Tres semanas después del gran batacazo en Catalunya durante las elecciones del 28 de abril (el PP obtuvo solo un diputado), Cayetana Álvarez de Toledo regresó a la provincia de Barcelona para la campaña de las municipales. Los principales alcaldables del partido, sin embargo, hicieron ver que la cosa no iba con ellos.
Los dos candidatos mejor posicionados y que acabarían ganando en su ciudad -Xavier García Albiol en Badalona y Manu Reyes en Castelldefels- evitaron fotografiarse con ella. El aspirante en Barcelona, Josep Bou, alegó una reunión con una asociación. “Ahora mismo, cuanto más lejos mejor”, decía de ella uno de los pesos pesados de la formación a nivel local.
El aterrizaje de Álvarez de Toledo en Catalunya no ha sido fácil. Desde que Pablo Casado la eligiera candidata por la provincia de Barcelona, su llegada ha causado una importante división en el partido entre sus partidarios y sus detractores. Por un lado, la dirección del PP en Catalunya, encabezada por Alejandro Fernández, la defiende a capa y espada. Creen que su presencia les beneficia, les aporta más presencia en los medios nacionales y que a la larga se recogerán los frutos de su fichaje.
En el mundo local, en cambio, las sensaciones son distintas. Voces destacadas del partido han afeado desde su llegada su “exceso de divismo” y su “superioridad moral” ante unos cargos que, según ellos, “llevan pateando la calle” durante años. “Su imagen está muy alejada de nuestros votantes”, decían en el área metropolitana a falta de pocos días para los comicios locales del pasado 26 de mayo.
La última polémica sobre el encaje de Álvarez de Toledo en Catalunya llegó el pasado martes, cuando Bou lanzó unas palabras en Radio 4 que resonaron en Génova. El concejal en Barcelona calificó de “error” la elección de Álvarez de Toledo para la provincia de Barcelona. Así lo justificó: “El PP ha de tener gente aquí que sean catalanes, que tengan si es posible los apellidos catalanes y que hablen catalán”, señaló Bou, que dijo tener un “aprecio personal” hacia la que ahora es la portavoz en el Congreso de su partido. “Los catalanes queremos gente de casa, esto funciona así”.
Las palabras de Bou supusieron un ataque directo a la línea de flotación del argumentario de la propia Álvarez de Toledo, que se ha pasado los últimos meses defendiendo que cualquier español se puede presentar en cualquier lugar del país. Rápidamente salieron a desautorizarlo tanto el líder del partido en Catalunya, Alejandro Fernández, como el propio ‘número dos’ de Bou en el consistorio barcelonés, Óscar Ramírez.
La falta de sintonía entre Bou y Álvarez de Toledo la dejó entrever el propio concejal durante una entrevista con eldiario.es a pocas semanas de los comicios locales. “Ni cuento con ella ni dejo de contar”, dijo sobre la posibilidad de que participara en algún acto de campaña. “Si quisiera venir, yo jamás diría que no. Tampoco la voy a llamar”.
Un concejal incómodo
La elección de Bou por parte de Pablo Casado para liderar el partido en Barcelona ha demostrado ser un error, afirman fuentes de la dirección catalana del partido. “Se hará muy largo hasta 2023”, dicen de él en la sala de máquinas del partido en Catalunya.
La brecha ahora mismo entre el líder del PP en Barcelona -uno de los pocos cargos locales con visibilidad nacional- y la dirección catalana de la formación es total. Bou, un empresario que no tiene carnet del partido, va por libre y en la formación aprietan los dientes cada vez que se pone delante de un micro.
El concejal, por su parte, tiene la sensación de que el partido no le arropa y está molesto con la dirección desde hace meses. La discordia ha llegado incluso con su número dos en el Ayuntamiento, Óscar Ramírez, un hombre que sí tiene buena relación con la dirección y que en el partido perfilan como el futuro relevo de Bou.
Las diferencias son tan grandes que, de manera indirecta, se ha llegado incluso a tantear la salida de Bou de la política municipal. La respuesta del concejal, según fuentes del partido, fue tajante: “Yo tengo 37.000 votos y me los he ganado yo, no el partido”, aseguran que respondió Bou, amenazando con quedarse en el consistorio como edil no adscrito.
Desde Génova también descartan tomar medidas contra el concejal por sus palabras contra Álvarez de Toledo. Según publicó El Mundo, desde la dirección nacional rechazan tomar una medida que les dejaría con un solo edil en la capital catalana, con la correspondiente reducción de ingresos que castigaría a la ya de por sí delicada situación económica del partido en Catalunya.
La “desconexión” de Álvarez de Toledo
“A nosotros nos va bien la gente próxima. Mira Albiol, Manu Reyes o Caldentey [alcalde del PP durante 20 años en un pueblecito de 532 habitantes]”, sostenía hace unos meses una de las voces críticas con la elección de Álvarez de Toledo. “Necesitamos gente próxima, que no parezca que ha aterrizado aquí de la noche a la mañana”.
En ocasiones, la presencia de Álvarez de Toledo en Cataluña ha parecido un aterrizaje forzoso. A pesar de que cuenta con el pleno apoyo de la dirección actual -comandada por cuadros jóvenes, casadistas hasta la médula y una de las demarcaciones que apoyó al actual líder durante las primarias en el PP- su desembarco ha estado plagado de momentos que han generado críticas entre algunos veteranos del partido.
Más allá de las palabras de Bou, de las que se desmarcan hasta los más críticos con Álvarez de Toledo, su irrupción en la política catalana ha puesto de relieve una brecha generacional en el partido. Por un lado, una dirección catalana de marcado corte liberal y seducida por los títulos académicos y la capacidad intelectual de la portavoz en el Congreso. Por otro, una generación de cargos más veteranos, bregados en la política municipal y a los que un doctorado en Oxford como el de Álvarez de Toledo ni les va ni les viene.
Las fuentes consultadas recuerdan el tour que hizo Álvarez de Toledo durante la campaña para el 10-N, en el que se fotografió en lugares como Vic como si fuera una turista que está de paso. “No puedes hacer ver por un lado que formas parte de Cataluña y por otro hacer este tipo de cosas, como si fuese una paracaidista”, señala una voz crítica que ha tenido responsabilidades en la formación durante el último lustro.
Otra de las declaraciones de la portavoz en el Congreso que irritó a los veteranos en Catalunya fue cuando pidió perdón en nombre de todo el PP “por haber sido profundamente anticatalanes” al haber pactado con el nacionalismo en el pasado. Muchos lo vieron como una enmienda a todo el trabajo realizado durante décadas que le había reportado al partido unos resultados mucho mejores que los actuales. “¿Cómo pudo decir esto tras obtener un solo diputado, a sólo 50.000 votos de Vox?”, se pregunta la misma fuente.
El pasado 4 de noviembre, en el Círculo Ecuestre de Barcelona, Álvarez de Toledo conminó al Rey a ir más a Catalunya. “Siga viniendo, y venga, venga más a Catalunya, su majestad”, afirmó la entonces candidata por Barcelona. “Venga a Barcelona, por supuesto, y también a Girona”, remachó. Desde los comicios del pasado 10 de noviembre, a Álvarez de Toledo se la ha visto poco por Catalunya. La última vez fue el 10 de enero y fue para ofrecer una rueda de prensa en la sede del PP catalán.