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Ciutat Vella, lo mejor y lo peor de Barcelona

Un mantero frente a un grupo de turistas en el barrio de la Barceloneta.

Pol Pareja

En Ciutat Vella se puede encontrar el mejor mercado de Barcelona, el teatro de ópera más famoso y la rambla más ilustre de la ciudad. Hay salas de conciertos y de baile, infinidad de restaurantes y tiendas, acceso a la playa y en sus calles conviven decenas de nacionalidades de todo el mundo. También es el distrito con menos graduados en la ESO, el que tiene una menor esperanza de vida y el lugar en el que han subido más los alquileres durante el último año. “En Ciutat Vella está lo mejor y lo peor de nuestra ciudad”, reconoce el concejal Jordi Rabassa, número dos del distrito y miembro de la candidatura de Ada Colau.

Los principales asuntos de la campaña tienen ecos de Ciutat Vella. La inseguridad, la presión turística, el problema de acceso a la vivienda y la venta ambulante son fenómenos que, aunque también afectan a otras zonas de la ciudad, se han magnificado en este distrito que incluye los barrios del Raval, Barceloneta, Gòtic y Santa Caterina. “Ciutat Vella es el termómetro de Barcelona”, opina Javier Alegría, 60 años, editor del periódico 'El Raval' desde hace 25. “Lo que ocurre aquí se convierte en lo que ocurre en Barcelona”.

En las municipales de 2015, Ada Colau logró capitalizar el descontento de este distrito. La actual alcaldesa ganó en todos los barrios de Ciutat Vella (donde viven 101.387 barceloneses) gracias a su denuncia de la “turistificación” de la ciudad y del aumento de los precios de los alquileres. Cuatro años más tarde, en el barrio convive la decepción con la gestión de Colau junto a los que consideran que la alcaldesa ha hecho todo lo que ha podido.

En las generales de 2016, celebradas un año después de las municipales, el apoyo a Podemos se mantuvo en los cuatro barrios del distrito. En las comicios del pasado 28 de abril, los socialistas se impusieron en casi todas las secciones censales del distrito y sólo en el Gòtic revalidaron la victoria.

“Al llegar a la alcaldía ya sabíamos que Ciutat Vella era el distrito más tensionado de la ciudad”, señala Rabassa, “pero nada más empezar el mandato nos estallaron problemas de seguridad y de tráfico de drogas”. En la encuesta de victimización de 2018 del Ayuntamiento, el 25,6% de los barceloneses manifestaron haber sido víctimas de uno o más hechos delictivos durante 2017. El índice creció ligeramente en cinco de los diez distritos de la ciudad. En Ciutat Vella, en cambio, creció 11 puntos. Los delitos subieron en Barcelona un 17,2% en 2018 mientras en Catalunya aumentaron un 11%.

“Se ha perdido el control del espacio público”, apunta Fermín Villar, presidente de la asociación Amics de la Rambla y portavoz de la Plataforma Contra el Top Manta. “Mucha gente disfruta Ciutat Vella durante el día, pero sólo unos pocos sufrimos lo que ocurre de noche”.

La presión mediática

Ciutat Vella ha estado en todos los focos durante la última legislatura. Más allá de la gentrificación en el barrio y las prácticas abusivas de algunos grupos inmobiliarios, los titulares se han centrado en el aumento de la inseguridad y en el fenómeno de los narcopisos, que hace dos veranos tensionó el barrio sobremanera y sacó a muchos vecinos a la calle.

Todos los vecinos consultados -tanto los críticos como los favorables a Colau- se lamentan del trato mediático sobre lo que sucede en el barrio. Villar recuerda el evento de programación entre jóvenes llamado Ed Hack Raval, celebrado en noviembre de 2017. “Hubo 240 equipos de escolares rompiéndose la cabeza para crear proyectos web en tres días, fue una maravilla y no salió casi en ningún lado”, explica. “Luego llega un tarado con un cuchillo y aparece en todos los medios”.

“La aparición de los teléfonos móviles ha sido determinante”, opina Alegría, el editor del periódico del barrio. “En los 80 había más de 20 calles con prostitutas, se mataba a gente a cuchillazos pero nadie estaba ahí para grabarlo”. La crudeza de algunas imágenes que se han publicado, difundidas por algunas asociaciones de vecinos, han contribuido a estigmatizar un distrito que tradicionalmente ya se había vinculado a la prostitución y a los hurtos.

Todos coinciden, no obstante, en que los problemas de los últimos años han conseguido revitalizar el movimiento vecinal. Un rebrote que, en ocasiones, ha demostrado la existencia de intereses contrapuestos y ha desembocado en acusaciones de politización. Las asociaciones más reaccionarias acusan a las otras de formar parte del partido de Colau. Estas, en cambio, les acusan de tener miembros de Ciudadanos y de ERC en sus filas y de contribuir al alarmismo con la difusión de vídeos de toxicómanos y de peleas.

El distrito centra las miradas de la campaña

Todos los candidatos parecen tener soluciones para lo que ocurre en Ciutat Vella. Manuel Valls (C’s) y Josep Bou (PP) han prometido “tolerancia cero” con la delincuencia y han convertido la seguridad en su principal tema de campaña. Varios candidatos han querido hacerse la foto en los narcopisos del barrio, aunque la mayoría han sido cerrados durante los últimos meses.

Unos y otros muestran lo que ocurre en el distrito para pedir el voto. Desde BComú, el partido de Colau, reivindican haber cerrado 5.000 pisos turísticos y haber aprobado un plan paralelo que impide la apertura de nuevos hoteles en las zonas con mayor presión. Se atribuyen, además, un “cambio de paradigma” en Ciutat Vella. “Estamos intentando cambiar la ciudad escaparate por una ciudad en la que se pueda vivir”, señala Rabassa, que reconoce que no han podido revertir algunas tendencias y que las políticas aplicadas no se perciben de manera inmediata.

La gestión del turismo también es uno de los principales temas a debate en Barcelona. Casi todas las opciones apuestan por un enfoque distinto de los visitantes y reconocen que no se puede crecer más en el número de turistas. La CUP cree que debe haber un “decrecimiento” y Colau también lo deslizó en un debate la semana pasada, aunque de manera menos clara. Ante la venta ambulante, las diferencias de planteamiento son notorias entre los candidatos. Mientras algunos candidatos se comprometen a acabar con el fenómeno en 90 días, otros denuncian falta de ayuda del resto de administraciones y apuestan por la inclusión de estos trabajadores.

Tras pasear por el barrio durante dos días y hablar con una docena de vecinos, se percibe que hay unanimidad a la hora de señalar los problemas del barrio. “Estamos todos muy tensionados”, explicaba el miércoles Nemesio López, un septuagenario de la Barceloneta. Las diferencias aparecen cuando toca señalar a los culpables o buscar soluciones. “La pobreza es el mayor causante de la inseguridad”, sostiene Javier Alegría. “Estamos peor que en 2010, pero por culpa de los fenómenos especulativos”.

Otros vecinos, como Guillermina Morales, 46 años y forjadora de profesión, han llegado a plantearse marchar del Ciutat Vella. “Estoy agobiadísima, parece que aquí en el barrio todo vale”, señala esta vecina del barrio, propietaria de un inmueble desde 2002. “Pero por otro lado tengo que reconocer que no sé cómo estaría el barrio si no hubiese ganado Colau”. Segundos después de pronunciar esta frase, una turista asiática aparecía pidiendo ayuda porque le acababan de robar el móvil.

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