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Menos de un contacto por cada positivo: cómo la falta de rastreadores abocó a Lleida a un nuevo confinamiento

El sistema de rastreadores colapsó en Lleida durante la fase más profunda de su rebrote, que abocó a la capital de la provincia y a varios municipios de la comarca del Segrià a un segundo confinamiento. Los datos oficiales de los contactos realizados por los rastreadores, obtenidos por elDiario.es mediante una petición de transparencia, muestran cómo durante los días en los que aumentaron más los casos no se logró controlar la cadena de contagios: llamaron a menos de una persona por cada positivo detectado.

Los datos remitidos por el Departament de Salut a este periódico muestran cómo, entre el 1 de junio y el 13 de julio, el Govern falló a la hora de rastrear los contactos no solo en Lleida sino en la mayoría del territorio. Durante ese periodo la sanidad catalana registró 5.479 casos y 9.008 contactos.

Con los datos obtenidos por esta redacción, la región sanitaria de Terres de l’Ebre, con 3,3 contactos por cada positivo, es la zona donde mejor funcionó el rastreo de contactos. La región del Alt Pirineu i Aran registró 1,1 contactos y la de Lleida 1,2 contactos por cada positivo. La región sanitaria de Barcelona ciudad también falló a la hora de controlar los contagios: 1,5 contactos por cada positivo.

La Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Renave) ya alertó a finales de julio que Catalunya era la comunidad que menos contactos rastreaba por cada caso y suspendía junto a Madrid, Asturias y Castilla - La Mancha a la hora de controlar las personas que podían haberse contagiado tras estar con un positivo. 

Los datos oficiales permiten ahora observar cómo se realizó el seguimiento de contactos en cada región sanitaria catalana y cómo el sistema de rastreo falló especialmente en Lleida durante las semanas anteriores a que el Govern decretase, el pasado 12 de julio, un nuevo confinamiento en la zona. En las gráficas se puede observar cómo a medida que crecían los positivos en la región, los contactos de los rastreadores iban a la baja. 

Si durante la semana que terminó el 10 de junio, en la que se registraron 119 casos positivos, se contactó a más de dos personas por cada caso detectado, al cabo de un mes, el 9 de julio, con más de 927 casos identificados en los siete días previos, los contactos no llegaron a 0,9 personas. Es decir, no se llegaba a contactar de media ni a una persona por cada positivo identificado.

Las gráficas de las regiones sanitarias también permiten apreciar cómo el porcentaje de rastreos por cada positivo iba a la baja durante las semanas previas a que el Govern endureciera las medidas de seguridad, prohibiera el ocio nocturno y pidiese a los ciudadanos de Barcelona y otra sesentena de municipios que se quedasen en sus domicilios.

En Barcelona ciudad, el 13 de julio, una semana antes de que se recomendara el confinamiento de la capital catalana, el sistema sanitario lograba 1,3 contactos por cada uno de los 228 positivos registrados en la ciudad durante los siete días anteriores.

En España, un informe del Instituto Carlos III que incluye datos entre 11 de mayo y 15 de julio, determinó que la mediana estaba en una persona contactada por caso en todo el país. Esta cifra no es comparable directamente con la media catalana, ya que la mediana es un indicador estadístico que evita una distorsión de cifras por la existencia de algún valor extremo muy exagerado y la media, no. En el mismo informe se mostraba que la mediana en Catalunya era de 0 contactos por cada caso en ese periodo.

Carencias y descoordinación

La primera semana de julio, cuando los casos crecían exponencialmente en la región de Lleida, ya se evidenció que el sistema de rastreo implementado por Salut presentaba limitaciones significativas.

El Departament de Salut anunció contrataciones en varios ámbitos, muchas de las cuales se cumplieron, pero la falta de medios de la Atención Primaria y Salud Pública, por un lado, junto a la precaria coordinación entre los diferentes ámbitos de rastreo hizo que el sistema diseñado para detectar, avisar y aislar a todos los posibles contactos de los casos positivos mostrara carencias.

A diferencia de otras comunidades autónomas, que incorporaron los profesionales de rastreo en las plantillas de Salud Pública o en los ambulatorios, Catalunya optó por recurrir a la firma Ferrovial, que gestiona desde hace años el ‘call center’ de atención sanitaria 061, para la parte de las llamadas a contactos. 

Sin embargo el grueso de la faena, la de detección e identificación de los casos, quedó en manos de una Atención Primaria que debió asumir estas tareas sin nuevas incorporaciones. Además, al Servicio de Vigilancia Epidemiológica solo habían entrado en ese momento 108 profesionales para realizar trabajo de campo y supervisar la evolución de la epidemia.

El resumen es que hubo más refuerzo telefónico que sanitario. A eso se le sumó que el modelo de detección y rastreo estaba muy compartimentado -estaba por un lado el circuito de vigilancia epidemiológica, los call centers, la atención primaria, los servicios de prevención de riesgos laborales de las empresas...- y la coordinación entre ellos falló habitualmente.

“En casi todas las situaciones el paciente acaba retornando a la Primaria, con lo que si no llegan más recursos, el seguimiento tiene grietas”, sostenía entonces Eugeni Paredes, médico de familia en un Centro de Atención Primaria (CAP) de Lleida. 

Cambio de estrategia en el rastreo

Durante los últimos días el Govern ha apostado por una actitud más proactiva a la hora de detectar positivos en personas que desconocen que tienen la COVID-19. La semana pasada se inició la búsqueda masiva de positivos asintomáticos mediante los cribados de localidades y barrios concretos de algunas ciudades, la mayoría de ellas en el área metropolitana de Barcelona.

La intención del Departament de Salut es “romper las cadenas de transmisión del virus” mediante tests PCR generalizados en localizaciones específicas donde tanto los positivos como el índice de contagio van en aumento.

De momento se han realizado estas pruebas en Ripollet, Sabadell, Terrassa, Vilafranca del Penedès y Santa Coloma de Gramenet. Este fin de semana los cribados masivos empezarán también en dos de los barrios más humildes de Barcelona: Torre Baró y el Besòs i el Maresme, que durante las últimas semanas también han presentado una frecuencia alta de casos de coronavirus. La intención es realizar 400 pruebas diarias en cada barrio.

El secretario de Salut Pública, Josep Maria Argimon, dio el pasado martes por “estabilizados” los distintos brotes surgidos en Catalunya en julio, aunque hizo una llamada a la prudencia, recordó que el riesgo de rebrote seguía siendo alto y que la tarea más importante de las próximas semanas era lograr hacer bajar la curva de contagios.