La Borda, un bloque de covivienda en suelo público que desafía a la especulación inmobiliaria en Barcelona
La cruz de la farmacia de la esquina marca ocho grados de temperatura. Maria Sales está en su casa a 23ºC. Y sin poner la calefacción. La clave está en la orientación del hogar hacia el sur, para aprovechar al máximo el calor del sol. Sales es madre de tres criaturas, una de ellas con apenas dos semanas de vida y que ha tenido en su propio hogar. Vive en La Borda, un bloque de 28 viviendas de protección oficial edificado sobre el antiguo recinto fabril de finales del siglo XIX de Can Batlló, situado en el distrito de Sants-Montjuïc de Barcelona.
La Borda es la primera cooperativa de vivienda en cesión de uso que construye un edificio nuevo en un solar cedido durante 75 años por el Ayuntamiento de Barcelona. A cambio, la cooperativa paga un canon de 3.900 euros al consistorio. Además, La Borda es el edificio de madera más alto de España en la actualidad. Con todo, la cooperativa de arquitectos Lacol, que participó en el proyecto, recibió el pasado 14 de febrero el premio Ciutat de Barcelona 2018 en la categoría de arquitectura y urbanismo.
Los habitantes de La Borda no son propietarios. Tampoco están de alquiler. La cesión de uso se trata de un modelo en el que la propiedad sobre la vivienda recae en la cooperativa y no en el inquilino. En este sentido, la cooperativa cede el uso del hogar a la persona que vive allí, aunque ésta no puede ni vender ni alquilar la casa a terceros. El objetivo es evitar la especulación sobre la vivienda.
A pesar de que el proyecto se puso en marcha en febrero de 2014, los residentes llevan poco más de dos meses viviendo en el edificio, así que aún están adaptándose al nuevo espacio. De hecho, de las áreas comunes que se van a realizar tan solo está acabada la sala polivalente y la lavandería. Para lavar la ropa los vecinos reservan el espacio a través de una 'app'. Aún faltan por hacer la cocina común y dos habitaciones que serán para los familiares de los inquilinos que vengan de visita o para aquellas personas que estén interesadas en el proyecto de La Borda y quieran replicarlo en otros lugares.
Carles Baiges es arquitecto, sociólogo y, como Sales, vive en La Borda. “La vivienda es un derecho pero no se trata como tal, sino que se trata como un bien de consumo al que se le puede poner el precio que el mercado dicte y, por tanto, pierde su función social”, señala Baiges, que forma parte del grupo de personas que impulsó el proyecto.
El precio medio de la vivienda es de 500 euros
Los 28 pisos de protección oficial de La Borda disponen de tres tamaños distintos. En el bloque hay seis viviendas de 40 metros cuadrados, 14 de 50 metros cuadrados y ocho de 76 metros cuadrados. Por el piso más pequeño los inquilinos ingresan a la cooperativa 400 euros mensuales, por el mediano 500 y por el más grande de los tres un poco más de 600 euros.
Desde un inicio todos los pisos ya se ocuparon. De hecho, los propios cooperativistas de La Borda han notado la alta demanda de casas de protección oficial en cesión de uso, ya que ahora mismo tienen 67 personas en lista de espera, pendientes de si algún inquilino deja su piso para poder entrar ellos en el bloque. “Está claro que ahora que acabamos de llegar es muy improbable que haya un movimiento y lo que estamos haciendo es acompañar y animar a aquellos que están en lista de espera para que hagan su propia cooperativa”, señala Baiges.
Maria Sales, vecina de La Borda, venía del movimiento okupa. Junto a su compañero, antes de llegar al bloque, vivían de alquiler. “Siempre con unos esfuerzos que los pisos en los que estábamos no se merecían”, asegura. Ahora vive en uno de los pisos más grandes del edificio, junto a sus dos hijos y su hija recién nacida. Para Sales la crianza es muy relevante. En La Borda ha visto que “el sentimiento de la tribu es muy importante”. Otra de las residentes de la vivienda es Sandra Girbés. Se sumó a La Borda porque considera, según sus valores, una incoherencia “entrar en el circuito de las inmobiliarias”. Girbés señala, además, que lo novedoso y relevante de este proyecto es el modelo de vivienda en cesión de uso.
Adrià Garcia i Mateu es diseñador y descubrió las cooperativas de vivienda en cesión de uso en Dinamarca, después de terminar la universidad y tener que marchar del país en 2009 para buscar trabajo. Cuando volvió a Barcelona pasó, en cuatro años y medio, por tres pisos distintos. En uno de ellos le renovaban el contrato cada cuatro meses. “Nunca he terminado de entender si eso era legal o no”, señala. Después de varias amenazas lo expulsaron del piso. Gracias a un compañero de rugby y del CAU (un grupo 'scout’ en Catalunya) se sumó al proyecto. Para Garcia i Mateu La Borda “ha sido un máster del movimiento social, del cooperativismo, porque la base del ecologismo político ya la tenía”.
La Borda es un edificio sostenible y adaptable a las necesidades de cada momento. De hecho, está pensado con la voluntad de que, si es necesario, las viviendas se puedan ampliar o reducir en un futuro, gracias a las paredes de madera, que son fáciles de poner y quitar. El edificio está construido a base de madera. A pesar de que es más cara que el hormigón el proceso es mucho más rápido. “Cada semana había una planta hecha y en seis semanas levantamos el edificio, cuando con el hormigón hubiéramos tardado unos seis meses”, sostiene el arquitecto Baiges. Además, la madera es un material que regula de forma natural la humedad de una estancia. El suelo de las viviendas sí que es de hormigón, para reforzar la estructura, como apunta este arquitecto. Baiges asegura que, en caso de incendio, la estructura del bloque no está comprometida y que cumple con la normativa.
La mayoría de las viviendas están situadas en la fachada sur del edificio, para aprovechar al máximo la luz y el calor del sol. En el centro del edificio hay un patio central, con el objetivo de fomentar la socialización entre los vecinos. Además, para llegar hasta el piso, el residente de La Borda tiene que pasar antes por varios espacios comunes. Según los vecinos, la intención es recuperar el sentimiento de comunidad, propio de los pueblos, en ciudades como Barcelona.
El caso de Dinamarca y Uruguay
La cesión de uso destaca en países como Dinamarca. Andel es el nombre del modelo que impulsó el país escandinavo por primera vez en 1865, con la primera cooperativa de construcción de viviendas obreras. Según el Ministerio de Vivienda en Dinamarca, actualmente el 7% de las viviendas en este país escandinavo siguen este modelo; en Copenhague suponen el 32%.
Uruguay también es referente en el modelo de las cooperativas de vivienda sin ánimo de lucro, con la Federación Uruguaya de Cooperativas de Vivienda por Ayuda Mutua (FUCVAM) como organización principal. FUCVAM nació en 1970 y actualmente acoge a la mayoría de cooperativas de vivienda del país. Bajo este modelo hay más de 20.000 viviendas en cesión de uso en el país latinoamericano.
En el caso de La Borda, los inquilinos que viven en el bloque tienen que reunir una serie de criterios que marcan tanto la cooperativa como el Ayuntamiento de Barcelona. El primero de ellos es ser miembro de la cooperativa, hacer una aportación al capital social de 18.500 euros para acceder al piso, haber residido un mínimo de dos años en la ciudad, no disponer de ninguna vivienda en propiedad y no superar el nivel de ingresos máximos para ser considerado como persona apta para solicitar una vivienda de protección oficial (VPO).
El edificio ha supuesto un coste de tres millones de euros. Los socios habitantes de La Borda han proporcionado 600.000 euros -el 20% de ese presupuesto-, a través de la aportación inicial de 18.500 euros. La cooperativa de servicios financieros éticos Coop57 ha hecho una aportación de 800.000 euros con un tipo de interés bajo. La cooperativa de viviendas en cesión de uso La Dinamo les ha apoyado con otros 150.000 euros. El resto del presupuesto se ha conseguido a través de microcréditos. “Esto nos ha permitido tener unos intereses más bajos que si fuéramos a un banco privado y a la gente que nos ha ayudado les ha servido para poner los ahorros en este proyecto y tener un rédito del 1 o el 2%”, asegura el arquitecto y sociólogo Baiges.
Can Batlló, un antiguo recinto fabril del siglo XIX
La Borda se encuentra en Can Batlló, una zona industrial de mediados del siglo XIX situada en el distrito de Sants-Montjuïc de Barcelona. El Plan General Metropolitano de 1976 determinó que esa zona, ya en desuso pero en manos privadas aún, debía servir para construir parques de vivienda y equipamientos públicos. A pesar de la movilización popular, la crisis económica se llevó por delante el proyecto, hasta que el 1 de junio del 2011 los vecinos de Sants lanzaron un ultimátum al Ayuntamiento: si no cumplía la promesa histórica iban a ocupar la zona de fábricas para crear ellos mismos proyectos autogestionados. Dos días antes de finalizar el ultimátum el consistorio cedió.
En los últimos años se han ido desarrollando proyectos relacionados con el trabajo, a través de la economía social. Después ha ido a la vivienda y ha llegado La Borda, que ha ofrecido una alternativa a la especulación inmobiliaria, gracias a la cesión de uso.