Conservado a una temperatura que oscila entre los -12 y los -20 grados, el cadáver de John McAfee sigue en una morgue de Barcelona. Lleva ahí congelado más de dos años, esperando una resolución judicial que le permita regresar a Estados Unidos y recibir un funeral.
“No recuerdo un caso similar”, admite Eneko Barbería, director del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Catalunya, organismo dependiente de la conselleria de Justicia y responsable de la morgue en la que está McAfee. “Cuando tenemos un cuerpo durante tanto tiempo suele ser porque no está identificado”.
A finales de junio de 2021, los funcionarios de la cárcel de Brians 2, situada a 40 kilómetros de Barcelona, se encontraron al creador del antivirus más famoso del mundo colgado en su celda. La primera autopsia no dejó lugar a dudas: McAfee se había suicidado pocas horas después de conocer que sería extraditado a Estados Unidos.
Sin embargo Janice McAfee, exmujer del magnate de la tecnología, solicitó una segunda necropsia. “No puedo creer que John se suicidara”, explicaba en conversación con esta redacción hace menos de un año.
El juzgado de Martorell que investigaba la muerte de McAfee se negó a autorizar esa segunda autopsia y su abogado, Javier Villalba, presentó un recurso ante la Audiencia de Barcelona que fue admitido a trámite en febrero de 2022. A día de hoy, más de un año y medio después, el recurso sigue sin resolverse y ni siquiera se ha señalado fecha para su deliberación, votación y fallo.
El cadáver, mientras, permanece en Barcelona ante la incredulidad de los miles de seguidores que tenía McAfee, abonados a teorías conspirativas de todo tipo. Fuentes de la defensa aseguran sentirse “desolados” ante unos retrasos que achacan al “caos” de la Justicia española tras varias huelgas en los tribunales.
Una morgue con capacidad para 90 cuerpos
La morgue que alberga a McAfee está situada en el sótano de la Ciutat de la Justicia de Barcelona. En este lugar de suelo azul caben unos 90 cadáveres, divididos en grandes neveras verticales de acero inoxidable, numeradas y con cuatro pisos cada una. Una pantalla en su parte superior indica el nombre de cada fallecido.
“Normalmente estamos entre el 60 y el 70% de nuestra capacidad”, explica Barbería. “Solo en algunas ocasiones tenemos problemas de espacio”, añade. Los veranos, por ejemplo, suelen ser periodos en los que se puede rozar el límite de capacidad. Aproximadamente el 20% de las autopsias que se practican en este recinto son de personas de fuera de Catalunya.
En el espacio hay también varias salas para practicar autopsias, con pizarras blancas en las que los forenses apuntan la información relevante de cada cuerpo. Aproximadamente se realizan entre ocho y nueve necropsias diarias, unas 3.000 al año.
También hay un espacio de tratamiento de aguas residuales y otro dedicado a la antropología forense.
Una autopsia “clara y básica”
Uno de los argumentos que esgrime la defensa de McAfee en su recurso para pedir una segunda autopsia “independiente” es que la que se aportó en la causa era “incompleta”. Fuentes de la defensa aseguran a este periódico que, por ejemplo, el informe no tenía fotografías.
Barbería, responsable de la entidad que llevó a cabo la autopsia, niega cualquier teoría conspirativa. “Es un caso muy claro y básico”, sostiene. “No tenemos ninguna duda sobre nuestro trabajo o nuestras conclusiones”.
Este médico forense explica que no siempre se realizan fotos en las autopsias. “Para que una autopsia sea completa necesita que se abran las tres cavidades y se hagan todas las pruebas complementarias que se requieren”, abunda. “Desde el punto de vista metodológico [la necropsia de McAfee] se ajusta al protocolo del Instituto y a lo que se recomienda a nivel internacional”.
Con todo, Barbería no tiene ningún reparo en que su equipo lleve a cabo una segunda autopsia si el juez lo requiere. Es escéptico, no obstante, sobre lo que podría aportar. “Nunca aportará una información tan precisa como la que aporta la primera, con el cuerpo fresco”, precisa. “La información que puedes obtener ahora es limitada”, señala.
En el Instituto de Medicina Legal no tienen ninguna voluntad de retener el cadáver de McAfee. Ellos, indirectamente, también se ven perjudicados por la lentitud de la justicia. “Una vez realizadas las pruebas, cuánto antes se lo lleven para nosotros mejor”, afirma Barbería. “No tenemos ningún interés en mantener un cuerpo aquí durante tanto tiempo”.
La muerte del magnate en una prisión catalana fue el final de una vida azarosa que llevó a McAfee a ser un prófugo de la justicia en distintos países, en una deriva truculenta que incluso le valió una acusación por homicidio en Belice. Cuando fue detenido en el aeropuerto de Barcelona, en octubre de 2020, llevaba unos meses residiendo en Cambrils (Tarragona) en un hotel cerrado al público convertido en una granja de criptomonedas.
Dos años después de morir, la viuda de McAfee sigue esperando en Málaga una decisión sobre la autopsia que no llega. La opción de renunciar al recurso para que se pueda repatriar el cadáver ni siquiera se contempla, señalan desde su defensa. Tampoco Janice quiere abandonar el país sin el cuerpo del que fue su marido. “No me voy a ir ir sin él”.
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