El calor mató a más de 11.300 personas en España durante el verano de 2022
El verano de 2022 fue el más caluroso registrado jamás en Europa. Diversas zonas del continente vivieron las máximas más altas de la historia, con hasta 10 grados más de lo normal. Los picos de temperatura causaron sequías, incendios forestales y decenas de miles de muertes. Concretamente, en España fueron 11.324 personas las que perdieron la vida a causa del calor. Se trata del tercer país del continente con más muertes por esta causa, sólo superado por Italia y Grecia.
La mortalidad en 2022 se centró, pues, en los países del sur de Europa, aquellos que registraron las temperaturas más altas. Pero también son de los que tienen los índices de riesgo de pobreza más altos y, por tanto, susceptibles de tener una mayor ratio de población alojada en infraviviendas, sufriendo pobreza energética y con trabajos físicos o al aire libre. Así, el cruce de estos dos factores provocó que Italia, Grecia y España sumaran, sólo entre ellos tres, el 52,6% de todos los decesos causados por calor en Europa.
El año pasado ya se tenían indicios de que las olas de calor habrían tenido consecuencias fatales, pero no se sabía la cifra exacta. Eurostat detectó un incremento inusualmente alto de la mortalidad en esas fechas, pero no tenía los datos suficientes como para atribuirlas al exceso de calor.
El número lo ha puesto un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación 'la Caixa', en colaboración con el Instituto Nacional de Investigación en Salud y Medicina de Francia (Inserm). El análisis, publicado en la revista Nature Medicine, estima que entre el 30 de mayo y el 4 de septiembre de 2022 se produjeron 61.672 muertes por calor en todo el continente.
El equipo investigador ha podido concretar las cifras cruzando los datos de temperatura y mortalidad entre 2015 y 2022. A partir de ahí, estimaron modelos epidemiológicos para predecir la mortalidad atribuible a las temperaturas para cada región y semana del periodo estival. Con esto, pudieron contabilizar no sólo los decesos provocados directamente por las temperaturas (deshidrataciones o golpes de calor) sino también indirectamente (descompensación de patologías preexistentes y de la salud en general).
Con esta nueva metodología, el estudio de ISGlobal se salda con unos resultados que casi triplican la cifra de muertes por calor que se barajaba en otros informes. En septiembre, la Universidad Carlos III publicó una estimación que cifraba en 4.700 los decesos en España. Ese estudio, a pesar de que contabilizó 6.600 muertes menos que el de ISGlobal, ya destacaba que el pasado verano se triplicó la media española de los últimos tres años.
Elisenda Gómez, internista del Hospital Clínic de Barcelona, da una clave para entender por qué hay una diferencia tan grande entre las cifras de estas dos investigaciones: “las patologías desencadenadas por el calor están muy infradiagnosticadas” porque “se confunden con infecciones respiratorias o dolencias relativas a infecciones ya presentes en el paciente”. En esta línea, destaca la opinión de Manuel Franco, epidemiólogo e investigador en las Universidades de Alcalá y Johns Hopkings, que apunta que a pesar de que “cada vez conocemos más efectos cuantitativos y cualitativos de las olas de calor, es necesaria una mejor métrica para entender los efectos sobre la mortalidad”.
Uno de los aspectos destacados del informe es que permite ver que los lugares con más mortalidad no son necesariamente los que han registrado las temperaturas más altas. Un ejemplo claro se encuentra en Zamora. No está en el TOP 10 de provincias con las temperaturas más altas de 2022, pero sí que se encuentra entre las regiones en las que más aumentó el calor respecto a las medias históricas. El verano pasado, Zamora fue 4 grados más cálida de lo normal. Y eso se tradujo en una tasa de mortalidad de 587 muertes por cada millón de habitantes. La más alta de toda España.
Al otro lado de la balanza están Las Palmas y Ceuta. Son las dos provincias donde la tasa de mortalidad fue más baja y también las dos únicas en las que la media de temperatura de 2022 estuvo menos de un grado por encima de la media histórica. Las muertes por calor, pues, no están tan ligadas a un golpe de calor puntual, sino a los efectos prolongados de temperaturas mucho más altas de lo que el cuerpo está acostumbrado. Otra prueba de ello se encuentra en Murcia que, a pesar de haber registrado la máxima más alta de España, superando los 45 grados, se encuentra en la parte baja de la tabla de la tasa de mortalidad.
Este último punto es importante para los autores del informe. De hecho, destacan que estas cifras de mortalidad no se veían desde la ola de calor de 2003, cuando hubo un exceso de mortalidad de 70.000 muertes en Europa. “Ese verano fue excepcionalmente raro y puso de manifiesto la falta de planes de prevención y la fragilidad de los sistemas de salud”, explica Joan Ballester, primer autor del estudio e investigador del ISGlobal. “En cambio, las temperaturas de 2022 no pueden considerarse excepcionales”, añade Ballester.
Así como en 2003 hubo un pico de temperaturas, en 2022 se notaron los efectos de una década de subida constante de las máximas. “Murieron decenas de miles de personas pese a que muchos países, a diferencia de en 2003, ya contaban con estrategias de adaptación”, explica Hicham Achebak, investigador de Iserm y de ISGlobal, que sugiere que los mecanismos de prevención son “insuficientes”.
Los autores del informe también apuntan a la necesidad de “reevaluar los planes, poniendo especial atención a las diferencias entre países y regiones, así como las brechas de edad y sexo”. El calor, además de haber afectado más a los países del sur, también ocasionó una mayor mortalidad entre las personas ancianas y entre las mujeres. La tasa de mortalidad prematura más elevada se da en personas de más de 65 años y entre mujeres (que representan un 63% del total).
Ante la mortalidad del pasado verano y en vista de que esta semana que entra se batirán los récords de temperatura, el Hospital Clínic de Barcelona han querido alertar a la población sobre los riesgos de las altas temperaturas y ayudar a identificar los síntomas asociados a los golpes de calor. “Tienen una patología muy extrema: el cuerpo alcanza los 40 grados y los pacientes llegan a situación de coma”, ha explicado la doctora del Clínic Elisenda Gómez, en una rueda de prensa celebrada este lunes.
Dolor de cabeza, fatiga, respiración rápida, calambres, desmayos, náuseas o vómitos son algunos de los síntomas más comunes previos a un golpe de calor. Para prevenirlos, se recomienda mantener la hidratación o asegurar los espacios de ventilación. Gómez ha insistido en la necesidad de incrementar la prevención entre la gente mayor y las criaturas ya que los primeros tienen un sistema termorregulador “atrofiado” y los segundos “inmaduro”.
Desde el Clínic han querido advertir a la población para que esté muy atenta a cualquier síntoma, sobre todo en aquellos ambientes más húmedos. En estos climas la sensación de opresión es mucho mayor que en ambientes secos, por lo que el golpe de calor puede ser más difícil de detectar. Además, en climas húmedos, el riesgo de golpe de calor empieza por debajo de los 30 grados. La doctora advierte que con una previsión de 27 grados y un 75% de humedad el riesgo ya afecta a personas de todas las edades.
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