desde el Ayuntamiento estamos trabajando para tener una perspectiva de derechos y considerar que los manteros son sujetos de pleno derecho. Dicho esto, también debemos hacer que la policía haga su trabajo, y ya nos habíamos reunido con entidades y algunos de los vendedores para decirles: no puede haber ningún episodio más donde haya agresividad. Esto no lo podemos tolerar ni por un lado ni por el otro. Si hay malas prácticas el Ayuntamiento e incluso el cuerpo de la Guardia Urbana es el primer interesado en revisar estas prácticas, pero tampoco podemos tolerar que haya agresiones hacia el cuerpo de la Guardia Urbana, y esto provocó que tras un episodio polémico se tuvo que hacer un despliegue, pero sabemos y hemos dicho siempre que no es la respuesta ni la línea en la que queremos trabajar.
¿Cuál es la situación de esta convivencia a día de hoy?
Ha pasado el verano que es el momento más complicado también por la presión mediática, pero yo creo que estamos volviendo a la normalidad y esto nos permite profundizar en estas líneas a medio plazo, que es por lo que hemos apostado desde el primer momento.
¿Es un problema que haya gente vendiendo en la calle en Barcelona?
Si en una gran ciudad como Barcelona esto fuera el principal problema de seguridad que tenemos podríamos estar tranquilos. Dicho esto, es un problema si el comercio percibe que la venta ambulante le supone un perjuicio y es un problema si esta gente lo hace porque no encuentra otra salida, porque nos encontramos en una situación de precariedad vital de un colectivo de gente que acaba de llegar.
¿Los vendedores ambulantes están presentes en las quejas vecinales?
La gran mayoría de quejas vecinales que recibo tienen que ver con el turismo y con el derecho al descanso. Si no hubiera conocido el distrito antes y hubiera aterrizado ahora y me dijeran cuál es el principal problema de Ciutat Vella diría que es el ocio nocturno y el modelo completamente fuera de control, en la línea del modelo turístico, completamente imbricado, que tenemos en el distrito. Esto a nivel vecinal creo que es una de las cuestiones que tenemos que poder abordar para garantizar que Ciutat Vella vuelva a ser de sus vecinos y vecinas, porque hay territorios del distrito donde directamente es muy complicado vivir, y los vecinos se quejan con toda la razón del mundo. Y además esto te obliga también a destinar toda una serie de recursos de Guardia Urbana que gestionan las consecuencias de un mal modelo que podrían estar ocupándose de otros problemas más graves que tiene el distrito.
¿Cómo se puede abordar la cuestión del ocio nocturno?
Debemos hacer un planteamiento de fondo, porque así como hay barrios donde los actores económicos no se despliegan de una manera exacerbada, o no lo han tomado como su territorio donde desplegarse, en Ciutat Vella sí. Y además en los últimos cuatro años ha habido una voluntad de dejar hacer estos agentes privados sin ningún tipo de control. Esto quiere decir que en realidad cuando hablamos de ocio nocturno una de las cosas que tenemos que asegurar es recuperar ese liderazgo público. Que no te encuentres, como nos hemos encontrado, que de repente un grupo dedicado al ocio nocturno anuncia que hará una discoteca en la Rambla sabiendo que, tal y como está la normativa ahora mismo, no puede hacerlo. No podemos encontrarnos con hechos consumados, sino que el sector económico debe entender que debe haber un liderazgo público, que evidentemente debe garantizar que haya una actividad económica.
¿Y cómo se recupera ese liderazgo público?
Tenemos las herramientas al alcance que tenemos. Por un lado tenemos un plan de usos, que revisaremos en primavera, y después tenemos que revisar todos esos espacios que han generado molestias y que concentran más actividades para que efectivamente se atengan a la normativa vigente. A partir de aquí habrá que ver si en algunos casos hay que endurecer esta normativa debido al reiterado incumplimiento de determinados aspectos. Lo que estamos mirando es qué otras herramientas podemos tener para ofrecer incentivos que nos permitan cambiar las actividades de determinadas zonas.
¿Encontrarán consensos para abordar estas cuestiones?
Para cualquiera que conozca mínimamente el distrito, y creo que esto es de obligado conocimiento si eres concejal del Ayuntamiento de Barcelona, debe poder haber un consenso en la problemática que supone la vulneración del derecho al descanso que sufren los vecinos de Ciutat Vella. Quizás hay determinados grupos que no están a favor, pero en este caso lo dudo más que nada porque si hay un objetivo compartido se supone que es garantizar la calidad de vida de los vecinos y vecinas.
Más allá de esta cuestión del negocio del ocio, también hay colectivos que reivindican la necesidad de un ocio alternativo en la ciudad.
En la ciudad debe haber una diversidad democrática, y creo que esto es lo que hace que Barcelona sea una ciudad cosmopolita. Ahora bien, podríamos hacernos la pregunta que nos encontramos en el Raval de qué pasa con los locales de música en directo. Lo que no puedes hacer es pensar en una regulación que no parta de la realidad que tienes en el propio territorio, que también tiene que ver con cómo lo viven los vecinos. Sí que tienes un circuito de locales de música en directo que es potente y que hay que potenciar el Raval ya determinadas zonas del distrito. Ahora bien, seguramente por un lado se ha de cambiar la normativa para que estos locales no deberían cumplir las mismas condiciones que el Apolo, para poder impulsar colectivos de cultura emergente, grupos de música emergente y demás.
¿Y eso cómo se hace?
Aquí tenemos dos tareas. Por un lado, hacer que haya una buena relación también a la hora de modificar esta normativa entre vecinos y estos sectores culturales, que no sea sólo que las propuestas y las quejas lleguen al distrito, sino que estos agentes se puedan encontrar para conocerse y conocer las problemáticas y las potencialidades de unos y otros. Por la otra, yo creo que este tipo de actividades también lo que genera son públicos más fieles. Ahora uno de los problemas que tenemos de ocio nocturno en el distrito es que es un polo de atracción para público, generalmente turista, que es muy agresivo con el espacio público, y eso hace que no tenga cuidado del espacio. Si tú tienes un público más fiel, o que va a buscar un producto concreto, seguramente estas molestias que se dan en el espacio público se reducirán porque también tendrán una relación diferente con el territorio.