El cerco de La Caixa reúne ciudadanos y colectivos que quieren llenar la independencia de contenido social
Una cierta sensación de improvisación heterogénea ha reinado en la concentración convocada frente a La Caixa. La unión de personas de procedencias diversas, pero con algunos nexos comunes, como ser golpeados por la crisis, ha caracterizado la acción. Familias con el uniforme canónico de la Via Catalana, junto a militantes forjados en mil batallas se han unido a la convocatoria hecha por Procés Constituent, un grupo formado por iniciativa de la monja Teresa Forcades y del activista y economista Arcadi Oliveres.
Entre los asistentes y fuertemente ovacionado estaba Diego Cañamero, el líder del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), que ha marcado distancias entre la visión folclórica que a veces se da de Andalucía contraponiéndola con la imagen luchadora por ejemplo, del poeta Federico García Lorca, fusilado por el franquismo.
Un dato a remarcar ha sido que los militantes de ICV-EUiA que han optado por asistir a esta concentración lo han hecho sin exhibir lemas ni pancartas partidistas. Sí se han podido reconocer algunos dirigentes, como el ex conseller Salvador Milà o la diputada Marta Ribas .
Si en un primer cálculo se cifraba en 4.000 personas la cantidad necesaria para rodear los dos edificios de La Caixa, la afluencia ha desbordado la previsión. Pero se hace difícil fijar la cantidad de gente reunida en este tramo de la Diagonal de Barcelona, porque la cadena no ha parado de hacerse y deshacerse.
A los pies de la sede central de La Caixa, un pequeño entablado con unos megáfonos de potencia muy limitada han servido de improvisado escenario desde el que activistas de los movimientos sociales: organizadores de la campaña por la renta universal garantizada; la asamblea por la enseñanza pública de calidad, los interinos e interinas precarios y precarias y organizaciones solidarias con los inmigrantes han hecho llegar sus mensajes a la gente congregada durante casi 30 minutos .
Poco después ha comenzado a estirarse la cadena humana hasta rodear totalmente los dos edificios centrales de La Caixa. Pero, como sobraba gente, la cadena se ha doblado y en algunos tramos se ha triplicado. Por ello, los concentrados se han extendido por la Avenida Carlos III y por la Diagonal.
Han sonado tres cohetes, y se ha producido un clímax trascendente. La gente se ha desplegado primero por dos carriles de la Diagonal barcelonesa, hasta más allá de la calle Numáncia. Una vez pasado el minuto 14 de las cinco de la tarde, la gente ha roto la formación y ha invadido casi toda la Diagonal. Sólo ha dejado libre un carril de la emblemática vía de la capital catalana. Desde ese momento, poco a poco la gente ha comenzado a dispersarse. Un grito ha marcado la consigna de dispersión: “Somos anticapitalistas.”
Justo cuando se producía el fin de la concentración, en el escenario una militante del Procés Constituent intentaba animar a la multitud con gritos sincopados de Independencia. Mientras, a pocos metros, en plena armonía, un grupo de afectados por las preferentes de Bankia y CatalunyaCaixa gritaban en castellano contra la banca. Uno y otros grupos transformaron los gritos en un tercero, también en castellano: “Borbones a los tiburones”.