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ENTREVISTA

De David a Brigitta: “Siempre pensé que cuando fuese feliz me moriría”

Neus Tomàs

5 de marzo de 2022 22:00 h

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Una piensa que David Cano exagera cuando dice que ha tenido “una vida de mierda” hasta hace poco más de 10 años. Pero cuando empieza a relatarla la sensación es que se queda corto. Su madre lo abandonó cuando tenía un año y medio y su madrastra lo echó de casa cuando no había cumplido los 20. No tenía nada y se buscó la vida como pudo hasta que convirtió una carnicería en su teatro particular y a las clientas en su público. De la mano de la compañía 'The Chanclettes' consiguió entrar en un escenario de verdad y el soñado por cualquier cupletista: El Molino. Tenía que estar un mes y prorrogó medio año.

Brigitta Lamoure, un personaje que David había inventado en una fiesta de cumpleaños, saltó del teatro del Paralel a la televisión municipal de Barcelona (betevé) hasta convertirse en su imagen. Subido siempre a unos tacones, con la peluca rosa que lo convierte en inconfundible, micro en mano se pateó todos los barrios de la capital catalana hasta que hace solo unas semanas y sin previo aviso fue despedido junto a otra decena de compañeros de la cadena.

David se define como transformista de día. Un activista LGTBI a quien un grupo skin no le dio una paliza porque entre ellos estaba un primo que le reconoció. Un chico que iba a misa, siempre sentado en el mismo banco, hasta que una encíclica de Juan Pablo II le decidió a convertirse al 'Opus gay'.

¿Quién es Brigitta Lamoure?

Es una cupletista, una vedette y una señora muy conservadora aunque no lo parezca.

¿Y quién es David Cano?

Es un chico que se ha buscado la vida como ha podido hasta que hace 10 años consiguió empezar a ganársela con lo que le gusta: ser transformista.

Alguna vez ha comentado que la cigüeña le dejó en la casa equivocada.

La putada es que no la he encontrado porque si la pillo la cocino a la pepitoria. Fui un hijo no deseado. Imagínate, antes de nacer ya no querían que estuviese allí. Pero prefiero quedarme con la idea de que la vida es bonita, como dijo el admirado periodista José Martí Gómez antes de morir.

¿Ha perdonado a su madrastra?

He optado por no ser rencoroso. Veía que pasaban los lustros y que no había manera de devolverle todo el daño que me hizo. Me di cuenta que pensar que así perjudicaba a mi salud mientras ella seguía tan pancha. Soy muy creyente pero no me creo la palabra perdón. Ahora soy del 'Opus gay'.

¿Cómo pasó de ser tan creyente a declararse del 'Opus gay'?

Era de los de ir a misa. Juan Pablo II hizo una encíclica muy despectiva con los homosexuales y dejé de ir a la iglesia. Al ser un chico joven que estaba cada semana en la misa cantaba como una almeja. Además siempre me sentaba en el tercer banco de la derecha. El cura, al no verme, preguntó por mí. Y cuando hablé con él le expliqué que lamentaba que el Papa no me respetase por ser homosexual y que esa no podía ser me iglesia. Así que ahora sigo creyendo pero lo hago en el pare Manel y en Pere Casaldàliga. Estos son ahora mis referentes.

¿Por qué se sentaba siempre en el tercer banco de la derecha?

Porque mis padres eran del Opus de verdad y tenían guardado siempre su sitio, como si fuese el palco del Liceu. Así funcionaban las que se consideraban buenas familias aunque fuese todo apariencia.

¿O sea que usted procede de buena familia?

Era una familia benestante sin corazón. Yo debería ser rico. Mi abuelo fue secretario del ayuntamiento de Berga y trajo mucha cultura a la ciudad. Mi madre era hija única pero no he rascado nada. Mi abuelo, al que no conocí, se enamoró de una vedette negra y tuvo un hijo que parece que vive en el Paralel. Así que ahora, que tengo el piso al lado, cada vez que por la calle veo a un señor negro de más de 70 años pienso ¿será mi tío rico? O sea que era una casa buena pero en realidad era mala porque yo lo que quería era cariño y nunca lo tuve. 

Su madre le dejó cuando tenía poco más de un año.

Sí, la conocí cuando tenía 25 años. Se puso enferma y supongo que pensó que quería ver a los tres hijos que abandonó. Yo era el único que no la conocía porque nos dejó cuando solo tenía un año y medio. Fui el único que acepté verla. Mi madrastra siempre me decía que era como mi madre y pensé que si era verdad, si nos parecíamos tanto, ella tenía que ser la bomba. 

¿Y tenía razón?

La verdad es que tuve un choque visual fuerte. Me fui a Zafra, un pueblo de Badajoz conocido como la Sevilla chica. Esperaba ver a la hija de casa rica y me encontré a una prostituta desaliñada. La miraba y pensaba en lo de la conexión madre-hijo mientras me repetía a mí mismo que no sentía nada. Hasta que ella me preguntó: ¿Tu padre sigue igual de guapo? Y aquí es donde lo entendí todo: se fue de casa porque murió de amor. Piensa que mi madre era como la madre de Bambi porque llevaba unos cuernos que menos mal que los techos eran altos. 

Su madre le abandonó, su madrastra acabó echándole de casa y se tuvo que buscar la vida. 

Sí, recordaré siempre la fecha: 24 de enero del 94.  

Limpió casas, cuidó ancianos, vendió libros, trabajó en una pescadería y estuvo 19 años en una carnicería. ¿Todos esos trabajos le ayudaron a tener una perspectiva más realista de la vida?

Bueno, creo que la perspectiva realista la tengo desde el día que nací. Me da hasta rabia haber sido consciente de todo siempre. Me emociona ver el cariño con el que cuidan y quieren mis amigos a sus hijos. Lo comparo con lo que me pasaba a mí. Cuando llego a los seis años me acuerdo que a esa edad mi madrastra intentó ahogarme y tuve la suerte de que llamasen al timbre de casa.

¿Y tratar con tanta gente le ayudó a prepararse para estar ante el público?

Me sirvió como escaparate para ser artista y para ahorrarme el psicólogo. 

¿Con esta vida que ha tenido nunca ha visitado a un psicólogo?

Solo una vez. Pedí hora a la doctora de cabecera porque no paraba de vomitar y me dijo que lo que tenía era una depresión de caballo. Solo fui a una sesión de terapia. Le pregunté al psicólogo si me quitaría todo lo que tenía en la cabeza y me contestó que no. He conseguido sacar lo que tenía dentro gracias a las clientas porque la carnicería fue mi teatro. Me desahogaba allí y no me llevaba la mierda a casa. Me ayudaba a estar bien y a coger soltura en la actuación. 

A los seis años mi madrastra intentó ahogarme y tuve la suerte de que llamasen al timbre de casa

¿Después de todo lo que ha pasado, ha logrado ser feliz? 

Cada vez que consigo ser feliz se trunca y por eso aprovecho tanto los momentos felices. Ahora lo era, trabajando de lo que me gusta, y se ha vuelto a estropear. La desgracia es que cada vez que ha pasado no ha dependido de mí. Soy una persona muy seria trabajando.

La desgracia a la que se refiere es que la han despedido de betevé pese a ser la imagen de la cadena y haberse convertido en el transformista más famoso de Barcelona. 

No solo de Barcelona. Me han citado como ejemplo en otras televisiones del resto de España y en países como Argentina. El poder decide y como me decía una funcionaria de la cárcel de Quatre Camins, olvídate de la separación entre izquierdas y derechas. Ya solo creo en las personas, en las que buscan el bien social.  

¿Le asusta que la extrema derecha vaya ganando poder?

No. Lo que me asusta es que la izquierda y el resto no estén más unidos para frenar al populismo. Han hecho todo lo contrario.

¿Qué cree que debería haber hecho la izquierda?

Contraponer con verdades y cifras sus mentiras.

Usted lleva tiempo colaborando como activista en colectivos LGTBI. ¿Ha notado el incremento de agresiones que detectan las estadísticas?

Sí. Y eso que nosotros habíamos vivido muchas. Yo estaba cuando a mediados de los 90 agredieron a Jordi Petit en el pasillo del metro de Joanic. Los vimos venir de cara y pensé que no saldríamos vivos. Viví en un edificio en el que uno de los vecinos era un líder skin y un primo mío también lo era. Me dieron una especie de salvoconducto y recuerdo que un día, en Sabadell, cuando tenía un grupo delante resultó que uno de ellos era mi primo. El resto ya estaban con las navajas en la mano. Ahora vuelve a dar miedo salir a la calle cogidos de la mano. Hemos ido hacia atrás, en esto y en los derechos laborales. Piensa que luché por la jornada de ocho horas y ahora en nuestro sector, por ejemplo en las productoras, hay gente contratada por dos horas y hacen como mínimo el doble. Sueldos de 120 euros al mes con jornadas de 12 horas.

¿Cómo se enteró de que formaba parte de la lista de despidos de betevé ?

Me estaba maquillando para ir a una grabación. Era por la mañana, llamé al productor para confirmar la hora en la que tenía que estar lista y cuando hablé con él me preguntó si no me había enterado de que el director del programa estaba citado a las 11 en Recursos Humanos y que le habían avisado a través de un mail de Recursos Humanos. Como no acostumbro a mirar el correo puse el manos libres mientras lo consultaba y vi un correo de las 9.30 en el que me decían que a las 11 tenía que estar en Recursos Humanos. Me desmaquillé y a las 11.20 ya estábamos en la calle, con cuenta de correo cerrada y el finiquito ingresado. Me enteré después que pagaron 400 euros por trabajador para asegurarse que la transferencia estuviese hecha ese día y no tuviésemos margen de maniobra con los sindicatos.

O sea que no tuvo ni la opción de despedirse de los espectadores.

Eso es una de las cosas que llevo peor. Por eso al llegar aquí a casa hice un vídeo de despedida y agradecimiento. Es la segunda vez que me he maquillado con tanta tristeza. La anterior había sido después de la muerte de mi suegro.   

Una de las cosas que ha hecho en su programa es visitar todos los barrios de Barcelona. ¿Cómo ve la ciudad?

Hace unos cuatro años noté que los barrios periféricos se iban equiparando a los del centro en cuanto a servicios, luz, áreas de recreo, parques infantiles. Pero desde hace más de un año estamos yendo hacia atrás. En seguridad o limpieza se ha ido a peor. A las vecinas y vecinos siempre les recordaba que los políticos están a nuestro servicio y que gestionan por delegación nuestra. En los barrios humildes es donde la gente quería siempre participar más.

Brigitta tiene a veces mala leche y también tira mucho de ironía. ¿Hay algo de lo que no se atreva a sacar punta?

De todas las desgracias, hasta de la muerte, se puede sacar una punta irónica. Un día estaba en Ciutat Meridiana y escuché una chica que me llamaba desde un piso. Bajó y me explicó que llevaba ya tres desahucios. Me dijo 'mañana ya me echan'. Yo me puse a llorar mientras le contestaba 'mira, así vas cambiando de piso'. Me pidió que no llorase y me contó que al día siguiente era su cumpleaños. Cuando voy a visitar a los de las cárceles también veo casos muy duros.

¿A la cárcel va David o Brigitta?

Va Brigitta. Iba siempre con el pare Manel. Me decía que era más cura que él porque yo siempre le recordaba cuál era el santo del día. Allí bailo flamenco, hago de cupletista y lo que sea. Aprendo mucho con ellos.  

A los reclusos siempre les digo que son el mejor público porque no pueden irse

Participó en el filme argentino 'Reina hormona' que transcurre en un geriátrico para ancianos del colectivo LGBTI. ¿Cómo se imagina su vejez?

Uff, no puedo ni imaginarlo. Vivo al día aunque sea muy hormiguita porque no gasto más de lo que tengo y soy una rareza que aún paga en efectivo. Como mi vida ha sido tan oscura cuando tengo un momento de luz lo aprovecho. No me suicidé porque para eso hay que ser muy valiente y siempre pensé que cuando fuese feliz me moriría. Ahora, estando al lado de mi marido soy feliz, pienso que no quiero que ocurra. Proyecté que me pasaría cuando cumpliese los 50 y es justo este año. 

Espero que se equivoque.

Yo también. Pero no por mí sino por mi marido. Llevamos 13 años juntos. Siempre creí en el amor y llegó el 19 de abril del 2009. Gracias a él también descubrí qué es tener una familia normal y que se quiere.