Catalunya apuesta por bajar la presión de los grifos antes de los cortes de agua ante la sequía

Pau Rodríguez

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La sequía está alcanzando un punto crítico en Catalunya y el Govern ya ha dejado claro que, si no llueve en las próximas semanas, se declarará el estado de emergencia en todo el área metropolitana de Barcelona. Mientras tanto, la Agencia Catalana del Agua (ACA) prepara ya para el próximo martes nuevas medidas restrictivas que ha calificado de “preemergencia”. Con todo, insisten en que no son partidarios de los cortes de agua en los casos más extremos, sino de bajadas de la presión del grifo.

La portavoz del Govern, Patrícia Plaja, ha comparecido junto al director del ACA, Samuel Reyes, tras la reunión del Consell Executiu y de la comisión interdepartamental de sequía este martes. Ambos han querido lanzar un mensaje de “alarma” por la situación de sequía que vive Catalunya y que no remite: los embalses ya están en mínimos históricos y no se registraba una falta de lluvias como la actual desde que comenzazron los registros en 1915. 

“Estamos en un punto de inflexión con la posibilidad de declarar antes la emergencia”, ha expresado Reyes. “Hoy estamos mucho más preocupados que en septiembre, porque entonces todavía teníamos por delante una ventana de lluvias”, ha declarado. Sin embargo, los registros de pluviosidad ese mes también fueron muy por debajo de la media. 

Ante esta situación, el Govern ha avanzado que el próximo martes declararán para todo el área de Barcelona (que recibe el agua del sistema de cuencas Ter-Llobregat) ese estado de “preemergencia”, previo al de emergencia, cuyas medidas de ahorro de agua no ha querido aclarar. Sí ha señalado Reyes que una parte de la función de esta alerta es “comunicativa”, al entender que las Administraciones locales y la ciudadanía debería hacer más para reducir su consumo debido a la sequía. 

Preguntado sobre si habrá cortes de agua a partir de la declaración de emergencia en la zona de Barcelona, que podría producirse en diciembre, Reyes ha recalcado que desde el ACA no son partidarios de esta medida minimizar consumos. Aunque esto depende en última instancia de los gobiernos locales, que son quienes en estado de emergencia deben decidir cómo reducen el consumo a 200 litros por habitante y día, Reyes ha defendido que es “mejor solución” bajar la presión de las redes de distribución y “que salga menos agua”. Los cortes temporales tienen un efecto contraproducente, ha señalado, y es que la población suele aprovechar las horas en la que sí corre el agua para llenar cubos y bañeras, con lo que el ahorro no es tal. 

Actualmente son 36 los municipios que están ya en situación de emergencia en Catalunya, principalmente en el norte de Girona, en la comarca del Alt Empordà. Son los que dependen del embalse de Darnius-Boadella y del acuífero de los ríos Fluvià y Muga. “En Darnius tenemos agua para ocho o diez meses”, ha alertado el director del ACA. 

Paralelamente, este mismo martes la empresa Aigües de Barcelona, que abastece al área metropolitana de la capital catalana, ha anunciado que se prepara ya para el escenario de emergencia y que lleva dos meses realizandoc pruebas de reducción de la presión en la red. 

Según el coordinador del Plan de Sequía de Aguas de Barcelona, Josep Lluís Armenter, estas restricciones se han podido hacer “sin incidencias” y, por tanto, la red está “preparada” para aplicarlo a los municipios que se sitúen por encima de los límites fijados por la Agencia Catalana del Agua (ACA).

“Hemos evaluado cómo realizar la reducción de presión en los municipios donde se puedan superar los límites”, explica el coordinador del Pla de Sequera. En la fase 1 de emergencia, el límite de consumo por habitante y día en los municipios del área metropolitana sería de 200 litros, cuando en la actualidad es de 230.

En los municipios donde pueda estar por encima de estos 200 litros se empezarían a aplicar restricciones de presión en horario nocturno; después se pasaría al horario diurno, en caso de no llegar al umbral fijado por la ACA, y finalmente se evaluaría la posibilidad de regular con mayor intensidad el nivel de reducción de la presión en la red.