Pablo Casado no jugaba en casa este jueves pero ha salido a defender sus colores con convicción. El líder del PP ha intervenido ante los socios del Cercle d'Economia, que celebran su reunión anual en Barcelona, ha rechazado la apuesta de los empresarios por los indultos y ha negado que el problema de Catalunya tenga que ver con cuestiones de democracia sino de cumplimiento de la ley. “No podemos aceptar que se hable de la Justicia como revancha o de una sentencia de un Tribunal democrático como castigo”, ha censurado. “Ni dar un golpe a la democracia es magnanimidad ni la ruptura de la convivencia es concordia”, ha añadido.
El jefe de la oposición han considerado además que los indultos, y el camino jurídico que deben recorrer para hacerse efectivos, pueden hacer que crezca el malestar y no lo contrario. “Se habla de indultos sin que conste el arrepentimiento, cuando se habla de reincidencia, cuando el tribunal sentenciador dice que no se pueden conceder”, ha descrito. “Mi pregunta es si no van a generar más frustración en el futuro”, ha cuestionado, para acabar citando la frase de Ortega y Gasset: “Los esfuerzos inútiles producen melancolía”.
Casado respondía así a un Cercle d'Economia que el miércoles, en su sesión inaugural, había mostrado un respaldo claro a las medidas de gracia que planea el Gobierno para los líderes independentistas catalanes que están en prisión. Los empresarios catalanes habían reclamado además a los poderes públicos que trabajaran por iniciativas que trajesen la concordia dentro del marco de la ley, lo que habían descrito como “una oportunidad histórica” para la convivencia y para un entorno de posibilidades económicas. Este jueves también el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, ha valorado positivamente las medidas de gracia si sirven para “normalizar las cosas”.
El propio vicepresidente del Cercle, Jordi Gual, en su intervención para presentar a Casado, ha reclamado al líder del PP que no considere los indultos como “concesiones vergonzosas” sino como “el inicio de un diálogo que en algún momento pueda acabar en soluciones”. “Es necesario alcanzar estos acuerdos con la mirada puesta en el largo plazo pero con el coraje para actuar en el día a día”, le ha reclamado Gual.
“Yo jamás haré nada en contra de Catalunya, porque quiero a Catalunya”, ha contestado el jefe de la oposición. “Por eso quiero que haya prosperidad, que vuelvan las empresas, que se recupere la convivencia en la calle y que no tomemos decisiones que generarán más frustración en el futuro”. De esta forma el líder conservador ha contrapuesto las mejoras económicas que Catalunya necesita a la agenda sobre los indultos o para mejorar el autogobierno. En opinión de Casado, lo primero entra en el terreno de “los problemas reales de los catalanes” mientras lo segundo no.
Casado ha profundizado en esa idea cuando ha insinuado que los planes del Gobierno sobre los presos quedan fuera del marco legal. “Queremos garantizar la seguridad jurídica”, ha dicho, “una seguridad jurídica que atraiga las inversiones, que garantice la convivencia y el cumplimiento de la ley”. El líder del PP ha citado a Ortega pero también a Francesc Cambó, un nombre que ha surgido varias veces en el foro económico, y del que Casado ha citado su deseo de obtener “una Catalunya grande en una España grande”.
De esta forma, la receta del jefe de la oposición para Catalunya pasa, casi exclusivamente, por la economía. Casado propone dos reformas fiscales, una general para España, que elimine directamente los impuestos de Patrimonio, Sucesiones y Donaciones, y otra específica para Catalunya, que abola los 15 tributos propios de la Generalitat y rebaje la brecha fiscal de la comunidad con la media española.
A estos planes le ha seguido una larga lista de medidas económicas de corte liberal-conservador: un plan para reducir la burocracia y las trabas públicas a las empresas, una ley de unidad de mercado, profundizar en la última reforma que ha calificado de “éxito”, o aplicar la mochila austriaca para los despidos. También se ha referido a la energía, uno de los costes fijos que, junto a los impuestos, lastran la producción industrial en Catalunya, según ha dicho. Sobre esto Casado ha propuesto que los poderes públicos promuevan la transición energética eliminando los costes administrativos, es decir, los impuestos.
Tras exhibir este plan económico, Casado ha regalado los oídos de los presentes mostrando su apoyo cerrado a proyectos que el Cercle impulsa. El PP, ha indicado, considera necesaria y urgente la ampliación del aeropuerto de El Prat, está comprometido con la finalización del corredor del Mediterráneo y es conocedor de la necesidad de dotar al puerto de Barcelona de una mejor conexión ferroviaria. También se ha mostrado favorable a que el ayuntamiento de la capital ceda espacios para la sucursal del Hermitage, un museo que ha asegurado que podría encajar en la constelación pictórica de Barcelona. Casado ha aprovechado esto para asegurar que su pinto preferido es Tàpies.
El líder conservador ha tratado de mostrar una brillante agenda económica para limar las asperezas que la audiencia pudiera tener con sus planes políticos. Aún así, no ha escondido las diferencias y ha presumido de sincero. “No soy de los que ejerce de Bismarck en Madrid y luego dice otra cosa aquí”, les ha trasladado. Pero, tras eso, el jefe de la oposición se ha deshecho en loanzas hacia Catalunya y Barcelona, una tierra que “lo tiene todo para ser el Silicon Valleyââ del sur de Europa” y podría convertirse en “una California” si se mejora la competitividad económica en los próximos años.
“Tenemos un plan sugestivo de vida en común para Catalunya”, ha acabado afirmando Casado en respuesta a quienes le acusan de no tener un proyecto para los catalanes más allá del no a todo. “La convivencia debe venir del diálogo entre todos. Diría lo mismo si estuviera en Cartagena”, ha zanjado.