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Vecinos de Barcelona toman la Rambla para protestar contra la masificación turística

Los barceloneses ya casi no pisan la Rambla. Más bien la evitan. El paseo que en el pasado fue un epicentro de la vida cultural y el ocio de la ciudad se ha convertido en una ruta turística. Los cafés de antes ahora ofrecen paella congelada y sangría; las tiendas de siempre se han transformado en mega stores de multinacionales del textil. Pero los vecinos de Barcelona quieren recuperar la Rambla, símbolo del “territorio guiri”, en el que se han convertido varios barrios de la ciudad. Por ello este sábado diversos colectivos sociales y vecinales han llamado a ocupar el paseo bajo el grito “Barcelona no está en venta”.

De la protesta de este sábado destaca, en primer lugar, la confluencia de sus convocantes. Desde la histórica Federación de Vecinos de Barcelona a los nuevos grupos de activistas surgidos de la consecuencias negativas del turismo, como la subida insostenible de los alquileres o los problemas de convivencia que provocan algunos visitantes: la Asamblea de Barrios por un Turismo Sostenible o el Sindicato de Alquilados.

Han hecho acto de presencia vecinos del Raval, que protestan contra el nuevo hotel que se quiere construir en las Drassanes, de Vallcarca, que luchan contra la especulación urbanística en el barrio, o de Sant Antoni, que reclaman que su mercado siga siendo un equipamiento para el barrio. También otros colectivos, como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca o Desllogades, que quiere dar a conocer los derechos de los inquilinos.

La jornada ha comenzado con una concentración en la Rambla de Canaletas y a las 12:30 ha empezado a bajar hasta el final del paseo. Frente al mercado de la Boquería, principal insignia turística del recorrido, parte de la manifestación ha entrado a recorrer los puestos del mercado. En la entrada un manifestante ha escrito en el suelo “yo antes compraba aquí” para remarcar el conflicto con la turistificación.

“El modelo de gentrificación de la ciudad expulsa al vecindario de los barrios, fomentando la sobre-explotación turística de Barcelona como sucede en otras ciudades”, dice el manifiesto leído al final de la protesta. “El acceso a la vivienda digna y asequible para todos es inexistente en la ciudad”, ha sido una reivindicación que se ha sumado a la denuncia de la precariedad laboral, los efectos sobre el medio ambiente del turismo masivo y de la uso del espacio público para hacer negocio.

La protesta en la Rambla ha sido un punto de encuentro de diversas luchas, y no quedará sólo en eso. Mientras tanto, miran fuera sufriendo por el destino de Barcelona. Una pancarta remarcaba la amenaza: “Aprended de Venecia”.